viernes. 29.03.2024

César: Los idus de marzo han llegado.
Adivino: Sí César, pero aún no han pasado.
(“Julio César”. W. Shaskespeare)

Este mes de marzo –con su sucesión de anuncios sobre el inmediato advenimiento del Apocalipsis si el país no se postra ante el “sentido común” de Rajoy– está resultando ser, para los derechos sociales, económicos y legales de los ciudadanos españoles, tan funestos como lo que fueron los legendarios Idus de Marzo para Julio César, la fecha de su asesinato. Según el historiador Gayo Suetonio, el César recibió veintitrés puñaladas de los  senadores confabulados, capitaneados por Bruto –su hijo adoptivo–, antes de expirar. En nuestros idus de marzo contemporáneos los perpetradores del golpe de mercado no precisan de sangrientas puñaladas (por ahora), tan desagradables y poco finas. Tampoco necesitan esconderse, ni andarse con secreteos: actúan a la luz  de las cámaras y a micrófono abierto en sus suntuosos aquelarres de la UE e, incluso, se permiten escenificaciones alegóricas como las protagonizadas por de Guindos y Juncker  en su  graciosa imitación del estrangulador de Boston o la pose de duro Harry el Sucio fingida por Rajoy ante su homónimo finés fardando de que –¡a Él¡ – la “extremadamente agresiva” reforma laboral le iba a costar una huelga general. ¡Estos tipos no parecen necesitar ni de las enseñanza del Actor’s Studio ni siquiera del defenestrado –por Ana  Botella– Mario Gas para representar este sainete, ya que con su natural cara dura les basta y sobra ¡

Mucho antes de que el PP –bajo el  disfraz de Buster Keaton silente de MR– ganase las elecciones, era fácil adivinar que, al neonato welfare state celtibérico, se le propinaría una  buena dosis de aceite de ricino y un apurado rapado al cero con los que no le iba a reconocer ni la madre que lo parió. En menos de cien días el gobierno Rajoy –acompañado con goebbeliana alharaca de los medios del régimen– ha sido capaz de no dejar ni  rincón ni intersticio a resguardo de la bliltkriet contrarreformadora ordenada por los Merkozy de aquí y acullá. Nuestros españolísimos fanáticos de la “consolidación fiscal”, de la “estabilidad presupuestaria”, de la “devaluación competitiva de los salarios” y demás bazofia engañabobos, lo que pretenden es expoliar las rentas salariales, desviar torticeramente de los ingresos públicos cifras  megamillonarias a la banca y otros parásitos empresariales y socavar cualquier regulación pública del rampante capitalismo dickensiano. Esa es la pura verdad, lo diga Agamenón o su porquero.

Por si fuera poco, han desempolvado las viejas porras y correajes –ocultas en los trasteros de la Transición– y se disponen a acometer con viril determinación cualquier atisbo de libertinaje, rojerío, separatismo, homosexualidad o ateísmo que anide como venenosa sierpe en la eterna España. Aquí todo vale: so capa de la  Gran Estafa Mundial lo que se quiere es someter a la sociedad y las instituciones democrática a los intereses de lo que MattTaibbi (“Cleptopía”. Editorial Lengua de Trapo) bautiza como “clase estafadora”, es decir a los beneficiarios  del capitalismo de casino y sus lacayos.

El poder omnímodo de esa turba de ultraliberales, de nacionalcatólicos, de patriotas de pelo en pecho, de chovinistas, de concesionarios de prebendas y adjudicatarios de  subvenciones, que hoy gobierna hasta el último rincón del estado español, quiere además –del tirón– ajustar cuentas con tantos años de dictadura roja y  hacer su castizo paso del Rubicón con la democracia. Así, el derecho al aborto (ese genocidio), a la ciencia que niega el creacionismo (que apostata de la voluntad de dios), a la cultura de los titiriteros (trincones y chupones),  a las patéticas políticas de igualdad (que facilita la violencia estructural a favor del genocidio), a las casas de acogida de las mujeres maltratadas (¡algo habrán hecho¡), a las calefacciones y el papel higiénico de las escuelas (no lo necesitan esos escolares perroflautas), a  las costosas medicinas y los lujosos quirófanos (el vicio de los viejos), a la ayuda al desarrollo (esos indios y esos negros no quieren trabajar, ¡que se vayan a Laponia¡) y a los yonquis de mierda (¡que no se droguen, hombre¡), a los dependientes (que para eso están las mujeres de las familias) y los sin techo (¡que se laven, coño¡), a las jodidas autonomías (menos las buenas, las suyas) y a los despilfarradores ayuntamientos (menos el reino de Gallardón y Botella), a los puentes y las fiestecitas populares (que sino los alemanes dirán que somos unos vagos)… bien pues toda esa morralla hay que liquidarla, laminarla, suprimirla, para ser un país serio, fiable y como dios manda.

