nuevatribuna.es
2 de febrero de 2010, 10:03
NUEVATRIBUNA.ES / I.G.C. 02.02.2010
Imputado por la trama de espionaje político en Madrid, Sergio Gamón sigue gozando de los favores de su máxima valedora, Esperanza Aguirre.
Tras saltar el escándalo por los seguimientos a Manuel Cobo y Alfredo Prada, Gamón fue cesado en 2008 de su cargo de director general de Seguridad que ahora ostenta Enrique Barón. Pero sólo una semana después de su destitución se creó un puesto expreso para él como ‘director general del área de seguridad’ que depende directamente del consejero Francisco Granados.
Así figura en la web de la Consejería donde se puede comprobar claramente que la Comunidad de Madrid tiene dos direcciones de seguridad, la de Barón y la de Gamón, esta última sin competencias y funciones conocidas, sin estructura y sin personal adscrito.
De hecho, el nombre del supuesto jefe de los espías –que cobra por su cargo alrededor de 90.000 euros al año- no aparece hasta el final de la página y por supuesto sin ninguna información adicional.
Esta fue la reestructuración que ‘vendió’ Granados antes del verano pero que no significó más que un lavado de cara. Cuando se le pregunta a qué se dedica Gamón, el consejero se limita a contestar: “Está asesorándome a mi”. Por la contestación dada al PSOE en la Asamblea de Madrid, Gamón está realizando un informe que al parecer no tiene fecha de finalización.
La portavoz socialista en el Parlamento regional, Maru Menéndez destacó este martes que el argumento del PP sobre que estaban realizando servicios de contravigilancia a Cobo “ha quedado claramente desmantelado” porque el vicealcalde “en ningún momento fue advertido de una actividad de contravigilancia y tampoco sus escoltas como es preceptivo”, afirmó.
Según cuentan algunas fuentes, el nombramiento de Gamón fue impuesto por Aguirre a Granados y también al que fuera consejero de Justicia, Alfredo Prada, otro de los espiados, con el que nunca mantuvo una buena relación: “Iba por todas partes haciendo de menos a Prada”, aseguran.
Pese a ello, nunca fue destituido: “Es intocable”, señalan las mismas fuentes.
Imputado por la trama de espionaje político en Madrid, Sergio Gamón sigue gozando de los favores de su máxima valedora, Esperanza Aguirre.
Tras saltar el escándalo por los seguimientos a Manuel Cobo y Alfredo Prada, Gamón fue cesado en 2008 de su cargo de director general de Seguridad que ahora ostenta Enrique Barón. Pero sólo una semana después de su destitución se creó un puesto expreso para él como ‘director general del área de seguridad’ que depende directamente del consejero Francisco Granados.
Así figura en la web de la Consejería donde se puede comprobar claramente que la Comunidad de Madrid tiene dos direcciones de seguridad, la de Barón y la de Gamón, esta última sin competencias y funciones conocidas, sin estructura y sin personal adscrito.
De hecho, el nombre del supuesto jefe de los espías –que cobra por su cargo alrededor de 90.000 euros al año- no aparece hasta el final de la página y por supuesto sin ninguna información adicional.
Esta fue la reestructuración que ‘vendió’ Granados antes del verano pero que no significó más que un lavado de cara. Cuando se le pregunta a qué se dedica Gamón, el consejero se limita a contestar: “Está asesorándome a mi”. Por la contestación dada al PSOE en la Asamblea de Madrid, Gamón está realizando un informe que al parecer no tiene fecha de finalización.
La portavoz socialista en el Parlamento regional, Maru Menéndez destacó este martes que el argumento del PP sobre que estaban realizando servicios de contravigilancia a Cobo “ha quedado claramente desmantelado” porque el vicealcalde “en ningún momento fue advertido de una actividad de contravigilancia y tampoco sus escoltas como es preceptivo”, afirmó.
Según cuentan algunas fuentes, el nombramiento de Gamón fue impuesto por Aguirre a Granados y también al que fuera consejero de Justicia, Alfredo Prada, otro de los espiados, con el que nunca mantuvo una buena relación: “Iba por todas partes haciendo de menos a Prada”, aseguran.
Pese a ello, nunca fue destituido: “Es intocable”, señalan las mismas fuentes.
