viernes. 29.03.2024

En la actual situación de profunda crisis, la derecha ha conseguido una hegemonía de las ideas basada en plantear que su relato de la situación es incuestionable. Siguen las clásicas directrices del discurso goebbeliano basado en la premisa de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Es así como se han consolidado en el imaginario social ideas que tan siquiera se discuten o se impide su discusión. Así se da por descontado que sólo hay una salida a la crisis basada en el ajuste, el recorte a ultranza del déficit y la necesidad de recortes.

Se culpabiliza de la situación a toda la sociedad en su conjunto. Todos somos responsables de la crisis por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Repartiendo culpas se diluyen las verdaderas responsabilidades que, en el marco español, tienen los banqueros, los órganos reguladores como el banco de España, los responsables políticos y los especuladores.

Desde el PP se carga toda la responsabilidad sobre el Gobierno Zapatero, como si los anteriores gobiernos del PP no tuvieran su parte de responsabilidad en un modo de crecimiento basado en la especulación y el dinero fácil. Y desde el PSOE se asiente y casi se asume dicha responsabilidad.

Con el nuevo gobierno se comienzan a aplicar medidas, que comportan un retroceso global del modelo democrático, a las que se dan explicaciones falaces y basadas en demagogias y falsedades.

El ministro de Justicia, el moderno Gallardón, propone en el ámbito de la Justicia: una regresión en el tema del aborto que supone un retroceso de más de 20 años, y lo presenta como la medida más democrática que ha tomado en su vida. Asimismo presenta la cesión de la nueva elección de los máximos órganos del poder judicial al corporativismo, planteándolo como una necesaria despolitización. En la misma sesión plantea la introducción, por primera vez en democracia, de la cadena perpetua revisable apelando a los más bajos instintos vengativos, que debemos respetar en las personas que han sufrido crímenes horrendos, pero que jamás pueden ser la base de una política judicial.

En el plano fiscal, el ministro Montoro, presenta una subida del IRPF presentándola como una medida que hace que paguen más los que más tienen, es decir como una medida fiscal progresiva, aislándola y escondiendo el resto de la realidad impositiva. Desde el mayor gravamen de las rentas del trabajo en comparación con el de las rentas del capital o el mayor peso de los impuestos indirectos sobre los directos. Y esconde sin disimulo hechos como la poca o nula contribución de los grandes patrimonios y las grandes fortunas, los beneficios de las grandes sociedades como las financieras, los beneficios provenientes de la especulación, la lucha contra el fraude etc.

Al presentar la reforma Financiera, el ministro Guindos, presenta como elemento más visible el de la reducción de retribuciones a los directivos de entidades intervenidas, sin decir que en la mayor parte de los supuestos, muchos de estos directivos desaparecen como tales en los próximos meses debido a los procesos de fusión que se potencian. Mientras hace pasar sin hacer ningún alarde los nuevos 6.000 millones a dedicar por el FROB a sanear las cuentas de las entidades financieras.

Y el caso ya más escandaloso y falso en la presentación, por parte de la Ministra Bañez, de la Reforma Laboral. Al margen de no explicar el verdadero golpe de estado en las relaciones laborales que conlleva, la ministra llega a afirmar que “ningún trabajador se verá perjudicado”. Cuando la realidad es que todos los trabajadores en activo están perjudicados en numerosos aspectos por la reforma, y que las mejoras para los nuevos no son tales en cuanto el mismo Presidente de Gobierno se cura en salud diciendo que este año difícilmente se creará empleo.

En definitiva, por parte del gobierno del PP como anteriormente por el gobierno del PSOE que llevó a cabo políticas ya de derechas, y bajo el impulso de Merkel y Bruselas se desvirtúa la realidad, el propio lenguaje. Se presenta la necesidad de unas llamadas “Reformas estructurales” cuando en realidad se trata de una “Contrarreforma” global liquidadora del Estado de Bienestar propia de la Europa posterior a la II Guerra Mundial. Se habla de “Modernización” cuando se trata de volver a situaciones de precarización social que estaban superadas desde hace décadas. Ya en los mismos conceptos fundamentales se maquillan y distorsionan las realidades.

Esta actuación de discurso basado en la falsedad que lleva a cabo el gobierno del PP no es únicamente patrimonio suyo. En Catalunya el discurso de Mas y CiU es igual de falsario. Habla con grandilocuencia de proyectos utópicos e ideales como la “Transición Nacional” y el “Pacto Fiscal”, con los que distrae, entretiene y tiene enfrascada a la sociedad catalana en falsos debates identitarios. Mientras en la práctica lleva a término una política de ajuste y recorte similar a la del gobierno del estado. Así vemos como tanto en Catalunya como en Madrid CiU y PP actúan hermanados bajo la directriz de su mutua mentora Merkel.

Realmente el discurso de la derecha, que lamentablemente se ha hecho hegemónico, da cobertura a la profunda contrarreforma global en nuestro país en línea con la que, aprovechando una crisis que ellos provocaron, está llevando a cabo la derecha en todo el ámbito de la UE y más allá. Olvidando que existen otras alternativas diferentes como las que, al otro lado del Atlántico, plantea el propio presidente Obama, más cercanas a lo que serían postulados o tesis keynesianas con las que Rooselvelt afrontó la salida de la gran crisis del 1929. Y lo hace con mejores resultados, así mientras la economía europea se asoma a la recesión, la de EEUU acelera su crecimiento.

Parece increíble que ante una crisis derivada de la globalización y falta de control de los mercados, especialmente financieros, la derecha responsable de ello quiera llevarnos, en el caso de Europa, a que aceptemos y nos sometamos a la voluntad de dichos mercados en lugar de hacerles frente. Es evidente que lo que se precisa es recuperar la primacía de la política y construir o reforzar instituciones supranacionales capaces de atar corto y someter y regular el funcionamiento anómalo y especulador de los mercados.

Nada es así. Parece que la derecha, después de hacer brindis al sol hablando de “refundar el capitalismo” centra su hegemonía en repetir como un "mantra" que no hay otra alternativa que cumplir con los dictados que nos marcan los dichosos mercados especulativos y sus oráculos, las agencias de calificación.

Y el discurso ha calado y hoy es plenamente hegemónico, se plantea una alternativa antidemocrática de que “o seguimos las indicaciones de Merkel o el caos”. El déficit y su control es lo único importante, y no hay vida más allá del déficit. En base a ello se provocan cambios de gobiernos sin convocar a los ciudadanos o se interviene en la práctica a naciones soberanas. La Unión Europea se aleja cada vez más de ser un marco de unión política, social y económica democrática para convertirse en un “hinterland” de un nuevo dominio, esta vez económico, de Alemania. Lo más grave es que en nuestro país lamentablemente, y por imperativo legal bipartidista vigente, tanto la derecha ahora, como los social-liberales del PSOE, cuando estuvieron en el gobierno, asumieron este discurso.

Las derechas aprovechan la crisis para implantar su hegemonía política e ideológica a partir de un discurso que falsea la realidad, pero que repitiéndolos constantemente los hacen pasar por verdaderos. Es la aplicación nuevamente de la vieja consigna de Goebbels.

El discurso de la derecha emula a Goebbels