viernes. 29.03.2024
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Ignacio Gonzalez, en el pleno de la Asamblea de Madrid. (Foto: Comunidad de Madrid)

Es, sin duda, tiempo de la izquierda y de las políticas de izquierda

Madrid puede deshacerse que el Presidente de la Comunidad seguirá vendiendo excelencia. Puede el paro o la pobreza crecer pero, como sabe todo el mundo menos la infame izquierda, estamos mejor que nadie.

Puede Madrid instalarse en una economía  que crece sin crear empleo y el PP seguirá buscando proyectos basados en construcción y un poquito de especulación, que es como el colesterol bueno como todo el mundo sabe.

Este año no tenemos Olimpiadas y  Casinos, desaparecidos por la gatera de los cafés nunca servidos o la exigencia infame, pero pondremos Congresos turísticos, ramales a Barajas o cualquier cosa que dará dinero al capitalismo de amiguetes en el que vive Madrid.

Este año no privatizaremos hospitales o bajaremos impuestos. Nos bastará con que privaticemos la extracción de sangre o que Rajoy los baje por nosotros y nosotras. Este año recaudaremos menos y no será por los favores fiscales a los que más tienen, no señor, será por culpa de la infame izquierda o de Rajoy.

Porque sepan Ustedes que aquí, en Madrid, todo se hace bien. Si se cierran teatros, si las escuelas infantiles son más caras,  si el paro de larga duración aumenta,  si mientras Madrid se llena de turistas crece el paro no es que el PP lo haga mal. No; es culpa de Rajoy y, naturalmente, de la izquierda.

Que además los madrileños y las madrileñas que llenan las calles de mareas se quejan de vicio. Es cosa de antaño, vieja política roja, pedir que los niños coman en las escuelas: los niños necesitan robótica. Es vieja política pedir escuela pública cuando los niños necesitan matemáticas explicadas por curas, que es como dios manda.

La ceremonia del Debate sobre el Estado de la Región se salda, un año más, con un ejercicio de autismo por parte de la derecha madrileña y también con una falta de empatía tan escandalosa que duele.

No ha habido un rincón de debate para la pobreza o el desempleo; para la falta de oportunidades; para los que han abandonado la esperanza; para las seis mujeres muertas en nuestra región en lo que va de año. Y cuando los silencios abundan más que las propuestas es que la política ha abandonado, ha dimitido de su obligación.

Eso es lo que ha hecho el Presidente de la Comunidad: abandonar la obligación de ocuparse de la gente para proveer un discurso funcionario tan lleno de retórica huera como autofanfarria.

El discurso de Ignacio González es como el de los viejos y decadentes Austrias pequeños que advertían de los males del imperio e ignoraban como Madrid se deshacía, abandonándolo a su suerte.  Aquellos Austrias de la decadencia disponían de la cultura más creadora que vio tiempo alguno y un pueblo dispuesto a ocuparse de si mismo.

El pueblo, los creadores, Madrid, sobrevivieron a aquellos Austrias; pero los Austrias no. Eso, exactamente, es lo que le pasará al PP mientras advierten sobre los males de la patria.

Nunca un discurso hablo menos de los madrileños, las madrileñas y sus problemas; nunca fue un discurso tan autista y tan egoísta. Nunca nadie se despidió con tan poca gracia de un gobierno.

Es, sin duda, tiempo de la izquierda y de las políticas de izquierda. Madrid, lo que significó nuestro Estatuto (justicia, libertad, igualdad) debe ser reconstruido y debe ser reconstruido por los portadores de un discurso que piense en la gente, hable a la gente y se preocupe por la gente.

Escuchando a la derecha resulta difícil  ser, como se lleva ahora, ni de izquierdas, ni de derechas. Lo viejo no es levantar la bandera del derecho, la justicia y la igualdad. Lo viejo es el silencio que no clama contra el autismo como forma de hacer política.


Por Libertad Martínez Martínez. | Diputada IU en la Asamblea de Madrid

El Madrid de González: entre el autismo y el egoísmo