jueves. 28.03.2024
ENTREVISTA A JOSEP BORRELL

“El PSOE tiene que hacer unas primarias lo más abiertas posibles”

Apartado de la vida interna del partido, Josep Borrell no tiene ninguna intención de volver al primer plano político. Considera que su tiempo ha pasado al igual que el de otros y que lo que se necesita es gente nueva, con otro bagaje. El que fuera presidente del Parlamento Europeo se muestra muy crítico con las políticas de austeridad marcadas por Alemania a la que sitúa como la gran vencedora de la crisis.

Nos encontramos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el mismo día en que se reúne el Consejo Europeo de Bruselas [14 de marzo]. En un par de horas Josep Borrell se marcha a Sevilla para dar una conferencia. Asegura estar está "muy ocupado", "más de la cuenta" para lo que corresponde a un jubilado como él y se muestra reticente a hablar del PSOE, de su crisis interna, aunque sí quiere poner énfasis en la necesidad de que el partido celebre unas primarias lo más participativas posibles tomando como referencia el modelo francés e italiano. Exministro, expresidente del Parlamento Europeo y presidente hasta 2012 de la Universidad Europea de Florencia, Borrell arremete en esta entrevista contra las políticas de austeridad marcadas por Alemania y lamenta que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE no se den cuenta de la situación grave de crisis social y política en Europa: “Parecen un grupo de burócratas que no se enteran de lo que pasa”, afirma.


Es grave la desafección ciudadana hacia el proyecto europeo

Nuevatribuna.es | Se celebra un Consejo Europeo en medio de una fuerte contestación social contra las políticas de austeridad ¿Se vislumbra algún cambio?

Josep Borrell | Cuando lees el proyecto de resolución [Consejo Europeo] no hay nada nuevo, es más, parece escrito en otra época y en otro lugar, porque parecen no darse cuenta de la situación grave de crisis social y política en Europa. Parece redactado por un grupo de burócratas que no se enteran de lo que pasa. En el fondo, lo que pasa, es que Alemania no quiere modificar las políticas de austeridad y no quiere aceptar lo que le piden algunos de los países directamente afectados como es el caso de España o que lo van a estar como es el caso de Francia y se niega a cualquier modificación de estas políticas.

Pero en estos momentos hay una correlación de fuerzas diferente con cambios de gobierno en algunos países de la UE.

Básicamente el francés, en los demás no hay grandes cambios. Hollande llegó con la voluntad declarada y con compromiso electoral de flexionar las políticas europeas que habían protagonizado Sarkozy y Merkel, en particular su promesa de negarse a ratificar el tratado fiscal si no incorporaban políticas de apoyo al crecimiento. Pero eso no lo ha podido hacer y al final ha tenido que adaptarse a las exigencias. El drama es que esas políticas mal llamadas de austeridad están matando Europa, están destruyendo la fábrica social europea y la propia idea de Europa. Vamos a ver lo que pasa en las próximas elecciones europeas, pero es grave la desafección ciudadana hacia el proyecto europeo. En lugar de decirles 'es la economía estúpido’, ahora habría que decir ‘es la política estúpido’, la crisis ya no es económica es una crisis política, en doble sentido, de la institucionalidad política de la Unión y la crisis política que se va a producir como consecuencia de los efectos devastadores que están teniendo las políticas –insisto- mal llamadas de austeridad.

Estamos despilfarrando el capital más importante que tiene un país que es su capital humano

¿Por qué mal llamadas de austeridad?

La austeridad es una palabra noble, siempre ha tenido una connotación positiva y ahora la austeridad equivale en la práctica a la reducción drástica de las transferencias sociales del Estado de bienestar. Sus defensores hablan de que es expansiva porque gracias a ella llegaremos a una etapa de crecimiento que Krugman llama ‘el hada de la confianza’. Yo creo más en que estamos viviendo una época de despilfarro contractivo, porque estamos despilfarrando el capital más importante que tiene un país que es su capital humano.

Y todo ello bajo el pretexto de control del déficit y de salvar el euro. ¿Es verdad que se ha salvado el euro?

El euro ciertamente se ha salvado. Hemos pasado la fase aguda de la crisis en la que estábamos hace un año. De hecho se salvó cuando el 28 de julio pasado, Draghi [presidente del BCE] dijo esa frase para la historia que es que ‘haría todo lo que fuera necesario para salvar el euro y que lo necesario sería suficiente’. Desde entonces la fase aguda ha pasado y creo que hemos entrado en una fase crónica, el enfermo no ha muerto, pero se ha convertido en una enfermedad caracterizada por mercados financieros desintegrados, por altos tipos de interés para la actividad productiva con racionamientos del crédito, con expectativas muy negativas, con altos niveles de paro, y por lo tanto, con una situación que a medio plazo es socialmente insostenible.

