martes. 19.03.2024
mediacion

La mediación no termina de implantarse en nuestra sociedad, a pesar de sus numerosas ventajas. Está en la Ley, pero no está en la calle, con lo que, en buena medida, se ha comenzado la casa por el tejado

Desde que nació el marco legislativo con el Real Decreto Ley (RDL) 5/2012 -de fecha 5 de marzo de 2012- sobre la mediación para asuntos civiles y mercantiles, no podríamos decir si estamos actualmente en un momento de crisis o no. La normativa nació con un claro objetivo: de una vez por todas implantar en España una “justicia de calidad” (asi reza en su exposición de motivos y por ende, encontrar soluciones a los conflictos de forma rápida y económica Sin embargo, la realidad que nos muestran muchos mediadores es que la mediación presenta problemas prácticos muy importantes, lo que hace que muchas personas se encuentren excépticas hacia su futuro.

Acudir los mediados a este proceso no es obligatorio, sino que debe ser una decisión tomada por ambas partes de forma voluntaria. De igual forma y siempre voluntaria, los jueces pueden proponer a las partes una vez han iniciado el proceso judicial del que se trate, la posibilidad de acudir a una sesión informativa sobre lo que supone mediación, paralizando en su caso el proceso en cuestión.

La función del mediador, los principios de la misma, el coste y demás datos son ofrecidos desde el primer momento y quizás en este aspecto no radique ni el desconocimiento de la mediación ni la posibilidad de éxito de la misma.

Partimos en principio, de que no se obliga a que la figura del mediador sea un Licenciado o graduado según materia, siendo suficiente con que haya realizado uno o varios cursos específicos de la materia impartido por instituciones que a la vez solo requieren inscribirse en el Registro de Entidades Formadoras del Ministerio de Justicia. Baste una mirada a dicho registro para entender que academias, asociaciones, colectivos privados, fundaciones y por ende también las Universidades han creado un elenco formativo que dista mucho de la unidad y sobriedad que requiere este perfil profesional

Partiendo de esta idea que incumbe a la esencia de la mediación, el profesional de la mediación, ésta presenta variados problemas prácticos.

  • Para intentar la búsqueda de una solución pactada por las partes en primer lugar, no siempre será suficiente con la intervención del mediador, dado que en determinadas materias nos podemos encontrar conflictos muy complejos desde el ámbito jurídico que requieren una especialización importante. ¿basta entonces con la participación de un experto en el proceso?... el sobre coste y la duda del interés por la mediación seguramente haría mella en el mediado.
  • En segundo lugar, el método llamado mediación es muy desconocido extrajudicialmente y si nos basamos en la mediación intrajudicial, el nivel de éxito y compromiso disminuye si estamos hablando de personas que ya se encuentran tras una demanda o contestación a la demanda, viciados en sus posiciones. Podria pensarse en una posible dilación si acuden a mediación.
  • En tercer lugar, los acuerdos alcanzados no tienen fuerza ejecutivade modo que a pesar de que las partes alcancen un acuerdo ante el mediador, no existe un cumplimiento obligatorio, aunque hemos de entender que es lo que han querido. En este caso hay que acudir ante Notario para elevarlo a Escritura Pública de las denominadas sin cuantía ( su coste es menor a cualquier otra escritura) y en caso de la intrajudicial, se produciría su devolución al Juzgado para que este avale y homologue el acuerdo

La verdad es que 6 años después la mediación no termina de implantarse en nuestra sociedad, a pesar de sus numerosas ventajas. Está en la Ley, pero no está en la calle, con lo que, en buena medida, se ha comenzado la casa por el tejado. Necesitamos un auténtico cambio de mentalidad en la sociedad y abandonar definitivamente la “cultura del conflicto” para abrazar la “cultura del acuerdo”. No es difícil, porque incluso culturas actuales en determinadas zonas del mundo tienen estas culturas arraigadas ante la imposibilidad de tener tribunales (“véase costumbres de mediación”)

Tambien se dice que  “Hay muchísimos mediadores y poca mediación, por lo que queda que la demande el ciudadano”. Pero no es menos cierto que esta profesión necesita no tanto de un aprendizaje como de que sus actores “aprehendan” la profesión, la hagan suya.

Ya decía también en 1999 Martínez de Murguia que un problema que atañe en particular a los Estados Unidos es que debido a que no se dictan sentencias en los casos de mediación, no se sientan precedentes jurídicos y no se desarrolla jurisprudencia. El resultado es que ello impide que se legisle con la rapidez necesaria para lograr un ordenamiento jurídico flexible”

Me atrevería a seguir enumerando los problemas para después querido lector, buscar las soluciones. Ni que decir tiene como ya he dejado entrever que  la falta de conocimiento del ciudadano, y el desconocimiento por parte de muchos profesionales cercanos al conflicto de que se trate, de cuál es la verdadera función de los mediadores y la mediación, se antoja difícil de solucionar a corto. A ello no contribuyo que las distintas Comunidades Autónomas se lanzaran en una “carrera por legislar” sobre mediación familiar, con grandes despropósitos entre unas y otras hasta el hecho de no saber el profesional a que o en donde acogerse en su formación.

Y sobre todo insisto con la formación, quizas como dicen algunos mediadores “con el tiempo, cuando la mediación esté implantada, se marcará la diferencia quien cuide los aspectos de su formación y que posiblemente se reflejen en la calidad de los procesos que realicen sus mediadores”,

Pero…¿ y las soluciones a estos problemas? Pasa porque nos creamos la filosofía de la mediación.

Pasa porque seamos conscientes que esta profesión no es propiedad de nadie pero si es responsabilidad de todos.

Pasa porque nunca dejemos de aprender, pero sobre todo de aprehender sus herramientas y hacerlas nuestras, solo asi podremos convencer a la sociedad de que somos necesarios y de las enormes ventajas de la mediación.

Pasa porque los abogados conozcan el “valor añadido” de esta herramienta a la hora de proponer vías de solución a sus clientes y nosotros los mediadores hacerles partícipe del proceso en el asesoramiento continuado de sus clientes, lo que no deprecia ni su minuta ni su trabajo.

Pasa porque seamos optimistas y veamos una oportunidad donde hay problemas, igual que hacemos con nuestros clientes. La oportunidad no es otra que aprender de los errores para “aprehender” en el futuro. 

La actualidad de la mediación: ¿Crisis o avance?