jueves. 28.03.2024
ENTREVISTA A LAIA ORTIZ

"La crisis económica multiplica el independentismo y la voluntad de ruptura con el sistema"

La diputada de Iniciativa per Catalunya Verds critica en esta entrevista tanto a los que defienden el independentismo en Cataluña como la solución mágica a todos los problemas como a los que enarbolan el anticatalanismo como fuente de votos. Por Orencio Osuna. Fotos: Prudencio Morales.

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Foto: Prudencio Morales

El independentismo es una salida rupturista en un momento en que quieres acabar con ese sistema que te está ahogando

Orencio Osuna | La crisis que actualmente está tensionando mucho la vida política en España, también en Cataluña en torno al derecho a decidir, en torno al encaje o no de Cataluña en el estado español, tiene un origen lógicamente, y eso es lo primero que quería preguntarte: ¿Cuál crees tú que es el origen, qué recorrido ha existido que nos ha llevado al estado actual de crisis, de crispación ?

Laia Ortiz | Creo que se superponen muchas crisis a la vez. El desencadenante o lo que la hace visible fue la crisis económica y eso ha hecho que emergieran las crisis que hace tiempo venimos arrastrando como país, pero también en Europa. En España, hace tiempo que, más allá de los datos del PIB, si suben o bajan, hemos tenido un modelo económico desregulador que nos ha dejado sin instrumentos cuando ha habido la crisis efectiva, macroeconómica y eso ha quitado capacidad a la política de resolver problemas.

Tenemos un grave drama social con 10 millones de personas en el umbral y  2 millones -un poco más- que viven en la extrema pobreza. Un drama social como el que no vivía España desde la posguerra, además en una sociedad cuyas expectativas eran opuestas precisamente a vivir eso.

Luego están los déficits democráticos no resueltos en estos 30 años de construcción de la democracia. Creo que ante el primer reto importante que tenemos, ese entramado, esos pactos se van rompiendo, como el tema territorial, el tema del modelo de estado o del jefe del estado.

Está crisis financiera general, que es una crisis capitalista en su fase financiera y que hace aparecer los pies de barro del sistema. España tiene más fragilidad porque tiene una economía del casino y una gran burbuja inmobiliaria. El problema es que no se está construyendo nada nuevo. Una cosa es no crecer, una cosa es pedir sacrificios a la gente y otra distinta que estemos empeorando la situación y cavando en el mismo pozo, por lo tanto tampoco hay esperanza en la gente y los desequilibrios se multiplican. Eso es solo la punta del iceberg de todas las crisis que hay por debajo.

Orencio Osuna | Grandes sectores -no sé si mayoritarios, pero indiscutiblemente muy importantes- de la sociedad catalana se cuestionen incluso la posibilidad de mantenerse dentro del Estado español. Eso lo provoca la tensión de la crisis económica, pero también tiene unos orígenes, quizás, de falta de reconocimiento de la realidad histórica española como un estado plurinacional.

El anticatalanismo se ha convertido para la derecha y para gran parte de la socialdemocracia española en una fuente de votos

Laia Ortiz | Evidentemente la crisis económica multiplica el independentismo y la voluntad de ruptura con el sistema. El independentismo, o la secesión, o decir “me voy” -aunque a veces tampoco se sabe hacia dónde- es una salida rupturista en un momento en que quieres acabar con ese sistema que te está ahogando. Es la necesidad de buscar un culpable y eso es fácil. Creo que una parte del independentismo ha crecido por la crisis, pero no va a volver lo que había antes de la crisis si todo se recupera. Eso no va a ser así, porque en Cataluña, la sociedad y las generaciones actuales, han vivido un proceso de buscar el diálogo, buscar el encaje, el pacto y no se han visto reconocidos.

