viernes. 29.03.2024
Fotos de Julián Rebollo (CCOO).

"La reforma de la Constitución no es terapéutica para la presión de los mercados"Nuevatribuna.es | La precipitada e inminente reforma constitucional pactada por PSOE y PP para incorporar al texto de la Carta Magna el llamado techo del déficit público tendrá consecuencias, pero, ¿cuáles realmente?

Fernando Lezcano | Hay una primera consecuencia en la calidad democrática de nuestro país. En un momento en que se está cuestionando la distancia que existe entre la ciudadanía y las instituciones y las formaciones políticas, lo que luego ha tenido su expresión en el 15M, y que llevar a cabo la reforma de la Constitución tanto por la forma como por el fondo devalúa todavía más. En segundo lugar tiene consecuencias en el ámbito de las políticas económicas. Lo que hace esta reforma es la demostración de que la economía es la que gobierna la política y más todavía la economía de los sectores especulativos que son en última instancia los promotores de la crisis que estamos padeciendo, que introduce límites y corsés al gasto público que ha debido liberarse precisamente para tapar los agujeros que ellos han provocado, lo cual es un absoluto disparate. También hay una tercera consecuencia para las formaciones políticas que la promueven, menos para el PP, pero desde luego para el PSOE no tengo la menor duda de que va a sufrir una doble penalización -la primera fue el 22 de mayo-; y lo más triste de todo esto es que su candidato, que podía amortiguar el golpe, lo va a tener difícil no ya incluso para ganar sino para no quedar en mal lugar.

"El PSOE debería haber hecho bajar a Zapatero de su atalaya"¿Y cómo se explica esa actuación, podríamos decir, ‘suicida’ del PSOE?

Hay que reconocer que la situación es muy grave. Empezamos en agosto con una situación muy difícil e ignorarla sería también suicida. Pero no creo que sea ese el problema. El problema es que el Gobierno, particularmente su presidente, ha tenido ese efecto de mutación, de líder político de una determinada formación y de un determinado ideario, a una especie de hombre de Estado que se pone por encima de su partido, por encima de su gobierno, por encima de las ideologías y que quiere pasar a la historia, en este caso no por los logros sino porque fue capaz de sacrificarse en aras del país. Y creo que el Gobierno y, en última instancia el partido, debería haberlo hecho aterrizar, haberlo bajado en esa especie de urna de cristal en que se ha instalado, en esa especie de atalaya y hacerle entender que esta reforma no solamente no es necesaria sino que tampoco es terapéutica para la presión de los mercados. Le tendrían que haber aconsejado que bajase de la nebulosa en la que está instalado, que tocase los pies en el suelo y que hiciese las cosas de otra manera. Pero ha prevalecido esta especie de orden jerárquico tan radicalmente piramidal.

Los argumentos que están dando los dos principales partidos es que es necesaria la estabilidad presupuestaria para mantener el Estado de bienestar. Se habla del gasto pero no de los ingresos. Tampoco se habla de una reforma fiscal en profundidad.

En la coyuntura actual aceptamos que es muy difícil acometer una reforma fiscal porque debería contar con una amplia base de consenso. Pero sí se pueden hacer otras cosas antes que proceder a una reforma fiscal, que es dotar a las administraciones públicas de aquellos ingresos suplementarios para evitar que los ajustes recaigan siempre y casi en exclusiva en los sectores sociales mas desfavorecidos. Hoy ya puedes tener una política agresiva de combate contra el fraude fiscal y una política de recuperación de impuestos que en su momento se suprimieron con una alegría pasmosa y con una debilidad ideológica sangrante. Esas cosas se pueden hacer ya, como se puede introducir una tasa para las transacciones. En el tema de las SICAV, que es el refugio de las grandes fortunas para pagar una miseria cuando el común de los ciudadanos están pagando en relación a sus ingresos. Eso se puede hacer, conscientes también de que el horizonte tiene que ser una revisión más en profundidad para garantizar los ingresos necesarios con la equidad adecuada.

