jueves. 25.04.2024
debate atresmedia

En el ring los cuatro púgiles electorales. Un Pablo Casado hiriente con el candidato socialista y con las políticas del PSOE. Un Albert Rivera en modo killer con embates a diestro y siniestro. Un Pedro Sánchez aguantando estoico los golpes y en situación de defensa constante. Y un Pablo Iglesias marcadamente moderado que sin embargo tuvo que entrar al trapo enervado con las constantes interrupciones del líder de Ciudadanos.

La ‘segunda vuelta’ del debate electoral celebrado este martes en Atresmedia fue más dinámico que la previa del lunes en RTVE. Fue más enconado, más bronco, más denso, más polarizado, más intenso, menos encorsetado, en el que se habló de todo gracias a la amplitud de temas planteados por los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor y por el propio formato televisivo diseñado para la ocasión.

El tema de los acuerdos poselectorales estuvo muy presente en las dos horas que duró el debate. El arranque del mismo prometía jugosas declaraciones ya que los moderadores arrancaron con la polémica cuestión. Tras las constantes apelaciones de Iglesias ante un posible pacto con C’s, Sánchez se limitó a decir que “no está en sus planes” pactar con la formación naranja, acusando a Rivera de poner al PSOE un “cordón sanitario”. Casado optó por mantenerse en sus dominios poniendo como principal línea roja a los nacionalistas y pidiendo un voto unitario para el PP que situó como única alternativa de gobierno al PSOE. Rivera mantuvo su mano tendida al PP para formar un “gobierno constitucionalista” y tal y como transcurrió el debate no parece dejar un resquicio a la posibilidad de un pacto con los socialistas. E Iglesias, dispuesto a formar gobierno con el PSOE y asumiendo que se acabaron los gobiernos de un solo color en este combate electoral tan reñido.

Sánchez supo mantener el tipo ante la embestida constante de Casado y Rivera que no escatimaron en insultos y reproches contra el líder socialista. “Mentiroso”, “irresponsable”, “sucedáneo de presidente”, “mezquino”, “rehén de los independentistas”, fueron algunos de los términos que los líderes de la derecha utilizaron contra él. Pablo Casado le acusó de haberse convertido en una "muñeca rusa, en una matriosca", en la que están Podemos, JxCat, ERC y Bildu; y Rivera le acusó de ser un “fake” y de querer “tomar el pelo a los españoles”.

Ante las constantes alusiones a su persona, Sánchez respondió con dureza acusando a los dos candidatos de la derecha de “mentir”, de lanzar “falsedades”, sobre todo por el supuesto pacto con los independentistas que tanto PP y C’s han llevado como bandera en esta campaña: “Es falso, es falso, falso es falso, no es no y nunca es nunca”, afirmó rotundo el líder socialista que una vez más dejó claro que no habrá pacto con los independentistas catalanes para un referéndum de autodeterminación.

Los intentos de acorralar a Sánchez se mantuvieron durante todo el debate por parte de los líderes de la derecha. Especial encono mostró Rivera que llegó a sacarle una copia de la tesis de Sánchez para acusarle de mentir y volvió a poner sobre su atril una foto enmarcada, esta vez con el encuentro de la dirigente socialista vasca Idoia Mendia y Arnaldo Otegi. Por su parte, el candidato socialista entregó al líder de C’s un ejemplar del libro sobre Santiago Abascal escrito por Fernando Sánchez Dragó espetándole con un “usted no lo ha leído”.

Vox fue una de las armas utilizadas por Sánchez para destacar que un posible triunfo de la derecha tras el 28A puede dar la llave del gobierno a la ultraderecha en España: “hay un riesgo cierto de que sumen”, afirmó y advirtió de lo que está sucediendo en Andalucía y de las “listas negras” que se están realizando contra profesionales que trabajan en la lucha contra la violencia de género en la comunidad autónoma. En esto, fue secundado por Iglesias al destacar que “lo que representa Vox es un retroceso”.

El candidato de Podemos mantuvo el tono moderado esgrimido en el primer debate. En varias ocasiones hizo un llamamiento a la mesura, al respeto entre candidatos, a la necesidad de plantear propuestas concretas. Sin embargo, no pudo zafarse del encono que le produjo las constantes interrupciones de Rivera al que calificó de “impertinente” y de “maleducado”.

Con todo y pese a la polarización evidente del debate, los candidatos defendieron su posición en temas de tanta trascendencia para los ciudadanos como el empleo, la fiscalidad, la vivienda, la igualdad, el aborto, la violencia de género, la educación y el debate territorial con la crisis catalana de fondo, asuntos todos que figuran en sus respectivos programas electorales.

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