En la Constitución, Cataluña y los partidos acataron ciertas cuestiones como la indivisibilidad del estado o la negación del derecho a la autodeterminación -aunque prácticamente todos los partidos catalanistas defendían ese derecho- todo ello en pro de un reconocimiento de esa plurinacionalidad,  para ir construyendo la democracia y un modelo territorial que la reconociese esa realidad política. Hoy creo que la sensación es de fraude. Por supuesto esa percepción de fraude ha sido buscada, en muchas ocasiones, desde el nacionalismo catalán, como una cobertura a su incapacidad de resolver problemas, buscar la excusas o buscar el paraguas. Pero es que en España también se han roto las vías de dialogo, porque el anticatalanismo se ha convertido para la derecha y para gran parte de la socialdemocracia española en una fuente de votos. Hay cadenas de televisión en este momento que viven a base de fomentar el conflicto territorial y eso es muy difícil de coser políticamente porque no se trata de que Cataluña se ha hartado, sino que los mensajes que hay del otro lado tampoco son de voluntad de resolución. La política es como si hubiera desaparecido y estamos ante un espectáculo.

Tampoco en Cataluña se está siendo siempre honesto cuando se plantean escenarios y salidas

Orencio Osuna | Efectivamente, el conflicto se mueve en un terreno de grandes emocionalidades y de grandes manipulaciones. Así, el increíble error de la sentencia del Tribunal Constitucional ha sido también acogido con satisfacción por sectores del nacionalismo catalán ya que les ayuda a armar el relato de “ya se ha roto todo y no hay manera de continuar unidos”. Pero a mí hay una cosa que me preocupa mucho, que es exactamente cómo esto está produciendo a su vez una ruptura del tejido que ha unido históricamente a la izquierda española y catalana. Ha sido ese bloque lo que ha permitido la existencia de la Primera República, de la Segunda República e incluso de este proceso de la España autonómica. Esa ruptura -aparte del gobierno-, es un problema muy serio porque ¿cómo se resuelven los conflictos? ¿A través de procedimientos democráticos o autoritarios? ¿o a través del dialogo, de  la discusión, de encontrar soluciones en el terreno de la política y no de la emocionalidad?

Laia Ortiz | Sí, volviendo un poco al principio: lo de de la sentencia Estatut fue letal, porque fue una apuesta de la izquierda catalana de buscar ese encaje, de resolver el conflicto eterno. Pero aquí no hubo sólo la intervención espuria del Tribunal Constitucional a iniciativa del PP, tampoco el PSOE  supo dar una respuesta. Entonces, han sido los dos partidos mayoritarios que han gobernado este país y con los que se podrían establecer alianzas, los que dan la espalda a un pueblo entero que ha votado un Estatut que es fruto de un acuerdo de las instituciones catalanas y del Congreso de los diputados. En segundo lugar, es verdad que tradicionalmente en el catalanismo de izquierda ha habido una fraternidad en las luchas, donde siempre hemos confluido, con la izquierda española pero seguramente en la lucha del Estatut hubo muchos silencios…

Orencio Osuna | ¿En la izquierda española, dices?

Laia Ortiz | Sí, de toda la izquierda. Podrías escuchar alguna voz pero no hubo una respuesta contundente y mayoritaría. No, no hubo una respuesta fuerte, contundente cuando estábamos explicando desde Cataluña los riesgos que esto suponía, que sería irreconducible después. Incluso se subestimaba todo este proceso, es decir, se pensaba “ya pasará como siempre, pasará lo de siempre: os quejáis un poco y se resuelve”. Esa incomprensión ha sido transversal en muchos sectores y ha generado muchísima frustración y dificultad en Cataluña.

¿Qué se puede hacer ahora? Creo que es fundamental hacer política desde la honestidad, aunque sea un perogrullada, pero cuando hablabas de sacarlo del terreno de las emociones, de las identidades o de las consignas fáciles, sino no hay solución política al tema tenderá a complicarse. Tampoco en Cataluña se está siendo siempre honesto cuando se plantean escenarios y salidas. Cuando a la gente se le propones algo que es la solución a todos sus problemas, pues en un momento de desesperación te lo compra. Aquí en España también se venden las cosas desde una miopía absoluta y desde un sectarismo que no tiene sentido: lo veíamos con la reacción de Ignacio González, de Morago, pero también lo veíamos con Susana Díaz cuando vino a Madrid a hablar del tema catalán porque vende a su electorado mostrar contundencia contra Cataluña.