El euro se ha convertido en el mayor instrumento del que dispone Alemania para imponer su ideología económica

¿Y cree que puede derivar en una mayor conflictividad social en los países afectados?

Lo que puede haber es una revuelta social. Lo que ha pasado en Italia demuestra claramente que la sociedad rechaza esas políticas. Parece que todo se reduce a la cifra mágica del 3% de déficit, parece que es lo único que importe, el paro puede llegar al 26%, el PIB se puede caer un 10%, la pobreza puede crecer tantos por ciento, qué importa, mientras el déficit esté por debajo del 3% parece que lo demás no tenga ninguna relevancia, y esto es la preponderancia ideológica de una cierta forma de concebir la economía y la sociedad. Es el neoliberalismo alemán que se ha impuesto en toda Europa. Es curioso, porque se suponía que el euro iba a ser la forma de embridar la potencia política de la Alemania reunificada. El euro se inventó como contrapartida a la reunificación, era la manera de limitar el poder político de una Alemania demasiado fuerte económicamente. Y se ha acabado convirtiendo en el mayor instrumento del que dispone Alemania para imponer su ideología económica sin siquiera, por otra parte, convertirse en el líder político de Europa.

Aunque los alemanes no se lo crean, Alemania es la gran ganadora de la crisis, se está financiando prácticamente gratis, lo que se está ahorrando en costes de financiación es muy superior a todo lo que le puede haber costado la crisis por las ayudas que ha concedido a otros países (bueno, más que ayudas son préstamos). Quien está sacando los grandes beneficios de la situación actual es sin duda Alemania. Y frente a ella no hay un contrapoder. En Francia, Sarkozy se entregó a Merkel porque quería evitar a toda costa que Francia entrase en la espiral italiana. Hollande ha tenido que plegar bastantes de sus banderas, y tiene una situación difícil, 2013 será un año horrible para la economía y el empleo y Francia.

Las elecciones italianas reflejan el hartazgo de un sistema político que para muchos italianos es un túnel del tiempo o el pasillo de las momias

¿Cómo ve la situación en Italia después de las elecciones?

Va a haber un gobierno de transición mitad técnico mitad político para salir como se pueda del apuro. Si Grillo se mantiene en sus trece no podrá ser otra cosa más que una alianza contranatura entre el centro derecha y el centro izquierda, algo que Bersani siempre ha rechazado pero que al final puede que no le quede más remedio que hacer. Solo podrá ser una alianza transitoria, ni siquiera sería un gobierno, sino una especie de interinaje hasta que se convoquen otras elecciones. Las elecciones italianas son muy ilustrativas, reflejan al menos dos cosas: una, el rechazo a las políticas de austeridad -Monti sacó un 10%- y, por otra, el rechazo a los partidos políticos tradicionales, el hartazgo de un sistema político que para muchos italianos es un túnel del tiempo o el pasillo de las momias. Los mismos, muy desprestigiados, con escándalos en la derecha y la izquierda, el sentimiento de que esos partidos son cajas negras oscuras que no se sabe muy bien cómo funcionan y eso, a pesar de los intentos de Bersani -que hay que aplaudir- al acudir a un sistema de primarias para elegir al candidato e incluso para a los candidatos a diputado.

Lo que la gente quiere es una democracia menos vertical, más participativa

¿Le gusta el modelo de primarias que hizo la izquierda italiana?

Es mejor que el sistema de que nadie sabe porque los candidatos a diputado son los que son. Mejor eso que la dedocracia interna del aparato que es lo que la gente rechaza. Lo que la gente quiere es una democracia menos vertical, más participativa. Hay una similitud histórica, los partidos liberales que fueron los partidos progresistas del siglo XIX, que representaban la libertad, el progreso, la emancipación social, no sobrevivieron a la revolución industrial, desparecieron y fueron sustituidos por partidos socialistas. Desaparecieron porque no supieron captar el mundo que se les venía con el vapor. Y ahora podría pasar lo mismo con los partidos socialistas que nacieron de esa revolución industrial, porque no capten, no se integren, no asimilen, no representen al nuevo mundo que viene, no por el vapor, sino por las nuevas técnicas de comunicación social de la revolución de las comunicaciones y de la proleterización a ultranza de la juventud.

Y en este escenario, ¿cómo ve al PSOE?

