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NUEVATRIBUNA.ES 01.07.2009

Llega el verano y con él la escuela FAES. Desde Navacerrada, José María Aznar ha vuelto a deleitar a sus acérrimos seguidores con sus recetas liberales en tiempos de crisis. Reforma laboral, contratos más flexibles, despidos más baratos; y todo, con un único fin: trabajar cada vez más -porque solo así se saldrá antes del abismo, sostiene-, o como le gusta decir a Esperanza Aguirre: pico y pala, señores, pico y pala.

Ni intervencionismo ni proteccionismo. Ni particularismo ni relativismo. El ultraliberal ex presidente del Gobierno parece tenerlo claro: “La mejor política social es la que crea empleo”. (¿Les suena?).

"La izquierda se alegra cada vez que alguien cae en la red de seguridad de la protección social y nosotros nos alegramos cada vez que alguien es capaz de salir de esa red, claro que para eso hace falta que no haya gobiernos que cercenen las oportunidades", dijo el presidente de honor del PP en el Campus que organiza la Fundación que preside.

Aznar quiere que la gente se jubile más tarde y que se introduzcan "criterios de mercado" en los servicios sociales, lo que traducido al lenguaje de la lideresa significa “una oportunidad de negocio”. Eso sí, ninguno de los dos olvida las “raíces cristianas”, también con su particular lectura porque para el Capital, Dios no existe.

Que los desempleados cobren el paro puede degenerar en “abusos”, advierte Aznar, y como cada vez duramos más, el envejecimiento de la población redundará en un mayor gasto en salud y pensiones. ¿Solución?: sanidad privada, educación privada y residencias de ancianos privadas. Precisamente lo que hace Aguirre en Madrid; y Francisco Camps en Valencia; y Alberto Núñez Feijoo en Galicia.

Pero entre arenga y arenga neocon no viene mal añadir más madera a la hoguera propagandística. Ahora resulta que Aguirre se baja el sueldo. Ya puede con lo que gana. Es, como dice el dirigente de Izquierda Unida, Ángel Pérez, “la caridad de la derecha pía” o el “chocolate del loro” que no soluciona la dramática situación por la que pasan muchas familias madrileñas. “Demagogia” pura y dura, a juicio del socialista Tomás Gómez, que recuerda que la bajada del 2% en las nóminas del Gobierno regional se queda en nada comparado con el incremento de un 43% en gastos de altos cargos.

Es lo que tienen los ultraliberales, que ahorran en gasto social pero despilfarran en darse autobombo: Unos 13.500 millones de las antiguas pesetas en gastos de publicidad y propaganda cada año en Madrid, que se dice pronto.

Aznar, Aguirre: el contraataque neocon