Orencio Osuna | Pero solamente existe la opción de la política: es un conflicto político y por tanto de debe dilucidar en el terreno de lo político. Otros terrenos serían inimaginables, una opción por ejemplo autoritaria como algunos miembros de la extrema derecha pueden soñar, o una involución hacia el estado español unitarista, con raíces en los reyes católicos, unido en torno a la iglesia católica. Estas son viejas patrañas.

Laia Ortiz | Pero esa visión existe…

Orencio Osuna | Sí claro que existe. Hay una derecha en España importante y poderosa ¿qué duda cabe? El problema de la derecha española, a mi juicio, es que no reconoce ni respeta la existencia de la plurinacionalidad del estado español, ni la existencia de culturas y lenguas diferentes, ni la legitimidad de la exigencia de poder político propio en cada comunidad que tiene una identidad. Resulta inconcebible que se pueda aplicar un mecanismo autoritario o represivo en Cataluña, suspendiendo la autonomía. Eso es inviable, sino es destruyendo todo el entramado democrático español. Resolver toda esta crisis política, es en realidad, la agenda común que tiene la izquierda española y la izquierda catalana. Estamos ante un escenario en que los problemas son comunes. Uno de ellos muy grave y de enorme trascendencia es el de Cataluña, pero no el único. Por tanto me gustaría preguntarte: en ese contexto, cuando se habla del encaje de Cataluña u otras propuestas que hacen de secesionismo o federalismo, etc., en realidad todo eso precisa un cambio constitucional de gran envergadura, salvo  que se pretendan tomar decisiones unilaterales, en cuyo caso, Cataluña encontrará seguramente pocos aliados en el resto de España, será un choque…

Pensar que un proceso de secesión se puede hacer sin pactar es absurdo porque no hay ningún proceso pacífico que se haya hecho sin un pacto político

Laia Ortiz | Lo que ahora planteamos de forma más transversal desde Cataluña es la posibilidad de hacer una consulta sobre el futuro político. Desde la izquierda estamos trabajando para que esa consulta sea lo más inclusiva posible, es decir, que todo el mundo se pueda sentir representado. Hoy, hay una mayoría clara en Cataluña que quiere un cambio del status quo que tiene Cataluña en el estado. Eso significa un cambio en profundidad. Luego, hay una sector importante de gente que quiere la independencia, pero la mayoría lo quiere es poder decidir y además quiere decidir un cambio de relación de cómo estamos ahora. Eso significa un cambio constitucional que modifique la ley orgánica de referendos o haciendo una delegación a la Generalitat desde el Estado. Es una cuestión de voluntad política, por lo tanto, eso se puede y debe hacer porque esa consulta es lo que puede desatascar el callejón sin salida en el que estamos, con las garantías de que eso dará lugar a un inicio de una negociación con el estado. Ese es el planteamiento que hacemos. ¿Qué respuestas encuentra? Ninguna, ninguna. No es que no se puede hacer una consulta, es que no se encuentra ninguna respuesta a eso. Eso va polarizando las posturas. Planteabas que si cualquier relación de este tipo significa un cambio constitucional en profundidad, pero es que creo que la gente en España y especialmente desde la izquierda y desde cada vez más sectores sociales piden un cambio constitucional en profundidad. Se habla de proceso constituyente. Mientras el PP, abusando de su mayoría absoluta, nos está haciendo un proceso constituyente soterrado con más de noventa normas. ¿Qué hay que hacer amigos y aliados? Evidentemente. Creo que no se puede plantear un proceso tan complejo desde el unilateralismo, sin el diálogo y sin convencer. En Cataluña algunos plantean que la independencia es algo que se puede hacer cuando unos lo decidan y, en cambio, el resto de cosas tienen que ser negociadas y eso es inaceptable. Pensar que un proceso de secesión se puede hacer sin pactar es absurdo porque no hay ningún proceso pacífico que se haya hecho sin un pacto político.

