viernes. 29.03.2024

MANIFIESTO DE "SOMOS IU"

Izquierda Unida no puede hacer política con la agenda de otros

Cuando después del referéndum del 12 de marzo de 1986 para decidir la entrada de España en la OTAN, la Plataforma Cívica aprueba una declaración política en la que se afirma que  “…resulta imprescindible responder a esa profunda demanda social de cambio. Hace falta estructurar el impulso renovador existente en nuestra sociedad, dotándole de coherencia y de amplios apoyos sociales. Se trata de estimular, a partir de la sociedad civil, una agregación de fuerzas sociales y políticas capaces de definir una alternativa desde la cual pueda vencerse el cúmulo de residuos conservadores y de intereses corporativos en cuya órbita se mueve el gobierno actual. Todo ello en el marco de un amplio proceso en donde se articulen fuerzas sociales, políticas y culturales hoy dispersas para la puesta en práctica de un proyecto de transformación de la sociedad española”, se estaba anunciando el nacimiento de Izquierda Unida. Nada se dejaba a la improvisación. Se aprobó una declaración política de nueve páginas, a la que siguió el documento del Acuerdo Político para, finalmente, el 27 de abril de 1986 constituir Izquierda Unida como fuerza política alternativa. El 22 de junio tuvieron lugar las elecciones legislativas. Justo un año antes, la Conferencia Nacional del PCE, aprobó un documento político que sentaba las bases de la   convergencia social y política en España.

Recientemente, y de manera singular, tras las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, en las que IU multiplicó por tres su número de votos y escaños -si bien no pudo capitalizar mejor el hartazgo de la inmensa mayoría de la sociedad española contra las políticas de austeridad-, distintos sectores de la organización no esconden sus deseos de “avanzar hacia la convergencia con Podemos, renunciando si fuera necesario a las siglas IU”. Defienden estos sectores, que “las ideas son más importantes que las siglas” y no dudan en vincular el futuro de IU al desenlace de esta operación.

Quienes suscribimos esta declaración, creemos que las políticas para ensanchar el territorio de la izquierda transformadora, la necesidad de impulsar respuestas políticas y electorales amplias y unitarias, en definitiva, la voluntad de construir proyectos de convergencia son consustanciales a la naturaleza histórica y política de Izquierda Unida. La propia candidatura de la Izquierda Plural a las elecciones europeas es un ejemplo de lo que afirmamos. Somos conscientes de que movimientos como “Podemos”, que ha logrado un excelente resultado electoral el 25 de mayo, han de ser parte esencial de este diálogo político para una nueva confluencia social y electoral; se trata, sin embargo, de evitar iniciativas convulsas y no exentas de improvisación, que elevan retóricamente la mirada hacia un escenario imaginario, a partir de un inaceptable desprecio por la realidad cultural, política y organizativa de IU, de su afiliación y militancia.

Somos muchas las personas de IU que creemos en la vigencia de su proyecto político. Un proyecto de largo recorrido, cuya existencia  no puede ni debe someterse a exámenes de temporada. No compartimos la impugnación estructural del sistema de partidos que distintas ‘voces alternativas’ y medios de comunicación -algunos de acusado perfil conservador-, han activado. Sabemos de la inaplazable necesidad de cambios en la renovación de la propuesta política, en el funcionamiento interno de los partidos, en su relación con la sociedad y con cuanto en ella se mueve, en la participación democrática de la afiliación. Pero la democracia no es compatible con aventuras populistas que niegan las fuerzas políticas actuales, como si las que aspiran legítimamente a relevarlas, fueran congregaciones marianas.

Izquierda Unida no puede hacer política con la agenda de otros. Debe tomar buena nota de la evolución social y política del país, de las grandes tendencias y demandas de la sociedad española. Debe ajustar permanentemente su discurso político, y hacer más permeable y abierta la actividad de su afiliación y la complicidad de la sociedad civil. Pero su organización, su estrategia, su proyecto y sus siglas no son negociables. Es más, estamos persuadidos de que la convergencia de ideas y programas para hacer más visible e influyente a la izquierda transformadora, dependerá en buena medida de que Izquierda Unida sea cada día más fuerte y esté explícitamente comprometida con la movilización social y la iniciativa política e institucional.

Izquierda Unida, un proyecto de largo recorrido