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NUEVATRIBUNA.ES - 11.3.2009

Que el PP se siente envalentonado tras los resultados de las elecciones gallegas es una evidencia que día tras día constatamos con cualquier pretexto. El de este miércoles ha sido la sesión de control al Gobierno en el Congreso que, a partir de una batería de preguntas sobre la crisis económica y el paro, ha servido al principal partido de la oposición para pedir dimisiones y remodelaciones, para montar jaleo e incluso para rescatar del baúl de los recuerdos sus ajadas teorías de la conspiración en torno al 11-M.

El líder ‘popular’, Mariano Rajoy, ha abierto el fuego con una agresiva intervención en la que ha exhibido los últimos indicadores económicos, especialmente el que mide el desempleo, para decirle a Zapatero que “tiene que cambiar su equipo económico”. Pero no sólo eso. En su opinión, el presidente tiene que cambiar a “la mitad de su Gobierno, que en este momento está instalado en la nada”. Totalmente ajeno al balance que de las medidas aplicadas por el Ejecutivo ha hecho el presidente y haciendo oídos sordos al reproche sobre su falta de colaboración, -“a pesar de su escasa ayuda, señor Rajoy”, ha lamentado Zapatero- el líder del PP ha dado todo un mitin desde su escaño sobre la necesidad de imprimir un giro radical a la dirección política del país.

Ha sido la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, quien ha recogido el testigo acusando al PP de “sufrir el síndrome de don Pelayo” tras la victoria electoral en Galicia, “que les hace creer que han iniciado la Reconquista”, mientras no hacen más que “poner la zancadilla” en la respuesta ante la crisis.

A De la Vega le ha dado el pie la portavoz parlamentaria de los ‘populares’, Soraya Sáenz de Santamaría, para quien los resultados electorales de Galicia suponen “el principio del cambio” y un “no a Zapatero” por su fracaso en política económica, certificado por la destrucción de empleo desde el inicio de la legislatura. Sáenz de Santamaría ha incidido en que el “test” del presidente del Gobierno, quien había asegurado que el mejor termómetro del éxito de sus políticas sería la creación de empleo, ha arrojado un resultado de “diez planes y diez fracasos, con un millón de parados más”.

La vicepresidenta ha contraatacado recomendándole a Sáenz que se tome un antitérmico y con otro reproche: “Ustedes se limitan a decir muy alto, muy fuerte y mucho rato que todo va muy mal, con mucho jaleo y muy poco provecho”. A propósito de los resultados en Galicia, la vicepresidenta ha destacado que “allí ha habido democracia”, mientras que en Madrid y Valencia, regiones gobernadas por el PP, “hay corrupción” .

Pero la diputada popular no ha tenido suficiente con el rifirrafe parlamentario. Fuera del hemiciclo, en los pasillos, los periodistas le han preguntado por la nueva campaña emprendida por El Mundo para reabrir el caso por el mayor atentado terrorista de la historia de España, el 11-M, del que este miércoles se cumplen cinco años. Ella no ha dicho que no y ha contestado: “El PP siempre ha respetado todas las decisiones judiciales pero si hay nuevos datos deben ser convenientemente analizados. Cualquier español desea que se conozca todo lo que ha pasado y que no quede ningún responsable sin la respectiva condena”.

¿Estamos ante la resurrección el “queremos saber” conspiranoico?
La réplica se la ha dado el portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso: “El Estado de Derecho ya investigó y enjuició el trágico atentado. Fue una sentencia explícita y a ella me remito”.

Y punto.

El PP oscila entre el "síndrome de don Pelayo" y la "conspiranoia"