Orencio Osuna | En realidad no se trata sólo de hacer amigos, es un problema correlación de fuerzas: puede haber mayorías y minorías no sólo en el terreno electoral, sino en la sociedad. En Cataluña puede existir una mayoría social indiscutible, por ejemplo, que quiere ejercer el derecho de autodeterminación,  o derecho a decidir, como se quiera, que lo quiera hacer además en condiciones de democracia. Con democracia, quiero decir con  igualdad de oportunidades, con preguntas claras, con garantías judiciales incluso de tribunales electorales, etc. Pero aún así, las decisiones las tiene que negociar o pactar  con otra parte que tiene unos intereses también legítimos tras siglos de unidad estatal. Del mismo modo si se intentase sofocar un deseo o una voluntad política de los ciudadanos catalanes por medios autoritarios, realmente entramos en la degeneración de la democracia. No en Cataluña, sino en toda España. El segundo problema es impacto en la sociedad catalana de este proceso: hay sectores de la sociedad catalana que se sienten fuertemente vinculados a España y podría llegar a producirse una fractura de la cohesión social en Cataluña.¿no te parece que puede emerger-, aunque todavía no se exprese claramente, una desafección de sectores sociales a  las instituciones de Cataluña? ¿Observáis algún señal de ese tipo?

Tradicionalmente el catalanismo político ha compartido históricamente con la izquierda española las luchas contra la opresión de los derechos culturales, lingüísticos y nacionales

Laia Ortiz | Está claro que una situación de enquistamiento, de que no se avance en un proceso político que estamos llevando a cabo y una reacción contundente por parte del Estado que impida  una salida, incrementa el riesgo que la ruptura se dé también dentro de Cataluña. Eso es gran parte lo que el Partido Popular busca porque es la mejor manera de debilitar. Evidentemente, es un tema emocional, es administrar también emociones, porque son sentimientos y los ciudadanos tienen identidades múltiples y plurales e, incluso, algunos ni siquiera se sienten nada vinculados. Eso sí puede pasar. Pero lo cierto es que el Parlament de Cataluña es de los más plurales que hay en todo el Estado. Algunos pueden decir que no se sienten representados, pero tampoco es sostenible, ni responsable, no hacer nada, porque la ruptura o la sensación de ya no aguantar más está muy arraigado en la sociedad catalana. Entonces, no ofrecer alternativas a esa desafección es un error político y un peligro para la cohesión social. El papel de la izquierda tiene que ser fundamentalmente darle contenido a todo ese proceso y que la gente de diferentes identidades -porque no puede ser un proceso identitario único- pueda participar, es decir, que nadie quede excluido, porque hay que buscar la implicación de todos los ciudadanos catalanes para decidir sobre el modelo de sociedad que queremos construir, más allá de si Cataluña o España. Eso también tiene que ver cuando recomponemos alianzas a nivel del estado y de la izquierda. Tradicionalmente el catalanismo político ha compartido históricamente con la izquierda española las luchas contra la opresión de los derechos culturales, lingüísticos y nacionales. Ahora se cierne la amenaza, como tú decías, de un posible proceso autoritario y la respuesta de toda la izquierda debería ser la solidaridad y el respeto mutuo. Existen elementos para la cohesión civil o esa voluntad de trabajo común cuando ha habido movilizaciones y protestas contra los recortes de los derechos que son claramente una expresión de rechazo a las agresiones que nos afectan a todos. Hay espacios de solidaridad y lucha con el resto del Estado.

Orencio Osuna | ¿Qué modelo de sociedad, cómo se los procesos de desigualdad acelerados que mencionabas antes, de pobreza, de desaparición nebulosa de la democracia en manos de poderes emergentes, que de hecho nadie controla, los retos de la globalización el cambio climático? Eso afecta a Cataluña, España y Europa.

