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NUEVATRIBUNA.ES 31.12.2009

El año nuevo viene repleto de asuntos políticos de especial trascendencia y de una crisis económica que amenaza con seguir siendo la protagonista en los próximos meses. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero deberá atender los asuntos de casa –que no son pocos- y liderar en paralelo la presidencia de la Unión Europea que arranca el 1 de enero y que estará centrada en apuntalar la recuperación económica, con España a la zaga, y en fijar las nuevas reglas marcadas por el Tratado de Lisboa.

Esta es la cuarta vez en su historia que España asume la presidencia europea. Serán seis intensos meses de actividad diplomática con la celebración de varias cumbres internacionales con los países de América Latina, pero también con Estados Unidos, Canadá, Rusia y los Estados pertenecientes a la Unión por el Mediterráneo, Marruecos, Pakistán o Egipto.

Relevante será el papel que juegue el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que deberá trabajar mano a mano con el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy y la alta representante para la política exterior, Catherine Ashton, que serán los que lleven la batuta en las nuevas políticas que ponga en marcha la Europa de los Veintisiete, en particular un nuevo plan económico que genere crecimiento y empleo y que resuelva definitivamente los problemas financieros a los que se enfrentan los países desarrollados.

PROTAGONISMO DE LA AGENDA CATALANA

Y mientras la política internacional sigue su curso los ‘asuntos internos’ de la España de 2010 prometen dar más de un quebradero de cabeza a las fuerzas políticas y por ende a una ciudadanía hastiada de corruptelas que seguirán copando muchas portadas.

La trama Gürtel, por el momento aparcada del debate público, volverá a ser protagonista de un nuevo año donde se espera sea levantado en su totalidad el secreto de un macrosumario que ha puesto al PP en el centro de la diana. El principal partido de la oposición, con Mariano Rajoy a la cabeza, decidió curarse en salud por lo que queda por venir diseñando un nuevo código ético bajo el encabezado de no habrá próxima vez. Veremos.

La corrupción política seguirá poniendo a prueba a la clase dirigente cada vez peor valorada por la ciudadanía, preocupada por el devenir de un futuro incierto. Pero el test definitivo serán las próximas citas electorales con una primera parada en Cataluña donde se celebran elecciones autonómicas en otoño. La agenda catalana protagonizará buena parte del discurso político a la espera de una sentencia definitiva sobre el Estatut que determinará las estrategias electorales y cerrará un capítulo que ha permanecido abierto durante tres años y que, se espera, pueda resolver definitivamente la interinidad del Tribunal Constitucional, con la renovación de sus miembros, si es que el PSOE y el PP se deciden a llegar a un acuerdo al respecto.

Pero el PP no pretende seguir sacando tajada de un cuestionado recurso de inconstitucionalidad bajo el lema de se rompe España. Y no lo hará porque la cúpula popular (ahora más en la línea centrista de Alberto Ruiz-Gallardón que de la extrema derecha aguirrista) engrasará su maquinaria para afianzar voto en Cataluña, donde las fuerzas de izquierda del Tripartito andan de capa caída. Los sondeos que maneja José Montilla y sus socios de gobierno son sumamente preocupantes y dejan la puerta abierta a la posible vuelta de CiU de Artur Mas, con un nuevo escenario en el que convergentes y populares podrán acercar posiciones, también en Madrid.

PREPARANDO LAS ELECCIONES DE 2011

Este primer pulso catalán marcará el inicio de una larga precampaña que culminará en las elecciones autonómicas y municipales de 2011, unos comicios que han empezado a cocinarse en los cuarteles generales de los dos principales partidos de ámbito nacional.

El PSOE se embarcará en una dura travesía de la que espera llegar a buen puerto en las Generales de 2012 con unas encuestas, a día de hoy, demoledoras, que otorgan al PP de Rajoy una ventaja de 5 puntos en intención de voto.

Los estrategas de Ferraz buscarán la fórmula mágica que revierta ese horizonte negro afianzando posiciones en sus respectivos feudos y pescando votos en aquellos donde la derecha se hace resistente. La pérdida de respaldo electoral en Cataluña obliga a los socialistas a librar una dura batalla en comunidades como Madrid o Valencia, donde gobierna el PP, así como intentar salvar el cuello en otras como Castilla-La Mancha donde la gaviota azul sobrevuela cada vez más bajo.

2010 será el año donde se ponga en marcha el nuevo modelo de financiación autonómica. El año donde los ayuntamientos abordarán nuevas fórmulas de financiación. El año en el que quizá vea la luz un nuevo pacto por la Educación y por la Energía. El año de un nuevo modelo productivo en eso que el Gobierno ha bautizado como economía sostenible. El año donde la política antiterrorista trabajará en pos del fin de ETA una vez afianzadas las alianzas PSOE y PP con el trascendental pacto de Estado alcanzado en el País Vasco.

Pero 2010 también será el año de las candidaturas, de posibles sucesiones como la de Zapatero –una vez abierto el debate sobre si volverá a presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno- y de una nueva remodelación del Ejecutivo que se prevé pueda abordarse al término de la presidencia europea. El PSOE ha aparcado al segundo semestre un lavado de imagen al Ejecutivo (quizá veamos a Alfredo Pérez Rubalcaba de vicepresidente primero) y el nombramiento de sus cabezas de lista para comunidades y ayuntamientos con Madrid como la principal piedra en el zapato por la incógnita de quién será candidato a la alcaldía.

Será un año preelectoral donde las ideologías seguirán aparcadas pese a que formaciones como Izquierda Unida se han lanzado a una refundación de calado que pretende resucitar los valores de la izquierda, una izquierda que Zapatero proclama con sus políticas sociales y de derechos de la ciudadanía –por cierto, con una ley de libertad religiosa pendiente que volverá a soliviantar a los estamentos eclesiásticos cuando vea la luz-, mientras la derecha se aferra a la idea de la crisis económica terminará por dar la victoria al PP, y casi sin mover un dedo, piensa Rajoy.

Es posible que a no mucho tardar tengamos foto en la escalinata de La Moncloa con apretón de manos Zapatero-Rajoy. Pero eso será el único gesto amable del reñido y largo partido que jugarán socialistas y populares en los próximos meses, muy pendientes de cómo engordar las urnas electorales.

La clase política, a examen en 2010