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NUEVATRIBUNA.ES - 23.09.2009

Alegato a favor de la política “con mayúsculas”, de la política “pasional”, de la política generacional y de la “obra constitucionalista”. Juan Fernando López Aguilar desnuda su pensamiento –él dice hablar desde el corazón- en su último ensayo presentado este miércoles en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Acto poco concurrido –muchos de sus compañeros del PSOE continuaban a esa hora en el pleno del Congreso- pero con invitados de peso como el vicepresidente de la Fundación Ideas y también ex ministro Jesús Caldera; el escritor y periodista Joaquín Estefanía; Ramón Jáuregui; o el líder del PSM, Tomás Gómez.

Con más de diez libros publicados a sus espaldas y bajo el título, un tanto atrevido, de La aventura democrática. La Constitución y el alma republicana en la Monarquía parlamentaria y con prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo analiza, desde su experiencia como jurista y profesor de derecho constitucional, 30 años de la historia de España que han marcado a toda una generación.

Contra lo que pueda incitar a la confusión, López Aguilar describe a la Monarquía de Juan Carlos I como una institución “laica” con “alma republicana”. Una institución que, gracias al marco constitucional que los españoles se dieron en 1978, quitó poder político al monarca para “parlamentarizarlo y republicanizarlo”. Es, como recordó el sociólogo y diputado socialista José Andrés Torres Mora “la teoría del civismo, de la virtud cívica”, del “liberalismo político de izquierdas”, del republicanismo en estado puro, un pensamiento que alumbró a los ideólogos de ‘Nueva Vía’, corriente que aupó a Zapatero a la secretaría general del PSOE y que Caldera se ocupó de poner en valor casi una década después del “alumbramiento”.

El ensayo de López Aguilar ensalza también el poder compartido, un poder que no sólo está en manos de un gobierno, sino que se hace visible en distintos grupos económicos y mediáticos y en las propias instituciones del Estado que emanan de la misma Constitución. Es por ello que tanto él mismo, como Caldera o Torres Mora, pusieron el acento en la necesidad de reconocer que la esencia democrática forma parte de toda la sociedad, de la ciudadanía en su conjunto como máximo exponente del poder político por su virtud de, no sólo elegir con su voto a los representantes de la soberanía popular, sino –lo que es más importante, a juicio de López Aguilar- de derrocar gobiernos que no les satisfacen.

Y, en esa dinámicadel poder compartido, Caldera criticó a los que pretenden culpar a un gobierno de la crisis económica: “¿Es que no ha habido banqueros irresponsables, gente avariciosa, fallos del mercado…?, se preguntó; demasiados actores, algunos de los cuales, por “interés” económico o mediático “tratan de condicionar la política”, cuando en rigor –sentenció- la “independencia es de todos”.

Caldera no citó a ningún grupo de comunicación, aunque en la mente de todos estaba Prisa y su diario de cabecera El País que ha lanzado una ofensiva contra Zapatero por la crisis económica que ha dejado con el paso cambiado a más de un socialista. En este sentido, el ex ministro de Trabajo recordó que cuando algunos medios arremetieron contra Mariano Rajoy, líder del PP, éste pudo continuar porque “invocó la autonomía de su proyecto”.

Eso es en esencia lo que para López Aguilar debe reivindicar un político, una actividad, que no profesión, que tiene que recuperar el prestigio que tuvo en momentos tan cruciales en la historia de España como la Transición. Una actividad “hermosa y digna”, valiente, aventurera, que destierre las “viejas tentaciones” de la confrontación y del miedo que para el PSOE sigue enarbolando la “derecha más reaccionaria”.

Lopez Aguilar entiende la Monarquía como institución laica y republicana