Laia Ortiz | Para terminar con el tema catalán, existen elementos para la cohesión civil o esa voluntad de trabajo común. La semana pasada fue aprobada la Ley Wert, que tiene elementos de ataque a la lengua, a la pluralidad y a la diversidad, de la misma manera que es un ataque brutal a la equidad y a la igualdad de oportunidades, a un sistema educativo público con garantías y acceso para todos, es decir un intento de destruir la esencia de la educación. Creo que en el mundo de la cultura, continúa habiendo vínculos y espacios de trabajo común. Y es que la expresión del nacionalismo español es de tal agresividad, que lo ataca todo. También ataca la cohesión social a nivel de Estado. De la misma manera que combato el sectarismo catalán en ese sentido, desde la izquierda esos lazos también los tenemos que mantener y creo que se mantienen porque cuando ha habido movilizaciones y protestas que son claramente una expresión de rechazo a las agresiones que nos afectan a todos, hay espacios de solidaridad con el resto del Estado.

Orencio Osuna | Pues claro. Los vínculos han existido siempre y siguen existiendo sin duda alguna porque la izquierda siempre compartió el combate contra el nacionalcatolicismo y el patrioterismo como signo de identidad o estar en contra del autoritarismo y el militarismo, o por los derechos sociales y económicos. Pero lo cierto es que no se logró la ruptura democrática con el franquismo sino una ruptura pactada. Pero la izquierda catalana también ha estado muy cerca de la española que ha considerado parte de su patrimonio político y cultural a escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, los Goytisolo, Mendoza, Terenci Moix, o cantantes como Serrat, Raimon, Llach, pintores, actores, por no hablar de los mismos combates políticos, sociales y sindicales. Pero muchas de esas figuras que he mencionado del mundo del arte, de la literatura catalana, hay sectores del nacionalismo catalanista excluyente que no los han asumido como propios.

Lo que hay que combatir es la voluntad de exclusión

Laia Ortiz | Ese es el gran error que forma parte del sectarismo del nacionalismo catalán. No reconocer que, por ejemplo, que Vázquez Montalbán forma parte de la cultura catalana es un tremendo absurdo. Evidentemente el catalanismo tiene puntos negros y este es uno de ellos y que lo hemos combatido desde la izquierda siempre. Del mismo modo que contra  la absurdidad de que si hay un nuevo país, es que se van diciendo cosas de estas: “Habrá una lengua que sea oficial”. Estas tipo de cosas muestran que algunos desconocen en qué país viven, no entender dónde vives y cuál es tu entorno.

Orencio Osuna | Esos grandes planetas del nacionalismo españolista y del nacionalismo catalanista parece como que se atraen y eclipsan las demás alternativas como el federalismo o la lucha contra los recortes.

Laia Ortiz | Claro que se retroalimentan y se juntan y son la misma expresión de los valores de la derecha. Lo que hay que combatir es la voluntad de exclusión, porque son excluyentes y eso es lo que impide soluciones políticas. Fíjate como estaban en Tarragona juntos el nacionalismo catalán y español, beatificando el otro día en Tarragona a unas víctimas de la guerra civil y a las republicanas se las denigra. 

Orencio Osuna | ¿Cómo puede combinar ICV la lucha contra los recortes de los derechos, de los servicios públicos, de trasvase de recursos públicos para apuntalar intereses privados, o combatir la corrupción rampante y el deterioro de la democracia? ¿Cómo puede abrirse paso ese discurso dentro de Cataluña si la vida política catalana está centrada en el desafecto hacia el estado español, el derecho a decidir, la independencia?

Quieren presentar la independencia como la solución mágica a todos estos problemas

Laia Ortiz | No se puede abordar una cosa sin la otra. Si queremos hablar de cuál es el futuro político en Cataluña hay que llenarlo de contenido, es hablar de la deuda, es hablar del Estado de bienestar, de los servicios públicos, de cómo se gestionan, de corrupción, de transparencia, de participación, de qué instituciones queremos. Es hablar de todo esto. Hay mucha gente- de CiU, ERC - que se cree que primero se consigue la independencia y luego ya se verá. Quieren presentar la independencia como la solución mágica a todos estos problemas. Eso es un reto para la izquierda y una dificultad porque es verdad que llega un momento que te ocupa todo el espacio de debate.

