jueves. 18.04.2024

"La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.(Macbeth. Shakespeare).

Desde su victoria el 20-N de MR sabemos poca cosa: que la lucecita de sus despachos en Génova y en Moncloa nunca se apaga, trabajando día y noche, recibiendo a escondidillas o con focos a los representantes de los banqueros y otros grandes electores nacionales y multinacionales de la “clase estafadora”; hemos podido comprobar que supo leer con la dicción y soltura propia de un avezado opositor a registrador de la propiedad su discurso de investidura e, incluso, las réplicas que sagazmente llevaba escritas; que este señor supo inclinar con mucha elegancia y energía su testuz ante el monarca en su juramento y que el frac que usó en la Pascua Militar le confería un señorío natural, que para sí quisieran  aristócratas de sangre como el conde de Salvatierra y el de Pocoyó. También, como gran traca de ese período  discreto y hacendoso, todos los ciudadanos pudimos admirar como el nuevo presidente era capaz de leer en ochenta segundos  la lista de sus ministros sin teletromper, lo que constituye un récord Guiness absoluto en la categoría de lectura a pelo, con o sin gafas.

Por supuesto, tras la victoria (con la ayuda inestimable de la fraudulenta Ley electoral) y su estelar aparición en el legendario Balcón rodeado por los suyos, la investidura no fue tampoco un momento adecuado para exponer ante los ciudadanos sus compromisos de gobierno. ¿Para qué engorrinar un acto tan solemne y elegante con dimes y diretes sobre el  IRPF, en IVA, recortes y podas, deudas soberanas y de las otras, déficit tapados y desnudos, bancos malos y peores y demás vulgaridades? Además, ¿para qué disgustar a sus felices electores con sórdidas noticias que podrían alimentar la calumnia de que había ocultado sus objetivos de gobierno con el fin de no enajenar apoyos y provocar una innecesaria alarma social? Al fin al cabo MR y los conspicuos jerarcas del PP habían repetido hasta la saciedad que harían  lo que tuviesen que hacer, como dios manda, con gente seria y previsible, muy previsible. Es decir, que harían lo que les saliese de la mollera –por no decir de otras partes–, que para eso habían conseguido un poder en el que –como el Imperio de Felipe II– no se ponía nunca el sol. La prioridad más acuciante era repartir las sinecuras, canonjías y chollos que ofrece un aparato institucional gigantesco en la administración central, autonómica, local o periférica, para uso de los fieles y los arrimados y al servicio de los que siempre mandan aquí, allá y acullá. Además, ¿no habían ocultado los sociatas que iban a recortar el sueldo a los funcionarios, congelado las pensiones, abaratado los despidos, negado la crisis, manipulado la verdad del 11-M? ¡Y esos catalanes¡ ¿acaso Mas no había ganado la Generalitat corriendo un estúpido velo sobre su genuina vocación de Manostijeras ultraliberal? Pues eso, ¡al que le pica, ajos come¡

No se puede afirmar que los nombramientos de la jerarquía hayan causado más estupor que el que se deriva del desparpajo con el que Rajoy usa el amiguismo como  principio rector de sus designaciones: ser amigo -o amigo de los amigos- de MR resulta ser el #treding topic común de la biografía de los altos cargos. Lo importante es ser amigo de Mariano que, a lo que se puede colegir, es una cualidad tan importante como pertenecer a Goldman Sachs para que lo nombren a uno en la UE para cualquier cargo. Sin embargo, la clave de bóveda -el “pal de paller”que decía antaño Pujol-, del nuevo poder es lo que Matt Taibbi en su luminoso libro “Cleptomanía” denuncia  como característica común de los gobiernos de la época de la  Gran Estafa: “una nueva y avanzada simbiosis entre el Gobierno y los intereses privados de la economía de la burbuja”.

La originalidad colectiva del gobierno de MR no se agota en ese rasgo tan peculiar del amiguismo/nepotismo, también cabe destacarse su castizo españolismo: la donosura con la que  se pasa por el arco del triunfo la Ley de Igualdad -que ni es ley ni es na- en un  momento  en el  que se necesitan hombres de verdad y, si acaso, de alguna mujer/mujer y no de las otras; el retorno del católico recio juramento ante Dios, que es mucho más serio que el blandengue "lo prometo" por Snoopy de los sociatas y demás rojetes; la vuelta a las clamorosas ovaciones de inquebrantable adhesión al monarca y a la familia real(a excepción del innombrable yerno ) así como a  las palaciegas reverencias  a las que se suman con inenarrable entusiasmo ultramonárquicos como Bono y Peces y demás palmeros de la Grosse Koalition. ¡Ah ¡y que todos se declaran seguidores del Real Madrid, con lo que el palco del Bernabeu  recupera sus esplendores de la época Aznar. Pena, para el llamado madridismo, que el tal Mourinho la cague una y otra vez.