En la recta final de la legislatura se está profundizando en recortes de derechos en el mercado de trabajo y en la negociación colectiva. Los sindicatos han anunciado un otoño caliente, de movilizaciones, al calor también de algunos movimientos sociales, como el 15M del que hablaba antes. ¿Hasta donde están dispuestos a llegar los sindicatos?

Nosotros estamos dispuestos a llegar en función de la gravedad de las medidas que se adopten. Lo que no vamos a dejar de hacer el movimiento sindical y particularmente CCOO, independientemente de las fórmulas que adoptemos para hacer frente, es dar la pelea. Nosotros vamos a estar ahí, no nos vamos a retirar a un segundo plano y las respuestas las vamos a ir modulando en función de la entidad de las agresiones, sin descartar ninguna, porque no lo hemos hecho nunca. Todo esto también está en función de hasta donde quiera llegar la gente, porque en situaciones de crisis, lejos de los que piensan que generan situaciones prerrevolucionarias, lo que generan son condiciones sociológicas retardatarias, generan una individualización y genera temor que lleva al retraimiento de la gente. Y se puede dar la paradoja el 20N que, con una fuerte contestación social como la que se está dando a través del movimiento sindical y del 15M, la derecha gane las elecciones por goleada.

Esta misma semana, Toxo y Méndez han advertido de que puede haber un nuevo conflicto social por la negociación colectiva y los cambios que pueda acometerse en su trámite parlamentario por un posible pacto con los nacionalistas catalanes.

CiU se ha caracterizado siempre por sacar algo a cambio y lo ha hecho en todos los grandes acontecimientos que han requerido un arco parlamentario suficiente para sacar delante tal o cual medida, y me extrañaría que en esta ocasión vaya a ser distinto. Nosotros somos conocedores de la línea de enmiendas que ha venido haciendo CiU, particularmente con la reforma laboral, ahora con al reforma de la negociación colectiva y es que se caracterizan por ser los portavoces de los sectores empresariales mas retardatarios, aquellos que consideran que solo se puede competir por la vía de deprimir el factor trabajo.

Estamos asistiendo a una auténtica degradación del valor y la cultura del trabajo. Se eleva a un pedestal a los empresarios como “generadores de empleo” y se oculta la realidad clásica del trabajador como “generador de plusvalía”.

El 9º Congreso de CCOO quisimos poner el eslogan, ‘El trabajo en el centro de la sociedad’, porque ya estábamos en la lógica de reivindicar el papel del trabajo. El trabajo es el principal elemento generador de riqueza y, efectivamente, existe una crisis desde muchos puntos de vista porque desde hace bastante tiempo hasta sectores de la izquierda han llegado a aceptar acríticamente que lo que mueve el país es el espíritu emprendedor. A mí me parece una falacia ideológica. Creo que eso no es otra cosa que los gérmenes del neoliberalismo que flotan en el ambiente y que unos hacemos por vacunarnos y tener anticuerpos y otros se contagian, creo que a gusto, no por accidente, sino que se dejan contagiar voluntariamente.

Otra de las reformas paralela a la negociación colectiva es el decreto laboral aprobado por el Gobierno que fomenta la temporalidad. ¿No le sorprendió que el propio ministro de Trabajo dijera que vale más un contrato precario que un desempleado?

No es que sea sorprendente es que eso solo se puede entender en un país de charanga y pandereta como es este, porque es que Valeriano era secretario de Empleo cuando en 2006, después de varios meses de negociación, se estableció una reforma en la dirección de limitar el encadenamiento de contratos. ¿Por qué lo que valía entonces no vale ahora? El ministro dice porque prefiere un contrato temporal a un desempleado, pero es que no es verdad, eso en sí mismo no genera empleo, ¿puede contribuir a no destruirlo?, tampoco. Creo que al ministro se le tenía que caer la cara de vergüenza por salir hoy diciendo justo lo contrario de lo que dijo ayer; y eso hay que ponerlo también en relación a los famosos contratos de formación de empleo que se han sacado de la manga porque dejar a los jóvenes sumidos en la temporalidad y además con una perspectiva de tener un contrato de formación hasta los 33 años es patético.

