jueves. 28.03.2024

Por Jorge Expósito Alcocer | Llegué a Madrid el viernes 8, más bien el sábado pues ya eran las 00:30. Me esperaba un periplo por el metro hasta llegar al hotel. En Nuevos Ministerios pretendía coger el cercanías para llegar a Atocha pero estaba cerrado. Asumí que llegaría muy tarde al hotel, que  tendría que hacer dos trasbordos y tomar la saturada línea 1 para llegar a Atocha. Me dolió ver el nombre de la parada Sol-Vodafone.

A mi lado una persona estaba sentada con capucha y mirada baja, imposible ver su cara, no le di demasiada importancia, pues el metro estaba lleno de jóvenes buscando movida por las calles de Madrid.Aquel encapuchado se levantó de improviso; tenía las manos y la cara totalmente quemados, una desfiguración terrible donde solo se adivinaban los ojos y la boca;  comenzó a gritar. Repetía una frase y hasta la tercera vez no logré distinguir su significado: “No tengo dedos ayudadme”.

Tengo demasiados conocimientos lógicos y un ateísmo crónico como para creer en presagios, pero lo parecía y mucho. Lo irreconocible pedía ayuda; no tenía los medios básicos para poder trabajar. ¿ Cómo podría ser aceptado socialmente con ese aspecto ?¿Cómo alguien podía considerarlo útil sin dedos?. ¿ Cómo podría sobrevivir después de la tragedia ? En medio de este mar de cómos llegué a la estación de Atocha. Fin de trayecto.

Atocha es zona de movida. La movida para un joven de Madrid está en la calle; ventanillas de comida rápida y cerveza de local chino o de vendedor ambulante ilegal. Los pubs son historia para los jóvenes. No se puede actuar sobre la juventud en establecimientos; no están allí. Comí un burrito rodeado de ellos en medio de sus conversaciones, nada banales por cierto, sobre problemas de estudiante. Hablaban de lo difíciles de entender que eran los problemas de física y las notas impresionantes que deberían sacar para conseguir competir en este mundo para pocos. Tomémi burrito y me fui a dormir: eran las 02:30 y mañana había conferencia política.

Comenzaron con la obviedad los actos de apertura, con ellos empiezan a emerger los proyectos personales.En una conferencia política el contenido es lo importante y en los inicios he visto poco. Tenemos compañeros fuertes en contenido y débiles en credibilidad y al contrario: un paradigma.

Reunión de delegados de la sectorial federal de sociedad de la información de 12 miembros, tres somos de Galicia; hay ganas.

Con los diálogos sectoriales llegó la hora de comer y no hay sitio en ningún lugar cercano. Como sólo hay una hora para comer es imposible ir al centro. Renuncio a comer decente y me dirijo al chiringuito del espacio multiusos; un bocadillo de pan duro con escaso fiambre y una cocacola, cinco euros. ¿Otro presagio?.

Comienzan las comisiones a las 15:30, me dirijo a la sala Londres “Modelo de Partido”. Me dicen que tengo la acreditación de observador/participante y que sólo pueden pasar los delegados. Los delegados son en su mayoría destacados miembros de los aparatos de las federaciones. Sé que Galiciaaun asíexpondrá su proyecto de primarias, un delegado me ha dicho que lo expondrá con pasión y le creo. También sé que perderemos la votación. La cola se incrementa: somos 200 los observadores que nos tendremos que quedar fuera. Hay protestas, es lógico, es difícil de justificar que un militante a gastos propios haya hecho este esfuerzo y se quede sin ni siquiera escuchar lo que allí se dice. No sé el porqué de esto, una sala tan pequeña con la demanda de socialistas que tiene. Los de la cola empiezan a estar molestos. Afortunadamente habrá primarias abiertas de candidato y se reducen el número de avales, no se avanza todo lo debido, pero se avanza.

Me dirijo a los espacios abiertos, aquellos dónde no se utilizan las acreditaciones y puertas cerradas, que es donde suceden las cosas interesantes. Me paso por el LAB Psoe y los talleres de experiencias municipales y autonómicas. Estos espacios abiertos están a ambos lados del congreso, deberían estar en el centro, aún no acabamos de entender del todo que política quieren los ciudadanos. Los Pubs son historia, los jóvenes están en la calle. Allí escucho a alcaldes hablar de sus ayuntamientos, un compañero de Galicia explica la importancia de la pequeña y próxima política. Veo a jóvenes con el micrófono en mano dando rienda suelta a su pasión sofista. Estoy en el lugar adecuado; aquí mi acreditación vale.

Empiezo a estar contento, los fantasmas de los presagios van desapareciendo y me voy al Foro de Globalización.Aquí mi acreditación vuelve a servir.Esta organización basada en vips consigue que siempre esté donde se dicen las cosas interesantes.

Los ponentes del foro de globalización aciertan en sus diagnósticos. Hablan de la política dependiente del poder financiero de la economía y el tan querido modelo alemán, que tiene 7 millones de personas con contratos de 400 euros.  Los verdaderos desafíos de la socialdemocracia se pusieron sobre la mesa, un acierto.

Cuando uno se está empapando de conocimiento interesante la hora de la cena llega demasiado deprisa. Me dirigí a un local de la Plaza Mayor para cenar. Desde mi Hotel hasta allí aún hay una tirada y la hice a pie viendo Madrid con sus calles llenas de basura por la huelga de los trabajadores de limpieza. La Plaza Mayor también estaba tupida de basura. En el centro de la plaza grupos de jóvenes estaban con su botellón en medio de una colosal cantidad de basura.Los soportales resguardaban a un tapiz continuo de mendigos casi infinito. Me pregunto cómo alguien puede tomarse una relaxing cup of café con leche aquí y cómo además se podría pensar en las olimpiadas. Dantesco.

Me sentí joven en la noche de Madrid. La mayoría de la gente de los Pubs pasamos de cuarenta, normal en esta situación, 12 euros por un ron con naranja. Aprendí que si quieres una noche madrileña interesante debes elegir gente interesante con la que salir. La compañía es determinante en estos casos y lo fue.

Al día siguiente conclusiones y clausura, el secretario general hizo un discurso brillante y desgranó las recetas básicas. El reto es tener credibilidad ante los ciudadanos de que somos capaces de hacerlo realidad.

Recojo mi maleta y me detengo en un último corrillo a la salida de la conferencia. He desarrollado un sexto sentido para acudir a las conversaciones interesantes. Me voy al metro, al avión, qué limpia está Compostela, sólo hay suciedad en el gobierno del ayuntamiento. Llego a mi casa. Me pregunto si tenemos dedos para hacer el trabajo necesario para sobrevivir socialmente.

Una curiosa Conferencia Socialista