Otro asunto es cómo respondemos a la ruptura social, de los derechos que nos están quitando, qué pasa en Cataluña, qué pasa en España, qué pasa en Europa, qué pasa en el mundo. Ahora mismo,  vemos la parte más agresiva de este sistema que predomina hace 30 años. Desde finales de los 70 ha habido un gran ataque neoliberal. Se ha teorizado lo de “abajo la política, abajo lo público, liberalicemos, desregulemos”. Pero también todos esos años la socialdemocracia ha apostado por terceras vías, etc. pero todo formaba parte de lo mismo y hemos ido perdiendo los instrumentos de lucha y, también es muy importante explicar a los ciudadanos lo qué está pasando. Hay mucha gente en este país que se cree realmente que el problema de nuestra crisis era de deuda pública o que se resigna a que su ambulatorio le cierre las urgencias porque “es que no nos lo podemos permitir”. Aquí no podemos solo mirarnos el ombligo de qué nos pasa en Cataluña o en Madrid, debemos tener perspectiva histórica de lo que está pasando en el mundo.

Orencio Osuna | La debacle de hoy es la culminación de 30 años de economía desregularizada, adelgazamiento del estado del Estado, privatizaciones en masa. En definitiva estamos ante la liquidación del llamado Estado de Bienestar. Se abre paso el modelo globalizado ultraliberal que comporta menos democrática, menos servicios públicos, pensiones depauperadas,  mayor desigualdad, bolsas de paro y pobreza, que pueden durar décadas. ¿Tiene esto vuelta atrás?

ICV forma parte de una corriente alternativa al modelo capitalista depredador que es el ecosocialismo

Laia Ortiz | La agenda de la derecha y del neoliberalismo es esa porque ese es el mejor escenario para mantener este sistema. Evidentemente existen alternativas y las estamos planteando a todos los niveles, tanto de resistencia como de cambio de paradigma. Creo que también es un error pensar que podemos volver al espíritu del 45 porque para volver a eso la fuerza de trabajo debería ser el principal elemento de creación de riqueza y ahora mismo no lo es. El capitalismo financiero impide que los instrumentos que hemos usado tradicionalmente sean los elementos de cambio. Hoy tienen que ser distintos, no solo a nivel de trabajo, sino que la riqueza se distribuya vía fiscal sea un instrumento central. Las soluciones keynesianas también se han agotado y hay que plantear nuevas alternativas.

Otra cuestión es la crisis ecológica en la que vivimos. Es necesario hacer una transición justa y ecológica del modelo económico. Hay cosas y sectores que tendremos que asumir que no estarán porque son insostenibles ecológicamente y económicamente. ¿Qué teníamos después de la guerra mundial? Teníamos un paradigma económico que compensaba el liberalismo. Ahora tenemos que construir también ese paradigma económico porque debemos incluir el factor ecológico ya que no se pueden gastar recursos que no tienes. En España uno de los principales factores de debilidad del modelo es la energía con los precios del petróleo y del gas subiendo. No se puede mantener un sistema así. Más allá del cambio climático, también es un factor económico. ¿cómo conseguimos la equidad y la igualdad en un mundo globalizado? ¿Cuáles son los instrumentos de igualdad? Todo eso lo tenemos que pensar porque tiene que ver con la soberanía y la democracia. ICV forma parte de una corriente alternativa al modelo capitalista depredador que es el ecosocialismo.

Orencio Osuna | Podrían darse nuevos procesos de convergencia entre distintos partidos, la construcción de nuevos partidos o rupturas internas como está pasando en el PSC. ¿Una polarización política exclusivamente en torno al polo soberanista, y no al polo de la izquierda social, podría también llevar a un desgarro a la propia ICV? ¿O, al contrario, esta situación puede propiciar que ICV imponga su relato, su discurso político y tenga capacidad de aglutinar a sectores cada más importantes de la sociedad catalana en torno a un proyecto de cambio, no solo identitario, también de cambio socioeconómico?

