martes. 16.04.2024

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Nuestras condiciones para impulsar la operación no son otras que adecuarse a nuestro modelo socialista de equilibrio urbano, coste cero para el Ayuntamiento de Madrid y financiación de dotaciones públicas tales como escuelas infantiles, bibliotecas, centros de mayores, etcétera

El jueves, 25 de junio de 2015, a las 17:10 horas, tomé un café en mi despacho con tres conocidos y reputados urbanistas cuya aportación a esta ciudad está fuera de toda duda. Me sorprendió la crítica despiadada que hicieron a las aportaciones e intereses de otro urbanista a quien calificaron de obsoleto: Eduardo Mangada.

No entro ni salgo en dicha opinión. Días después me encuentro en este diario un artículo, un relato fabulado, un desacertado escrito, firmado por el propio Eduardo Mangada y Jesús Gago. Un texto, profuso en falsedades, embustes y calumnias sobre mi posición en relación a las inversiones en esta ciudad.

Me han recordado precisamente la Fábula de los Tres Protectores, cuento también que relata que  en una ciudad sitiada sus habitantes se reunieron para saber cómo protegerse. Un ladrillero recomendó ladrillos para su protección, el carpintero un muro de madera y, al fin, el curtidor propuso cubrir de cueros la urbe.

Como reconoce el texto de Esopo, los agitadores, los imprudentes, defienden con fanatismo su punto de vista, sin dar cuenta de las consecuencias de su trivialidad e intrascendencia. Como Mangada y Gago, imagino, de forma inconsciente y espero que sin maldad.

Durante el mes de junio, alarmados por las noticias aparecidas en prensa, recibí la llamada de diferentes inversores preocupados por el futuro de sus inversiones en una ciudad presta a recibir financiación para su prosperidad.

Así, tras varios intentos de quedar con el que escribe, recibí a los representantes de la Operación Chamartín. Operación iniciada por el gobierno socialista en 1993 y cuya última propuesta en abril de 2015 dio lugar a una rueda de prensa por mi parte oponiéndome a la misma por su falta de transparencia, innecesaria promoción inmobiliaria y elevado coste para las arcas municipales.

Rueda y explicaciones de las que han sido inconscientemente sordos tanto Mangada como Gago.

La Operación Chamartín

Así, tal como le expliqué a Antonio Béjar, representante del principal promotor privado (BBVA), nuestras condiciones para impulsar la operación no son otras que adecuarse a nuestro modelo socialista de equilibrio urbano, coste cero para el Ayuntamiento de Madrid y financiación de dotaciones públicas tales como escuelas infantiles, bibliotecas, centros de mayores, etcétera.

Una posición evidentemente de progreso que hizo dudar a los operadores privados pero que para nosotros representan líneas rojas. Precisamente, el hecho de no ponernos de acuerdo en el futuro de la operación nos hizo crear una comisión para sopesar cómo acercar posturas y evitar que una inversión de ese tamaño (cinco mil millones de euros) se escapara de la ciudad. Una oportunidad para sus dotaciones públicas siguiendo el modelo urbano que los socialistas proponemos.

A esto le pareció a Mangada y a Gago que estábamos haciendo “lobbismo”. Ninguno de los concejales socialistas hemos cobrado jamás un euro del urbanismo, situación de la que no podrían presumir (legítimamente) ninguno de los firmantes del infundio.

A Mangada y Gago les parece que promover las inversiones en la ciudad es hacer “genuflexiones”. Tratar de aprovechar en beneficio público una inversión tan grande, les parece, empero, una cesión a la especulación.

Se preguntan los autores de forma inopinada “de dónde procede el dinero”. Tendrá que aclarar el BBVA entonces si es una inversión oscura o, sin embargo, se trata como parece de una operación que, aún no estando de acuerdo con ella, pretende conseguir simplemente una rentabilidad económica.

Para mayor abundamiento, ponen Mangada y Gago en mi boca reflexiones que yo no he hecho jamás, tales como, por ejemplo, señalar que yo he dicho que nos gustaría recibir estas inversiones “cueste lo que cueste”. Cuando en realidad de momento hemos sido los únicos que hemos condicionado esta operación al beneficio de la ciudad y al ahorro público.

Operación que como se sabe tiene una sentencia desfavorable del Tribunal Superior de Justicia de Madrid cuya ponencia del magistrado Francisco Javier Canabal parece no habérsela leído los autores de tamaño despropósito.

Para mayor error, Mangada y Gago señalan que yo he tenido “ocultas reuniones” (sic) con el grupo Wanda. Precisamente a petición de este inversor chino tuve una reunión, también con luz, taquígrafos y… atención… rueda de prensa.

Mis argumentos a favor de Wanda fueron los mismos que para la Operación Chamartín: beneficio para la ciudad y sus vecinos, coste cero para el Ayuntamiento, financiación de dotaciones públicas y modelo de ciudad socialista.

Aquí fue donde empecé a sospechar algún interés espurio por parte de los autores ajeno a una simple desinformación, inconsciencia u olvido. Sigo pensando, sin embargo, que seguro son buenas personas con buenas intenciones.

No ha sido la primera vez que he escuchado críticas al señor Mangada. En un debate entre candidatos organizado por el Club de Debates Urbanos, tuve que salir en su defensa tras las críticas de uno de los intervinientes.

Y es que, a pesar de no conocer a Mangada, ni a Gago, si he de estar satisfecho de la labor  del primero como consejero de la Comunidad de Madrid durante unos años ochenta de magnífico recuerdo para todos en la región.

Claro que, ni quito ni pongo rey, las críticas que sostienen que Mangada defiende un modelo de ciudad arcaico y desusado no son de mi competencia dado que lo único que conozco de él en los últimos tiempos es este último artículo tan inesperado, ignaro y desinformado.

Concluyen Mangada y Gago que yo debiera informar a la señora alcaldesa de la posición del Grupo Municipal Socialista, Aclaro que mi relación con ella es de extrema lealtad y apropiado margen para ayudar a lograr un cambio en Madrid.

Sin embargo, ¡cáspitas!, de repente alguien me informa que tanto Eduardo Mangada como Jesús Gago no son inocentes sino parte. Firmantes de un legítimo manifiesto a favor de la candidatura de Carmena y contrarios a la posición del PSOE, imagino, hace que se explique en una buena parte el osado e irreflexivo artículo que han publicado.

Y yo, profesor de Economía, ni entro ni salgo en las disputas entre los distintos clubes, gabinetes o estudios de urbanistas. Al contrario, critico que algunos quisieran cooptar al anterior gobierno como, atención, también critico de la misma forma que quieran cooptar la posición del nuevo ayuntamiento.

Debieran haber sido más sensatos y cautelosos, en vez de parecer interesados y parciales, los autores de tales opiniones basadas, quiero pensar, en no haber leído la noticia relativa a que este grupo municipal pretende un modelo de ciudad de reequilibrio, critica abiertamente la especulación, se opuso a las operaciones de Chamartín y de Plaza de España tal como se han concebido, cree en el ahorro público y en una sociedad nueva.

No responderé a ninguna carta más, pero, créanme, era necesario aclarar tales infundios, si bien presumo que a los desinformados autores les guía la buena fe.

Sean Mangada y Gago uno de los tres ocurrentes de la fábula de los tres protectores, el que escribe, sin embargo, ni es ladrillero, ni carpintero, ni curtidor.

Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y Portavoz del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Madrid.

La fábula de Mangada