jueves. 25.04.2024

En este abril con olores de República, con cada vez más banderas tricolores en las calles, hablemos de la Republica. Pero no queremos hablar de la Historia, ni contar batallas para recrearnos en aquello de que otro tiempo pasado fue mejor, vamos a hablar de hoy y de mañana. Y sobre todo, vamos a hablar de principios y valores, no sólo de instituciones, ni regímenes.

España está en crisis, una afirmación que todos los días escuchamos profusamente: crisis económica, crisis de empleo, crisis de forma de vida, crisis política, crisis institucional, crisis social,….crisis en todos los ámbitos que nos rodean. Una de las características de una situación de crisis es que es difícilmente previsible lo que va a pasar, que los pronósticos tienen tanto riesgo de no cumplirse como las predicciones económicas de los economistas “oficiales”, en una crisis tan global toda la situación es tan inestable que un acontecimiento imprevisible pueden cambiar todos los equilibrios previos. ¿Quién había oído hablar de Bárcenas hace medio año? ¿Quién habría pensado hace años que la realidad de la Casa Real estaría expuesta en los medios de comunicación?

Estamos en una situación en que una leve pluma puede descompensar el precario equilibrio de la balanza y esto es lo que vamos a vivir en los próximos tiempos. No es tiempo de certezas, sino de incertidumbres y en esta situación lo fundamental es tener una estrategia global, esa que desde la izquierda no aparece ni por asomo. No es tiempo de la maniobra táctica de corto recorrido, sino de dibujar un camino, una perspectiva a la que se vayan incorporando cada vez mas ciudadanos, que sea un proceso capaz de sumar, de crecer, que haga posible que cada parte se sienta parte del mismo, que cada arroyo sume al caudal de un rio global. Ese es el auténtico reto en momentos de desconcierto, desorientación y a veces de desesperanza.

Tenemos un gobierno rechazado por la mayoría de la población, una monarquía a la que se le acabó la bula, una clase política repudiada día a día en la calle, donde la corrupción aparece insertada en todas las estructuras institucionales, un empresariado con una voracidad sin limites que se lucra del empobrecimiento de la gente, unos sindicatos donde no se ven reconocidos los sin trabajo, ni muchos jóvenes, una justicia tremendamente cuestionada. No hay una sola institución u organización nacida de la Transición que se libre de la desconfianza y de la sospecha.

Y a la vez una ciudadanía que siente caer en picado su nivel de vida y sus derechos, donde la pobreza aflora por todas partes, donde la indefensión de las personas es cada vez mayor, donde la represión amenaza cuando se protesta. Pero a la vez una ciudadanía que se moviliza posiblemente como nunca, el 15-M, las huelgas generales, las mareas, las reivindicaciones nacionales, las luchas contra los desahucios, etc. Y además con nuevas formas: espontáneas, democráticas, unitarias en la acción, nuevas redes formadas por muchos nodos que de forma colaborativa y cooperativa dialogan, se reúnen, transforman, crean, proponen….millones de personas en las calles pero sobre todo, y mas allá de las reivindicaciones concretas, un sentimiento profundo de que hay que cambiar, que hay que tomar de nuevo el destino en nuestras manos, que la crisis del régimen requiere una nueva alternativa global. Unos lo formulan como proceso constituyente, otros como cambio de la Constitución, otros como un nuevo pacto diferente al de la transición, y muchos en definitiva con el….si se puede.

Cada día nuevas publicaciones en digital o en papel, nuevos foros, nuevas reflexiones, cientos de artículos apuntan persistentemente en la necesidad de un cambio de rumbo y la necesidad una nueva propuesta global y plural, y esto en un marco de desorientación política donde la alternativa a este Gobierno de la derecha no existe y ello provoca desesperanza, donde la alternativa de toda la vida el PSOE, por el momento no está ni se le espera, donde las otras opciones avanzan pero ni mucho menos al nivel de la exigencia de los tiempos, donde una nueva alternativa unitaria desde la izquierda tipo Syriza tampoco acaba de vislumbrarse, donde las fuerzas acumuladas desde el 15-M no encuentra ni posiblemente vayan a encontrar canalización política.

Tres cuestiones configuran la situación: crisis profunda del régimen, movilización enorme de la sociedad para resistir a los ataques y falta de alternativa política que de salida en el actual marco.

Esto no se soluciona como otras veces desde el 78 con la alternancia, aunque posiblemente ya se estén aglutinando las fuerzas para un ejercicio de gatopardismo de altos vuelos: reforma constitucional moderada, nuevo pacto del establishment entablillando la monarquía con abdicación y transparencia, ver como se incorpora a las derechas periféricas, todo ello con la aplicación del ajuste de caballo que recomienda el Bundesbank, conclusión: menos libres para ser mas pobres.

Ahora sí, volvamos a la Historia. En los años 20 ante la descomposición económica, institucional y moral del país, la Corona y el Ejército arbitraron el golpe de Primo de Rivera para recomponer dentro de la misma estructura. Muchos se acomodaron pero el río siguió fluyendo y poco a poco se fueron descolgando del régimen parte de los apoyos: Sánchez Guerra, Alcalá Zamora, Maura, Perez de Ayala, el mismo PSOE de una cierta colaboración a la oposición frontal …..monárquicos reconocidos pasaron a republicanos del momento y el movimiento republicano fue sumando y sumando hasta imponer su mayoría civil. Ahora no es el tiempo de golpes militares mas allá de las astracanadas del General Chicharro y otros toleradas por el Gobierno, pero ante la crisis global las salidas serán globales: una la de los parches y otra y en esa queremos incidir la de la República.

No estamos ante una reivindicación nostálgica aunque nos sintamos orgullos de aquella explosión de fe en el futuro y la libertad que supuso el 14 de abril de 1931, estamos ante una perspectiva política que se incardina con claridad en el cambio de régimen. Los grandes problemas presentes: el poder político, la profundización de la democracia, el control del poder financiero, la relación con la Iglesia reaccionaria, la desaparición de quistes del pasado como la monarquía, las relaciones federales entre las nacionalidades, las relaciones en la UE,….todo aquello que fue plasmado en centenas de plazas de todo el país tiene auténtico sentido en un movimiento republicano aunque tarde en expresarse política e institucionalmente. No es casual que hoy ya la monarquía esta tocada y que las cohortes más jóvenes ya se pronuncien mayoritariamente por la República.

Como señalaba Julián Casanova en un reciente artículo: “Esa nueva cultura cívica y participativa puede, y debe alejarse del marco institucional monárquico y retomar la mejor tradición del ideal republicano. Hacer política sin oligarcas ni corruptos, recuperar el interés por la gestión de los recursos comunes y por los asuntos públicos. En eso consiste la república”.

Las nuevas energías que surgen de las reivindicaciones y la lucha civil, de la inteligencia de las  multitudes en las redes, de los nuevos valores cívicos y ciudadanos de un país moderno que quieren dejar definitivamente atrás tantos lastres que aún frenan el avance democrático, merecen algo mucho mejor que este Régimen caduco y avejentado. Todas las gentes que están hoy en acción, y las que mas tarde o mas pronto se sumaran  encontrarán, antes o después, su punto de unión en esta reivindicación del cambio democrático global: la República.

Hablemos de la República…