Las individualidades del elenco ministerial son la bomba: Sáenz de Santamaría, en el papel estelar de repelente niña Vicenta que reconviene con tono impertinente y ligeramente amenazante a todo el mundo que le tosa o pregunte más de la cuenta; el piadoso miembro del Opus Dei, Fernández Díaz, que lo primero que ha hecho ha sido echar a todos los policías que investigaron la Gürtel, el Faisán y el 11-M y atiborrar de crucifijos los despachos de los nuevos mandos; la Mato de sanidad, igualdad y demás despilfarros bibianescos( a decir de la caverna mediática)  que, aunque no alcanzase a ver en el garaje de su casa el jaguar que Correa regaló a su marido de entonces, ha mostrado una mirada de lince para sustituir el agresivo concepto de violencia de género  por el más comprensivo de  violencia en el seno de la familia, quizás aconsejada por Kiko Argüello o  gurús similares; el Gallardón cuyo premio por dejar en la ruina al ayuntamiento  de Madrid por varias décadas( y colocar a la dilecta esposa de Aznar SA, para uso y disfrute de los madrileños todos ) ha sido mucho menor que el que su infinita vanidad anhelaba, se las verá con asuntos tan vistosos como los presos de ETA, los procesos a Garzón, la trama Gürtel y eludir que a él mismo lo procesen por ser el manirroto mayor del reino; De Guindos, experto conocedor del esquema Ponzi,que en vez de NO pertenecer a un banco que se hincha de pasta  con la crisis como Goldman Sachs (como los Draghi, Monti, Papademos) proviene de un banco perdedor como Lehman Brothers, es, quizás, el nombramiento más extravagante, ya que, al parecer, es el único seguidor del Atlético de Madrid en el gobierno, además de haber estudiado con provecho el inglés; Morenés, empresario de éxito en la venta de misiles y bombas de racimo, cuya pertenencia al lobby del eterno broker Eduardo Serra garantiza una mano firme en la próxima contienda en Irán y que recibe la aquiescencia de La Zarzuela y de los sultanatos árabes; la Pastor, coleguita del líder desde los tiempos de Pontevedra, se encargará de fijar, pulir y dar esplendor al universal recorte de las inversiones públicas y que ,las pocas que queden ,sean repartidas amistosamente entre los lobbys que andan algo  caninos de cash; Margallo  eurócrata de pro, que habrá  de decir mil veces SÍ al gobierno de Merkozy y a la OTAN en la lucha contra el neo eje del mal creado al alimón porAhmadineyad/Jong Un/Chávez;  Montoro alto funcionario, bocazas y  faltón, será el contable de la ingeniería financiera del  esquilmamiento, de privatizar hasta el agua de los floreros y acusar  de la ruina de las autonomías y ayuntamientos al maestro armero y… a la herencia recibida; Báñez, la adelantada de Arenas, dará curso a las exigencias del inefable Arturo Fernández sobre minijobs, facilitar los despidos a precio de saldo, bajar salarios, aumentar horas de trabajo(gratis) y demás recetas de la canalla de chupópteros empresariales; Wert,el otrora colega de la SER con buen rollo, pasará a dejar la enseñanza pública como un solar, Internet liberada de gorrones y procurará –como todos sus antecesores- que Juan Goytisolo no reciba jamás de los jamases el Premio Cervantes; Cañete, ese valiente comedor de carne infestada con la encefalopatía espongiforme bovina, dispuesto  a trasvasar el Ebro y lo que sea necesario por cojones y a que una nueva Ley de Costa permita hacer rascacielos turísticos en los faros y en las mismísimas marismas de Doñana; Soria, que tiene el mérito de tener un rostro muy parecido a Aznar (con y sin bigote) y ostentar una buena marca de escándalos judiciales (caso Góndola, caso Faycán, caso del Chalet, caso Salmón), dará un gran impulso a la industria nacional, tan obsoleta ella, para que acabe desapareciendo de una puñetera vez.