El PSOE tiene que hacer primarias, tiene que hacer unas elecciones lo más abiertas posibles, lo más participativas posibles, haciendo que los ciudadanos se sientan interesados y facilitando su participación. Al PSOE le pasa lo mismo que a los partidos de izquierda tradicional que son hijos de la gran revolución industrial, de los 40 años gloriosos de la posguerra que han cabalgado sobre una poderosa redistribución social, el estado de bienestar, la integración de las clases trabajadoras en una política democrática. Hoy, toda Europa, tienen dificultades para identificarse con su electorado, las clases populares que reciben el choque de la globalización, de la desindustratalización, de la competencia de países con salarios bajos y ahora el impacto de los ajustes a los que la crisis obliga o nos obligan. Y frente a eso, probablemente su imagen ha quedado muy desdibujada, porque ellos también protagonizaron las políticas de ajustes. El sentimiento en las clases populares europeas es que se puede cambiar de gobierno pero no se cambia de política porque viene muy dictada por condicionantes exteriores, por los mercados financieros.

La respuesta europea frente a la crisis ha sido siempre tardía, lenta, incompleta y un tanto histérica

En el caso del PSOE esa desafección comenzó cuando Zapatero bajó el salario de los funcionarios y congeló las pensiones. Eso tuvo un coste político, la pérdida de más de 4 millones de votos. ¿Cree que fue un error?

Supongo que el PSOE era consciente de que esas medidas iban a tener un alto coste electoral. Zapatero lo dijo. Todo depende de cómo juzgues la negociación que en ese momento tuvo lugar en Europa. Probablemente la respuesta europea frente la crisis y en particular las medidas de ajuste respondieron a una cierta histeria ante los ataques de los mercados. Hubiese sido mucho mejor para todos que los ajustes, entonces y ahora, hubieran sido mucho más graduales. Aquello fue una circunstancia excepcional, e, insisto, afrontada con una cierta histeria.

Pero el PSOE podría haber optado por un adelanto electoral.

Lo mismo se puede pensar en el caso italiano, en lugar de poner un gobierno técnico votado por los diputados italianos obligados porque, si no, al día siguiente, Italia se podría encontrar sin acceso a la financiación. Ese es el nuevo ‘caballo de Pavía’, las disposiciones de los mercados financieros. Por esos días, pasó por la Universidad que yo presidía en Florencia Van Rompuy [presidente de la Comisión Europea], la noche previa a la dimisión de Berlusconi y dijo otra frase para la historia, ‘no hay tiempo para elecciones’. Ese es el problema, que el tiempo de la democracia es bastante incompatible con el tiempo de las reacciones del mundo financiero.

¿Entonces Zapatero no tuvo margen de maniobra?

No, no parece que lo tuviera, pero insisto que la respuesta europea frente a la crisis ha sido siempre tardía, lenta, incompleta y un tanto histérica. No se pueden combinar políticas de reformas estructurales con políticas de restricción de la demanda, es un plantel muy peligroso porque empujan al país a la recesión. Las reformas estructurales debieran acompañarse con políticas de apoyo a la demanda o hacerse en fases de expansión porque si no crean una dinámica recesiva que está afectando dramáticamente a muchísima gente y si le sumas los casos flagrantes, insultantes de corrupción y de desprestigio a las instituciones es un coctel explosivo; la imagen de Bárcenas brindando con champán, 30 millones en su cuenta corriente, y haciendo la peineta a un país con seis millones de parados refleja bien ese coctel explosivo.

CiU le ha hecho trampa al PSC

Como militante del PSC ¿cree que se reconducirán las relaciones con el PSOE?

Es evidente que hay un cambio con respecto a lo que ha sido la práctica política hasta ahora. El día de la votación en el Congreso de los Diputados de la moción sobre el derecho a decidir en Cataluña fue un gran día para la derecha española y el independentismo catalán porque se visualizó una divergencia en una cuestión que no es baladí. CiU le ha hecho trampa al PSC. Si de verdad CiU quisiera que se celebrase un referéndum lo que debía haber hecho era llevar al Parlament la moción que llevó a Madrid y hubiese conseguido una amplia mayoría para instar a negociar con Madrid. CiU es rehén de ERC y lleva a Madrid una propuesta que sabe que el PSC no puede dejar de votar porque estaba en su programa electoral. Está jugando con dos cartas, en Cataluña invoca la soberanía y en Madrid el diálogo dentro de la legalidad. Lo hacen obligados por ERC y de esta manera han roto la unidad del socialismo y agudizado las tensiones dentro del PSC. La gran diferencia del socialismo catalán y las fuerzas soberanistas independentistas es que el socialismo catalán quiere actuar siempre en el marco de la legalidad.

“El PSOE tiene que hacer unas primarias lo más abiertas posibles”