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NUEVATRIBUNA.ES - 14.04.2010

El acto de apoyo a Garzón organizado por CCOO y UGT no sólo ha sido un revulsivo en la sociedad, sino que ha provocado una verdadera revolución dentro del Tribunal Supremo. De la ‘locura’ que se respira en el Supremo parte de responsabilidad la tienen las declaraciones que hizo ayer el ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo que se hicieron eco en este diario.

No ha sentado nada bien que Villarejo recordara cómo varios de los magistrados del Supremo no han renunciado al juramento que le hicieron a Francisco Franco. Tampoco ha gustado que el ex fiscal les asociara con el fascismo español, por aceptar querellas de grupúsculos fascistas como Manos Limpias que como dijo el líder de CCOO en el acto del martes, “deberían estar ilegalizados”.

Pero se presupone que lo que peor le ha sentado al Juez Varela y compañía es el apoyo unánime de un sector de la sociedad, que recibió Villarejo tras sus palabras. Sus ‘incómodos’ comentarios fueron recibidos como una bocanada de aire fresco entre tanta memoria olvidada. No es casual que a la derecha española les sentara igual de mal que al Supremo un acto democrático como el que se hizo ayer. La libertad de expresión parece no ser bien vista dentro de algunos partidos políticos que quieren impartir mano dura y ocultar su pasado.

Federico Trillo que hoy apela a la Justicia, le tomó el relevo a Cospedal , para “exigir una condena explícita y contundente” al presidente del CGPJ y del Supremo, Carlos Dívar, ante lo que calificó de “algaradas”, que, en su opinión, “son el colofón de una campaña de descrédito” del alto tribunal.

Una hora después las órdenes de Trillo se habían cumplido. El CGPJ presentaba un comunicado en el que expresaba su “su preocupación y tristeza ante las diversas manifestaciones que de forma sistemática vienen produciéndose atacando la actuación jurisdiccional del Tribunal Supremo”. El texto hacía hincapié en las declaraciones realizadas ayer "por personas que han ocupado destacadas responsabilidades en instituciones básicas del Estado", porque “el descrédito hacia el propio Estado de derecho que producen [...] no resulta tolerable”, en relación al ex fiscal Villarejo.

Pero antes de presentar el comunicado, la vocal del CGPJ, Margarita Robles, tenía que enfrentarse ante la ‘revolución’ del Supremo. Por un lado su amigo el juez Varela le exigía un comunicado inmediato para defender a su persona, por otro lado otros vocales de la Comisión Permanente, como Almudena Lastra, manifestaban su oposición a dicha nota de prensa por valorar las declaraciones de Villarejo como un legítimo acto de libertad de expresión.

La batalla estaba sobre la mesa, y una vez más el sector más conservador del Supremo sentó cátedra. Según información del diario El País fuentes del Poder Judicial criticaron un acuerdo adoptado sólo por la Comisión Permanente, con la abstención de la vocal Lastra, y con el que otros vocales se mostraron disconformes.

A pesar del día de perros al que se enfrentó Margarita Robles y sus compañeros del CGPJ, el señor Trillo declaró que el comunicado que habían enviado le parecía “insuficiente”, quizás él lo habría escrito mejor. Así que Trillo se ha puesto manos a la obra y por ahora ha anunciado que pedirá la comparecencia del Fiscal general del Estado.

EL CGPJ Y SU MANIPULACIÓN CON LA PRENSA INTERNACIONAL

La maniobra del CGPJ no se limitó al comunicado de prensa. Su gabinete de comunicación también se debe haber puesto muy nervioso ya que por primera vez en la historia han decidido llevar a cabo una rueda de prensa exclusiva con la prensa internacional. Los nacionales poco importan pero si se puede manipular a los de fuera, al menos cuidarán la imagen de la institución.

Parece que el Supremo se ha olvidado que los corresponsales internacionales son periodistas que normalmente viven en España y que conocen igual de bien la actualidad nacional. Nuevatribuna.es ha hablado con uno de los convocados, el corresponsal argentino para el diario Página12, Óscar Guisoni, y él mismo nos ha confirmado que en sus cinco años en España “nunca me había llamado el Supremo para nada, ni siquiera con todos lo sucedido en el 11-M. No sé qué nos querrán contar”, nos decía Guisoni.

Su estrategia de comunicación ha sido contraproducente. La prensa nacional se ha levantado en armas por no haber contado con ellos, y al Supremo no le ha quedado otra que rectificar y convocar también a los nacionales en una rueda de prensa que se celebrará el viernes para “explicar las tres querellas que tiene el Juez Garzón”.

No se sabe si saldrá nada nuevo de esta reunión, pero parece que la prensa internacional (el objetivo principal del Supremo) tiene sus líneas editoriales bastante claras. The New York Times ya expresó su clara opinión a favor de Garzón cuando escribió en su editorial que “Los crímenes reales en este caso son las desapariciones durante la guerra civil y la dictadura franquista, no la investigación de Garzón”, causa que “complacería a sus enemigos políticos, pero sería una parodia de la justicia”.

La opinión de este diario norteamericano ha seguido la misma línea de rotativos como el alemán Süddeutsche Zeitung que resalta como “algunos de los jueces del Tribunal Supremo no hayan renunciado a su juramento de lealtad a Franco y al Movimiento, sino la coincidencia temporal –y probablemente causal– de que el último toque de trompeta en la caza de Garzón suene precisamente en el momento en el que intentaba sacar a la luz los oscuros casos de corrupción del Partido Popular”.

El diario belga Le Soir que directamente opina que “Baltasar Garzón es culpable por tener razón” y señala como en estos momentos “los simpatizantes de ETA aplauden, los nostálgicos del general Pinochet brindan con champán, los extremistas islámicos se muestran exultantes, los herederos del franquismo entonan el Cara al sol con el brazo en alto. El proceso contra Garzón empaña la imagen de España en la escena internacional”.

Desde América Latina las opiniones también son parecidas. El diario colombiano El Tiempo mantiene la idea del diario belga y dice: “No es un secreto que los sectores más refractarios de la política española ya celebran la posible caída de Garzón, y resulta sospechoso el modo como han coincidido los últimos autos contra Garzón con el apogeo de un escándalo por corrupción del Partido Popular”.

El diario mexicano La Jornada en su columna de opinión refleja justamente la indignación que provoca entre gran parte de la sociedad que Garzón esté sentado en el banquillo: “Ante la desmesura del caso Garzón, a 35 años de distancia de su muerte, el caudillo, en un acto de venganza, se ríe a carcajadas desde su sepulcro”.

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