Y al parecer Rajoy prepara una reforma laboral muchísimo más dura. El PP sostiene que el marco laboral actual es de la época del franquismo.  

"Si el PSOE ya ha hecho bastante daño, el PP puede acabar de redondear el círculo"La capacidad de hacer disparates parece ilimitada visto lo visto y pueden hacer verdaderas barbaridades. Pero yo pondría un poco de distancia a eso, por una razón, porque lo único que yo conozco es lo que ha reflejado algún medio de comunicación sobre un libro que ni siquiera ha aparecido y parece que han ido a buscar el elemento más altisonante de todo; y luego, porque vista la trayectoria del PP, cuando ha gobernado, dependerá también de lo que los ciudadanos le dejen hacer. Porque en el caso de no tener mayoría absoluta no es lo mismo que tengan que pactar con las formaciones nacionalistas de derecha a que se vean obligados a buscar puentes y líneas de consenso con las fuerzas progresistas o de izquierdas. Y desde luego, no es lo mismo si el movimiento sindical esta fortalecido, con capacidad de propuesta, de iniciativa y de respuesta. No anticiparía que eso tenga que ser así porque los ciudadanos tenemos de alguna manera una parte de cuota de responsabilidad. Pero, efectivamente, se pueden hacer cosas peores, por ejemplo si entendemos que la reforma laboral no es solamente la reforma del Estatuto de los Trabajadores respecto a las modalidades de contratación sino que abarca también la reforma de la negociación colectiva, y en ese terreno, si éstos [PSOE] ya han hecho bastante daño los otros pueden acabar de redondear el círculo acabando con la ultraactividad de los convenios o fragmentando la negociación colectiva acabando con el paraguas que supone el convenio estatal y haciendo prevalecer exclusivamente el convenio de la empresa. Pero, insisto, lo que puedan hacer o dejar de hacer va a depender también de nosotros que no nos quedemos como espectadores acríticos.

Estamos de acuerdo, hay que esperar a ver el resultado que arrojan las urnas, pero Rajoy ya asume que su primer año de gobierno será un año de protestas sociales.

Lo previsible es que eso sea así, en el orden económico, social y político. Es de sobra conocido el ideario conservador del PP, es conocido que tiene sectores además más reaccionarios que lo que quiere aparentar el propio presidente del PP, es conocido que hay un entorno que ejerce, de poderes fácticos diversos que presionan mucho y que presionarán mucho si llegan al gobierno, sectores financieros, empresariales, mediáticos… Todo hace pensar que eso pueda ser así, pero lo que yo estoy haciendo es un llamamiento a que la gente no de por hecho que tiene que ser así y que nosotros vamos a tener, en ultima instancia, mucho que decir, primero el 20 de noviembre y después, siendo capaces de dar una respuesta.

¿Cree que los ajustes llevados a cabo por dirigentes del PP como las presidentas de Madrid y Castilla-La Mancha es un adelanto de lo que va a hacer Rajoy si llega a La Moncloa. Entendéis que ese modelo de política económica puede llegar a hacerse a escala nacional?

Sí, sin duda. Pero es que además, CiU está haciendo lo mismo en Cataluña, donde ha emprendido una batalla sin cuartel contra la sanidad pública. Es una práctica generalizada de la derecha y, efectivamente, los antecedentes de Aguirre en ese eje de Madrid-Valencia-Murcia ahora los vemos en Castilla la Mancha y es muy probable que sea la hoja de ruta del señor Rajoy de ganar las elecciones. En ese sentido, el movimiento sindical, pero espero que no solo, va a defender lo que tiene que defender, independientemente de quién gobierne, que es el Estado de bienestar, una política económica equitativa en un momento como este. Nosotros no vamos a cruzarnos de brazos, no vamos a mirar para otro lado, no vamos a hacer dejación de nuestra responsabilidad que va a ser dar cauce a la contestación de esas políticas que se quieren implementar desde el gobierno de la Nación emulando lo que ya se viene haciendo como banco de pruebas en las CCAA gobernadas por el PP, sin duda alguna.

