jueves. 28.03.2024
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“En el sector cultural de Galicia se está haciendo un ERE multitudinario del que nadie se preocupa”

En aquellos años de la abundancia, bajo el gobierno de Fraga Iribarne comenzaron a erguir los enormes edificios del monte Gaiás, cerca de Santiago. El arquitecto más famoso (Eisenman), la piedra más cara -destrozando una zona protegida-, el proyecto más grandioso, las dimensiones más extravagantes (142.000 m2): todo parecía justificado para construir la Ciudad de la Cultura. Esta obra inacabada figura hoy como uno de los principales ejemplos de la incompetencia y el desgobierno. Millones de euros -sustraídos del erario público- fueron enterrados en esta obra innecesaria, excesiva y absurda, concebida para mayor honor y gloria de su promotor. Cuando llegó el tiempo de las vacas flacas nadie paró a tiempo ese despropósito pero recortaron sin pudor los presupuestos de la sanidad, de la educación y de la cultura.

Mientras la cultura gallega pasa grandes dificultades (la industria editorial, el teatro, el cine), y nuestro idioma desfallece abandonado por la Administración (cuando no despreciado y atacado desde el propio poder), en aquel monte próximo a la ciudad del apóstol se yergue, como un monumento al desatino, la inacabada Ciudad de la Cultura. En los tiempos del despilfarro los políticos gobernantes se dejaron llevar por la megalomanía, sin tener en cuenta la grave carga que dejaban a sus herederos.

El gran proyecto de Fraga, iniciado en 2001 y promovido por su valido Pérez Varela, que iba “poner a Galicia en el mapa de Europa y la modernidad”, nos llevó en realidad al vacío y a la ruina. Porque ahora la Xunta, que ya mandó parar las obras (cuando quedan por construir, todavía, dos edificios), no sabe qué hacer con este inútil mausoleo. Gastó en ese proyecto faraónico más de 400 millones, el triple de lo previsto, y sólo abrir las puertas de esa enorme desmesura cuesta cada día 27.000 euros. ¡Cuántas bibliotecas públicas se podrían dotar, cuántos libros editar, cuantas películas promover con todo ese dinero derramado!

El Gaiás es el paradigma de una forma de entender la actividad cultural. Las autoridades construyen un desmesurado recinto donde se expondrán los grandes eventos llegados de fuera: la cultura como espectáculo, como celebración ocasional, como divertimento de las élites. Pero hay otra forma de entender la cultura: como creación popular, como elemento de la vida cotidiana que nos mejora como personas, como construcción colectiva que nos ayuda a ser pueblo, como industria diversa y plural que favorece la creación de riqueza. Para eso no hay dinero. Para levantar y mantener el enorme despropósito del Gaiás, sí. Algunos representantes del mundo audiovisual ya lo advirtieron: “En el sector cultural de Galicia se está haciendo un ERE multitudinario del que nadie se preocupa”.

Mientras cierran bibliotecas y periódicos, mientras las empresas editoriales tienen serias dificultades para continuar su labor, mientras los cineastas, los músicos y todos aquellos que se dedican a cualquier actividad cultural o artística se ven abandonados por la Administración (que no facilita el trabajo ni aporta recursos que apoyen la creatividad del propio país) los edificios del Gaiás permanecen como los restos de una civilización, como aquellas ruinas que se veían en el final de la película “El planeta de los simios”.

Ciudad de la Cultura: monumento al despilfarro