Los derechos  laborales –conquistados con sangre, sudor y lágrimas por generaciones de trabajadores–  han sido objeto de un auténtico coup d’Etat con la llamada “reforma del mercado laboral” impuesta mediante un  decreto/estafa inconstitucional, injusto e inmoral. La legislación laboral es objeto de mofa y escarnio por las falanges de expertos de las FAES, FUNCAS y otros think thank bien provistos de fondos de reptiles, así como  por los escuadristas de la CEOE que anhelan convertir a todos los trabajadores españoles en chinos o agradecidos empleados de los Roig y Arturo Fernández –que no se sabe que es peor– o minijobistas a cuatrocientos euros el cuarto y mitad, como los siete millones de “empleados” del Eldorado alemán. Esa caterva de desvergonzados (¿o sinvergüenzas?) puede que un día de estos propongan que los perceptores del seguro de desempleo y de los PER hagan donación forzosa decsus ingentes emolumentos a un Fondo de Inversión Patriótico gestionado por Don José María Ruiz Mateos, Don Mario Conde y Don Javier de la Rosa, a condición –en aras de una exquisita transparencia– de una supervisión pública dirigida por Doña Pilar Valiente (la que da “agua” a los trileros en caso de peligro), Don Paco Camps (a cargo de la sección de vestuario, complementos y efectos especiales) y Don Francisco Javier Guerrero (alias el ERES, el dealer del equipo).

Según los señoritos guapeaos (como cantan los magníficos Los Delincuentes) del casposo TDT Party (y los que se suman, en ocasiones, las actitudes antisindicales y antipolíticas de algunos resistente de nuevo cuño) los sindicatos de clase y sus dirigentes son una morralla de aprovechaos, cuyo ethos consiste en no dar palo al agua y ponerse ciegos de percebes y gambas a cargo del erario público. El hecho que, por ejemplo, a Méndez le gusten los relojes de lujo falsos y no los que gasta Richi Costa o que Toxo derroche su paga extra en un crucero en camarote con cama de matrimonio en vez de ser invitado al yate de Botín, constituye la prueba irrefutable de la consustancial corrupción moral, económica y estética  de esos cabecillas.

Ese fuego artillero –pleno de vilipendios y patrañas– contra el sindicalismo tiene como fin aniquilar las defensas de los trabajadores en la feroz lucha de clase (¡huy que término tan anacrónico, dirán algunos intelectuales orgánicos del stablisment¡)  desatada por los insaciables ultracapitalistas de nuestra época. Después –ya pronto– la próxima pieza de este jaque permanente será la “regulación”  de la libertad de huelga, de los piquete y de los convenios, de las bajas de enfermedad y de los horarios de trabajo, de las vacaciones y de la movilidad laboral, de la entronización del patrón (¡sí, el patrón¡) como autoridad investida y  del control policial de los trabajadores.

Como decía el poema de Blas de Otero “Aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron. Tu nombre está ya listo, temblando en un papel”. La delirante Cleptopía de la clase estafadora española sueña con nuevos paraísos  en los que el sindicalismo de lucha de clase se troque en el añorado sindicalismo vertical, con el  que empresarios, enlaces y jurados trabajen al unísono, sin enfrentamientos fraticidas, en pos de las fuentes  de miel y ambrosía (y pasta a mogollón) que nos deparará la unidad del capital y el trabajo. ¡Después ya se verá si también conviene tener una representación parlamentaria por el Tercio Sindical¡

En la tragedia de Shakespeare el honrado Bruto les decía a sus secuaces: “Mis nobles amigos, matémosle con brío, pero sin saña. Cortémosle como manjar digno de los dioses y no como carnaza para los perros”. Los dioses a los que se ofrenda el suculento despojos del “estado bienestar” son personas de carne y hueso, aunque quizás no muy humanos. Como dice Casca –uno de los asesinos– “Segando veinte años de vida segamos veinte años de miedo a la muerte” a lo que Bruto contesta “En tal caso, somos amigos de César al ahorrarle años de miedo a la muerte”. ¡No si, al final, tendremos todos que agradecer a esos tiparracos que las putadas que nos hacen son por nuestro propio bien¡ ¡Vamos anda ya ¡El 29-M merecen una respuesta.

Los Idus de Marzo de la democracia