El tiempo se acaba, el 20-N está al caer y no queda mucho tiempo para que la gente de izquierdas, ecologistas y progresistas de toda índole concreten una alternativa creíble que dé ilusión a una sociedad desmoralizada.
Hace falta una alternativa que se presente frente a la derecha pura y dura que el PP representa, frente a un PSOE definitivamente socio-liberal, instalado en el centro-izquierda, y frente a la bisagra perpetua de los nacionalismos conservadores.
Hay voces respetables que demandan esta alternativa, desde el manifiesto de “Las Ilusiones compartidas” hasta la propuesta de Frente Amplio de Gaspar Llamazares; Existen organizaciones para construirla desde amplios sectores de IU a Espacio Plural o Equo, o diversos grupos no estatales como Compromís, CHA, Iniciativa de les Balears y otros. Pero hace falta concretar ya, antes del 20-N, una alternativa única, que permita hacer oír una voz unitaria de la izquierda. Una voz que sea creíble y dé esperanza a todos los desencantados.
Urge el tiempo y cabe esperar que el egoísmo de las organizaciones no defraude las esperanzas y expectativas ciudadanas, cada vez más desencantadas de la política a causa de un bipartidismo esclerotizante de la vida política y que cada vez más recuerda al de la época de la Restauración, entre conservadores y liberales.
Hace falta que los grupos a la izquierda del PSOE hagan caso a las voces más lúcidas, hagan caso a la demanda de la izquierda social representada por los sindicatos, al indicador que significa el movimiento del 15 M. Es preciso abandonar los egoísmos partidistas. IU debe ser consciente de lo que es, y que no puede representar por si sola una alternativa, ni el eje de una esperanza de renovación. Ni puede establecer exclusiones para un acuerdo, como no aceptar a Compromís o Iniciativa de les Illes.
Por su parte Equo debe tener una visión más madura de la situación, no es un objetivo válido para la ciudadanía su satisfacción por conseguir 4 ó 5 diputados el 20-N. Debe ser más importante el deseo y la necesidad ciudadana que una visión de grupo o la ilusión de los Verdes europeos de tener un referente propio en el estado español.
Todos son necesarios para configurar una alternativa pero nada será posible si no se unen y se anteponen intereses partidistas.
Y la necesidad es cada día más urgente, como nos demuestra el día a día del país.
La próxima reforma de la Constitución es un elemento más que hace ver la necesidad de un antídoto frente al bipartidismo que nos gobierna.
Es necesaria una alternativa unitaria roji-verde que consiga una fuerte presencia en el próximo Congreso de los Diputados. La voz de un tercer grupo parlamentario, a ser posible con 20 o más diputados, que consiga hacer oír en el hemiciclo una posición genuinamente de izquierdas, ecologista, progresista y federalista, frente a la derecha del PP, y sus previsibles políticas, y que desde la izquierda forzara a los social-liberales del PSOE a posiciones progresistas.
Los hechos recientes nos confirman esta necesidad. El reciente acuerdo PSOE-PP para limitar constitucionalmente el déficit es un ejemplo de que el actual bipartidismo va en contra de los intereses mayoritarios de la ciudadanía. Así se pretende incluir una modificación constitucional de trascendencia que tendrá efectos limitadores futuros sobre las posibilidades de inversión pública y la consolidación y mejora del estado del bienestar. Y se pretende hacerlo de la misma forma como se efectuó en su día la privatización de las Cajas de Ahorros, otra medida económica y social de capital importancia. Con “rapidez y sin debate”, es decir “con nocturnidad y alevosía”. Al final de un mandato y deprisa y corriendo. Podrían haberse limitado a acordar el techo de déficit y deuda, pero no, lo quieren incluir en la Constitución para dificultar cualquier reversión de la medida, a pesar de que su vigencia sería a partir del 2018.
Una medida defendida por la derecha europea, y por Rajoy. Y cuestionada en su día por el propio Rubalcaba, y aún ahora denunciada por socialistas nada sospechosos como Jordi Sevilla o Josep Borell, es decir por gente genuinamente socialdemócrata, o por alguien genuinamente de izquierdas en las filas socialistas como Antonio Gutiérrez. Pero es que el PSOE ha abandonado este espacio, está más en la onda de los laboristas de Blair.
Y que me perdonen algunos opinadores de buena fe, afines al PSOE, como Carlos Carnero, en estas páginas de Nueva Tribuna, que pretenden ocultar el fondo con la forma. Y se oponen al referéndum porque dicen que eso daría tiempo y beneficio a los tiburones financieros. No, el problema no es el referéndum, el problema está en la política conservadora de Zapatero y el PSOE y su decisión de introducir la limitación en la Constitución.
Por favor basta ya de falacias. El PP es una confederación de las derechas en la que domina la más pura y dura. Los nacionalismos conservadores son eso, conservadores, y aprovechan una ley electoral nefasta para lograr que se impidan políticas de progreso. El PSOE, primero con González y ahora con Zapatero y no cabe tener ninguna razón para esperar que Rubalcaba, con todo su currículum, cambie nada, es un centro izquierda socio-liberal, abierto en temas de libertades individuales pero que siempre se inclina hacia la derecha en políticas socio-económicas, a titulo de ejemplo sólo cabe ver su política fiscal. Esta normalmente es una de las bases de la socialdemocracia que no cuestiona el sistema económico capitalista actual, pero intenta redistribuir sus beneficios mediante impuestos, pues aquí los Gobiernos del PSOE ni eso. Por eso me reafirmo en que el PSOE es hoy un partido social-liberal.
Y la gente a la izquierda del PSOE, socialista, socialdemócrata de todo tipo, poscomunistas, izquierdistas, ecologistas, esta izquierda castigada por una ley electoral falta de la más mínima proporcionalidad, será corresponsable de la situación, sino aparcan sus egoísmos de partido o grupo y ¡¡CONSTITUYEN YA!! UNA ALTERNATIVA DE IZQUIERDAS, abierta a toda la gente y que pueda ilusionar a todos los que, desencantados o no, nos reclamamos de izquierdas, ecologistas, federalistas y todos los demás “istas” de progreso.