Iniciativa es un punto de encuentro de independentistas y federalistas, es decir, que el punto de ruptura real es el nacionalismo español

Laia Ortiz | Todo puede pasar porque el futuro es incierto -como titula su libro Fontana- aunque creo que en Iniciativa estamos haciendo las cosas y utilizando también instrumentos democráticos de deliberación, de diálogo interno, de conexión con todas las sensibilidades y que también hemos puesto eso en valor, porque si Iniciativa se rompe por ese proceso político quiere decir que Cataluña lo está haciendo. Iniciativa es un punto de encuentro de independentistas y federalistas, es decir, que el punto de ruptura real es el nacionalismo español. Ahí no cabemos, pero es que esa posición es la que más sintoniza con la sociedad catalana.

Orencio Osuna | ICV tiene una línea histórica, del PSUC, es decir parte de tradición política que ha estado en anclada en el comunismo, en la lucha contra el franquismo y por una vía democrática hacia el socialismo. Lo de ser un  punto de encuentro, a mi juicio, entre independentistas y federalistas es algo nuevo. La trayectoria histórica de ICV y del PSUC indica que ha sido un punto de encuentro  para  la transformación social, la lucha por la igualdad, la defensa de los trabajadores...

Laia Ortiz | Lo sigue siendo, pero eso está conectado con la realidad del país. Iniciativa ha sabido evolucionar con su historia. Y además hemos ido incorporados todo ese bagaje. También estamos conectados con el país. El PSUC rompió con el comunismo español hace ya muchos años por esa incapacidad de comprender esa parte de su identidad política. Iniciativa tiene que estar a la altura de lo que pide la sociedad. Sí, su composición ha cambiado, pero gran parte de ese patrimonio político era federalista.

Orencio Osuna | Sí, el PSUC defendía la autodeterminación y un estado federal.

Laia Ortiz | ¿Cuál es el punto de encuentro? El problema no es Iniciativa, sino que que el país tiene  un problema muy importante. Pero la cultura federal forma parte de Iniciativa. La cultura federal es del pacto y del diálogo, aunque puedas votar lo que sea en un referéndum.

Orencio Osuna | Las elecciones europeas inician un nuevo un ciclo electoral, ¿qué va a hacer ICV? ¿Se va a presentar con alguna candidatura, con izquierda Unida, con Compromís, CHA, Equo, Anova, etc. en un candidatura conjunta?

ICV es seguramente el partido que más está trabajando para que haya una candidatura de unidad, de frente común en las europeas

Laia Ortiz | Para ICV se trata de un tema estratégico y el punto de partida para ese proceso constituyente. Entendíamos que es un momento excepcional y hay que plantear un sujeto político potente que vaya más allá de lo tradicional. ICV es seguramente el partido que más está trabajando para que haya una candidatura de unidad, de frente común, basada en contenidos, más allá de las siglas y las listas electorales. Antes de hablar de eso, busquemos contenidos, rechacemos las políticas de austeridad, vamos a impugnar la deuda tal como se ha contraído, hablamos de los servicios públicos, de la sostenibilidad, del derecho a decidir, que también hay condiciones para que se dé ese punto de encuentro. No va a ser un problema de contenidos. Entonces, apelamos a la responsabilidad del momento histórico en el que vivimos y nosotros hablamos con Anova, IU, Equo, CHA, Iniciativa en Valencia, etc. Hablamos con todo el mundo y también con los movimientos sociales que hay que hablar, porque una candidatura de este estilo no puede ser de suma de siglas.

La impresión a veces es que no todo el mundo ve la relevancia que tienen unas elecciones europeas. Puedo entender las dificultades y retos que cada cual tiene en su territorio: retos electorales que tienen en el  futuro, la composición de sujetos políticos nuevos a preservar, etc. Todo eso cuenta, pero hay que ofrecer alternativas a los ciudadanos que buscan una luz y una esperanza al final del túnel y poder iniciar un proyecto de ilusión en un momento de decadencia del bipartidismo. Creo que es el momento de dar un paso al frente como mínimo para las elecciones europeas. Nosotros estamos dispuestos.

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