Hace tiempo que CCOO y UGT abandonaron la recomendación explícita a un partido político en elecciones. ¿Será igual en esta ocasión?

"La autonomía sindical forma ya parte del ADN de CCOO"No es que abandonásemos eso porque nos diera un salpullido primaveral. Eso era una consecuencia de un debate mucho más en profundidad en el seno del sindicato respecto a la autonomía sindical, entendida como que solo entre las paredes del sindicato se valora la situación, se construyen las propuestas, se gestionan las iniciativas, sin ningún otro tipo de referente. La autonomía sindical entendida como que negociamos con gobiernos de diverso signo independientemente de su ideario, sino por las políticas que llevan, y contrastamos o acordamos en función de las políticas y no del color del promotor de las propuestas; y, por tanto, concebimos la concertación social como un elemento capital para regular políticas sociales y económicas. Así que consideramos la autonomía como elemento fundamental de nuestra interlocución con la contraparte más directa que son los empresarios, si no hubiese autonomía no se podría entender el equilibrio que debe de suponer la negociación colectiva a pequeña escala y el diálogo social a gran escala. La autonomía sindical forma ya parte del ADN de CCOO. Ahora vamos a hacer lo mismo. Pero todo el mundo sabe que CCOO esta en la izquierda social, qué venimos planteando respecto a esta crisis y cuáles son las propuestas.

En un artículo reciente firmado por Ignacio Fernández Toxo y por usted mismo señalaban la necesidad de “repensar” el proyecto sindical, de renovar sus estructuras para incrementar la participación y el debate democrático. ¿Cuál es el principal objetivo de esta reflexión?

Tengo la impresión de que cualquier organización social está obligado a repensarse permanente, lo contrario es una especie de parálisis cerebral que te imposibilita entender la vida, los cambios que se producen y cómo tu intervienes en ellos. Si se piensa en una organización como CCOO que es, por sus valores, por su ideario, por su capilaridad organizativa, está doblemente obligada a repensarse de forma permanente. Es muy dinámica la lógica del cambio en todos los ámbitos de la sociedad y nosotros que aspiramos a representar y a transformar estamos obligados a pulsar de una manera muy viva también la entidad de esos cambios y de adecuarlos siempre con las cosas muy claras, con un objetivo fundamental, que es seguir representando los intereses de los trabajadores en una lógica en la que sigue existiendo la lucha de clases aunque ésta exprese formas distintas a las que ha podido expresar en etapas anteriores del desarrollo del capitalismo. Y si queremos seguir representando esos intereses estamos obligados a ser cada día más sensibles y más permeables a esos cambios y a adecuar más y mejor nuestras estructuras para ser más eficaces y más operativos.

¿Y más combativos quizá?

Todo está en la misma reflexión. Cuando hablo de ser más eficaces y más operativos estoy hablando para los fines que tenemos. Tradicionalmente, nosotros diagnosticamos cuál es la situación, hacemos nuestras propuestas y que avancen en la concertación y, si no avanzan, o se nos intenta agredir limitando los derechos sociales y laborales de los trabajadores contestamos. Esa es una especie de ‘abc’ del modelo sindical de CCOO. Cuando hablo de ser más eficaces es respecto a la finalidad última que es el sindicato, que no es un fin en sí mismo, sino un instrumento al servicio de los intereses de los trabajadores. Es decir que, cuando haya que dar la pelea, dar la pelea.

DATOS DE REPRESENTACIÓN SINDICAL Y DE AFILIACIÓN
• Con datos de junio de 2011, CCOO cuenta con 120.000 delegados sindicales elegidos y la UGT con 114.000.
• Entre los dos sindicatos suman el 75% de los delegados sindicales en las empresas.
• En cuanto a datos de afiliación, CCOO acabó el anterior mandato con 1.200.000 afiliados.

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