viernes. 19.04.2024
Parlamento europeo
Foto: Parlamento Europeo.

En los mentideros de las izquierdas transformadoras se debate estos días la posibilidad de reunir en una única candidatura europea a todas las fuerzas, movimientos, plataformas y mareas que rechazan las políticas de la troika. No dudamos, de las buenas intenciones de algunos de sus promotores; confiamos menos en el propósito que anima a otros, especialmente empeñados en disputarle a IU el crecimiento electoral que reflejan todas las encuestas y tocar con las manos un acta de eurodiputado; y damos por hecho, atendiendo al sentido común y a la trayectoria histórica reciente de la izquierda social y política, que no será posible satisfacer ideas, ambiciones y puestos en una candidatura única. Lo que sí es seguro es que IU, ICV y otras formaciones de izquierdas volverán a repetir candidatura unitaria, algo de lo que nos alegramos.

No faltarán quienes nos acusen de no querer trabajar lo suficiente para conseguir “una candidatura de todos”. Como si estuviéramos hablando de una declaración de fe, en lugar de analizar la complejidad de un proceso cruzado de proyectos, intereses y realidades bien distintas. Un proceso que, de alargarse en el tiempo, siempre a partir de un intercambio aparente de buena voluntad, acabará afectando al crédito y la capacidad de movilizar a su gente de la propia Izquierda Unida. Hoy por hoy, lo que está en juego es el grado de confianza, transparencia y empatía que un proyecto de transformación y cambio es capaz de ofrecer a la ciudadanía. Y para ello, efectivamente, deben evitarse los cantos de sirena de la fabulación, pero también la reedición de códigos, escenarios y guiones de una faena de aliño, sin crítica ni público. Porque IU sigue teniendo una asignatura pendiente: abrirse a la sociedad, activar los instrumentos de participación y renovar el discurso político, con frecuencia perdido en el túnel del tiempo.

En un proyecto para Europa como el que pretendemos trasladar a la sociedad española con motivo de las elecciones del 25 de mayo, importa mucho compartir con otras fuerzas el rechazo a las políticas de recortes y de demolición del Estado de bienestar que ha impuesto la troika, con la decidida colaboración de los gobiernos nacionales; pero importa tanto o más el acuerdo acerca de la Europa que queremos, las alianzas que estableceremos y nuestro papel en las instituciones europeas en las que estaremos. Creemos que a Syriza se la cita demasiadas veces en vano. Nunca Syriza ha defendido una Grecia fuera del euro o de Europa, y su presidente Tsipras es candidato a presidir la Comisión Europea.

Lo que rechazamos, lo que queremos

Izquierda Unida, ahora y en 2009 ha rechazado los distintos paquetes de ajuste orientados a enfrentar la crisis en la Unión Europea con un radical recorte del gasto público, aun a costa de un fuerte aumento del desempleo, especialmente entre los jóvenes (26,5 millones de personas en paro, y casi 6 millones menores de 25 años). Una Europa secuestrada por la agenda de los mercados y de las instituciones financieras, hábilmente capitaneadas por la canciller Merkel, en la que crecen el paro, el empleo de baja calidad y las desigualdades, y en la que pretenden aumentar la competitividad a golpe de bajos salarios, inaceptables condiciones de trabajo, una fiscalidad injusta y políticas públicas y de protección social muy debilitadas. Algunos quieren que la Europa del progreso y del “modelo social avanzado” sea historia, y en los países del sur del continente lo están consiguiendo.

Es posible que estas medidas, que rechazamos, sean también rechazadas por alguno de nuestros potenciales y súbitos socios. Ahora se trata de depurar un proyecto de Europa y concretar un programa de actuación ante el próximo mandato, dentro y fuera de las instituciones comunitarias. En este contexto, sería oportuno en primer lugar, mostrar nuestra oposición rotunda a la idea de la “No Europa”, y pelear para cambiar sustancialmente la actual correlación de fuerzas del Parlamento Europeo con algunos ejes políticos y programáticos de primera magnitud:

  • Fortalecer la democracia y la transparencia en las instituciones de la UE
  • Combatir la impunidad de organismos no elegidos por nadie y fiscalizar la llamada gobernanza económica europea
  • Abrir paso a una visión social de Europa
  • Restablecer la cohesión social, reduciendo las crecientes desigualdades entre países y territorios ricos y pobres
  • Garantizar la calidad de los servicios públicos europeos
  • Preservar la seguridad social como un derecho fundamental básico y apoyar con firmeza los sistemas públicos de pensiones
  • Exigir el cese inmediato de las políticas de recortes
  • Impulsar el empleo como la principal prioridad. En este sentido, apoyar el Plan Europeo de Inversiones elaborado por la CES
  • Blindar los derechos sociales fundamentales frente al intento del neoliberalismo de postergarlos ante las libertades económicas
  • Abordar el compromiso urgente y claro de una política fiscal más justa, especialmente centrada en combatir la evasión, el fraude o la elusión fiscal.

En el último periodo se ha destinado un billón de euros a salvar el sector financiero, y se pierde otro billón de euros al año en fraude y evasión fiscal. Hace una buena propuesta la CES, cuando propone invertir 250 mil millones de euros en los próximos años para crear empleo y aliviar el futuro de millones de personas. Un plan de inversiones que podría generar, según los dirigentes sindicales, hasta 11 millones de empleos.

Si estos ejes de acción junto al programa que se prepara para su debate y discusión en la convención abierta de IU, ayudan a precisar una candidatura unitaria, mejor que mejor. Pero si el camino elegido es el de apropiarse de movimientos y protestas recientes para configurar candidaturas de algo parecido a una “estirpe de nobles”, que más tarde emplazan a IU y otros, con más legitimidad virtual que real, a mover candidaturas y dejar puestos libres, no contarán con nuestro apoyo. Ya apuntó Quevedo que “nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”.


Por Lidia Fernández, Libertad Martínez, Luis María González  

¿Una candidatura que lo abarque todo?