Como proclamó con aires de matona Doña Soraya, el primer ajuste de 15.000 millones de euros no son más que “el inicio del inicio” de la avalancha de hostias que van a recibir hasta en el cielo de la boca  los derechos económicos y sociales de los ciudadanos españoles. Todo vale: el dinero destinado a  las casas de acogida de las mujeres maltratadas, el I+D+I, RTVE, la cooperación al desarrollo, los medicamentos, los museos, la cultura, la enseñanza(pública), los hospitales(públicos), la asistencia a discapacitados, los pensionistas, los funcionarios, los salarios(de los de nómina)… el gobierno se ve “obligado”( sin querer,¡ojo¡) a transferirlo  al agujero negro del sistema financiero que abduce más y más recursos públicos para enjugar el pufo inmobiliario, los créditos a las Tierras Míticas, la aeropuertos virtuales, las estaciones de AVE en medio de la nada, la autopistas sin coches y demás panoplia del realismo mágico celtibérico. Eso sí respetando los superbeneficios de accionistas y mangantes varios de bancos, cajas, multinacionales y otros sectores parasitarios del estado. Los 40.000 millones que dice el gobierno Mercozy que hay que recortar porque sino se enfadarán mucho, más los 15.000 millones del ala que afeitó ZP, más los 18.000 millones en rescates que las cajas ya se han metido en la butxaca, más los 50.000 millones para provisiones bancarias, más los 130.000 millones de  créditos incobrables( dicen, pero no bajan los precios de los pisos ni a tiros), más los 30.000 millones de los programas de armamento que hay que pagar ya que aquí somos  unos caballeros cumplidores, más los cafés , copas y puros de los Standars and Poors, Fitch y Moody`s, suman una factura que pretenden que se pague con la pasta de todos los ciudadanos(sic), mejor dicho, de unos ciudadanos más que otros porque lo que es los ricos, plutócratas, oligarcas y empresas, pagar, lo que se dice pagar, pagan poco. El aserto del mega millonario Warren Buffet -“pago menos impuestos que mi secretaria”- resulta ser en España la regla de oro de la fiscalidad para los privilegiados.

Se podría pensar que la brutal magnitud de la agresión contra los derechos ciudadanos que han impuesto los poderes dominantes en Europa como salida a la Gran Recesión provocará una ola de indignación y repulsa popular proporcional que le oponga resistencia e, incluso, la detenga. Quizás así sea, pero, desdichadamente, como argumenta Naomi Klein, podría pasar lo contrario: el shock que produce la liquidación del las conquistas económicas, sociales y políticas populares reduce  a la sociedad al miedo, a la parálisis, a la concesión, a la esperanza de la salvación individual. O en el más pedestre refugio emocional del “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. En todo, caso si  se desata una vigorosa resistencia al expolio que ya echó a rodar, al menos, desde el triste día de mayo en que ZP tuvo un ataque de la weberiana ética de la responsabilidad, será porque el tejido social lo fabrique por sí mismo, ya que, la verdad, los partidos políticos, por el momento al menos, ni están ni se les espera. El PSOE tardará en metabolizar una derrota histórica que ha dejado miles de profesionales de la política desocupados, cabreados y fuera de los pesebres del poder. Pero más difícil va a ser el reto que tiene el PSOE de decantarse, o bien por mantenerse como una pieza auxiliar del juego de la alternancia –pálido reflejo del régimen de la Restauración de Cánovas y Sagasta-, o bien refundarse como una fuerza política que ofrezca alternativas reales a la crisis, desprendiéndose así del lastre del social/liberalismo  fracasado. Por otro lado, la parálisis de la izquierda alternativa y plural, parece indicar que  aun falta tiempo para que despegue un proyecto político que se despoje de una vez por todas de los estériles  discursos de salón o de  la tentación de estar contentísimos de tener un ínfimo rincón institucional en el que cobijarse de las tempestades de nuestro tiempo. Tal vez sea el momento de que el viejo vino de la lucha por la justicia, la igualdad y la democracia encuentre nuevos odres en otros instrumentos políticos. A ser posible antes de que la dura cara de los Rajoys de este mundo nos parta nuestra cara de ciudadanos que se niegan a ser súbditos.

La dura cara de Rajoy