viernes. 26.04.2024
ARMANDO RODRÍGUEZ VALLINA

"Mi gran ilusión está cumplida con el proyecto Covibar"

Aunque no le gusta que le encasillen calificándole de guerrillero que devino en empresario, la suya es una historia singular de superación y coraje. Considerado como el inventor del cooperativismo español de vivienda obrera, Armando Rodríguez Vallina cree cumplido su sueño. A sus espaldas lleva construidas más de 10.000 casas, muchas de ellas en el madrileño municipio de Rivas-Vaciamadrid, todo un ejemplo de desarrollo urbanístico y de ciudad integral.

(12.02.2011). Armando Rodríguez Vallina está en plena forma. Con casi ochenta años de edad y mucha historia a sus espaldas, sigue dirigiendo su cooperativa y escribiendo sus memorias. Dos libros han visto ya la luz y al menos otros dos lo harán en breve. En ellos relata su vida marcada por la Guerra Civil y la lucha antifranquista en el exilio pero también su empeño en hacer realidad un proyecto urbanístico que empezó a gestarse ya a muy temprana edad cuando observaba con horror, durante la década de los cincuenta, las “colmenas humanas” que el sindicato vertical de la Dictadura construía para los trabajadores en Asturias, la tierra que le vio nacer y que tantos recuerdos le trae de su infancia.

Natural de Blimea, Armando creó su primera empresa a los 16 años, una compañía de transportes, pero su ánimo emprendedor se truncó rápido, cuando se vio obligado a huir de España después de vivir la brutal represión de la que fue víctima su familia y él mismo.

“Una vez terminada la Guerra Civil, la casa de mis padres se convirtió en el refugio principal de varios dirigentes republicanos que habían decidido continuar la lucha contra los golpistas a través de la lucha guerrillera. Mis padres, al principio, debido a nuestra corta edad, habían intentado ocultarnos el nombre de esas personas que entraban y salían de la vivienda de forma clandestina, pero pronto se dieron cuenta que debido a la frecuencia de sus reuniones y la necesidad de prolongar su estancia en la casa, era imposible mantener ese secreto, en caso de ser descubiertos, nos podía costar la vida a toda la familia, no era para menos, la mayor parte de los días, oíamos o presenciábamos la detención o el fusilamiento de algún ciudadano de la zona”, nos cuenta.

EXILIO EN PARÍS

De padre socialista y madre comunista, Armando vivió cómo un 14 de febrero de 1950 las fuerzas del régimen rodearon su casa y detuvieron a sus progenitores. Su madre fue asesinada y su padre encarcelado y fue a consecuencia de la traición de Sabugo, uno de los guerrilleros.

Nueve años después emprendía el camino del exilio con identidad falsa. Y París fue su lugar de residencia. Armando ya había cursado estudios en Asturias, pero en Francia se matriculó en la Universidad donde obtuvo el título de licenciado técnico en Ciencias Económicas y Urbanismo. Siempre le interesó el urbanismo desde esas primeras imágenes de urbanizaciones en los valles mineros asturianos y las periferias de Oviedo, Avilés, Gijón…

”Una vez en Francia, dediqué mucho tiempo en visitar y estudiar los nuevos barrios que se habían construido en las cercanías de París y aunque también tenían sus defectos, en cuanto a la construcción y distribución de los espacios, nada tenían que ver con lo que había conocido en España”.

En París, mientras compaginaba su labor como activista a las órdenes del PCE (visitó varios países y realizó hasta quince incursiones a España bajo identidad falsa) participó en varios estudios urbanísticos para ir recogiendo experiencia sobre aquellos desarrollos que consideraba más atractivos e interesantes para poder llevarlos a cabo en España a través de un nuevo modelo de desarrollo cooperativo.

REGRESO A ESPAÑA

Regresó en 1977. En ese momento ya no militaba en el PCE. Un año después puso en marcha Covibar (Cooperativa de Viviendas Baratas) desde un local que le prestó Comisiones Obreras y con financiación aportada por Caja Madrid.

”El éxito fue extraordinario, habiendo comenzado las inscripciones en el mes de septiembre, a finales de diciembre ya disponía de más de mil cooperativistas, eso significaba que había que convocar una Asamblea General para nombrar al consejo rector y poder adquirir los terrenos para desarrollar el proyecto. Esta asamblea tuvo lugar el tres de marzo de 1979. Para esa dirección propuse a las personas que más conocía, pero al poco tiempo me di cuenta que me había equivocado, lo único que deseaban era que la cooperativa dependiese de un partido político. Unos meses más tarde fueron destituidos y se nombró otro consejo rector sin dependencia política, la cooperativa era solo de sus socios y estos serían los únicos responsables de dirigir el futuro de esa sociedad”.

Esta es precisamente una de las cosas de la que más orgulloso se siente, haber conseguido desvincular la cooperativa de toda influencia política: ”Jamás he guardado un mínimo de rencor contra esas personas que seguramente tenían otras ideas que yo no compartía, y que a mi modo de ver, hubieran impedido finalizar un proyecto social tan importante”, explica.

LA COLONIA COVIBAR

La colonia Covibar es un barrio situado en el madrileño municipio de Rivas-Vaciamadrid que se ha convertido en todo un ejemplo de economía social. Por un lado es un conjunto cercano a las cinco mil viviendas de muy alta calidad de vida en lo urbanístico, con grandes espacios verdes, incluidas las zonas ajardinadas. Por otro lado, y esta es su singularidad con respecto a otros proyectos cooperativos de viviendas, es que se trata de un proyecto social, cultural, deportivo y de ocio. A través de su patrimonio tiene unos ingresos que permiten desarrollar constantemente actuaciones en sus centros culturales y deportivos.

El cooperativismo en España tomó impulso en los años ochenta pero cosechó numerosos fracasos, a los que contribuyeron –en opinión de Armando- ”ciertas empresas inmobiliarias interesadas en desprestigiar ese movimiento”. Y la paradoja es que ahora, en plena crisis económica, esas mismas inmobiliarias ”están creando de nuevo, para sus propios intereses, la construcción de viviendas a través de cooperativas”, sin olvidar la negativa de los bancos a financiar el suelo: ”Durante estos últimos años, las entidades financieras han permitido que las cooperativas no tuvieran dificultades para desarrollar sus actuaciones urbanísticas, sin embargo en estos momentos ponen tantas trabas que la mayor parte de las cooperativas no encuentran financiación para sus promociones”. En este sentido, la labor de los ayuntamientos es fundamental, ya que pueden facilitar ese suelo para desarrollar los proyectos. No obstante hay que tener en cuenta que la mayor parte de los terrenos estaban en manos de los especuladores que han contribuido al encarecimiento de las viviendas, explica Armando.

El beneficio que aportan las cooperativas revierte en los propios ayuntamientos. Los sucesivos planes de Covibar que desembocó finalmente en la inmobiliaria Covibarges han culminado en más de 13.000 viviendas entregadas en Rivas-Vaciamadrid. Ello ha facilitado al consistorio la posibilidad de planificar un desarrollo urbano de gran calidad: ”Los ciudadanos pueden disfrutar de sus espacios verdes, de inmensos parques, colegios, institutos, centros de sanidad, de cultura, de ocio, deportivos. Todo ello permite que los vecinos se encuentren a gusto, totalmente integrados en este municipio que en 1980 no llegaba al medio centenar de habitantes y actualmente cuenta con unos ochenta mil”.

Armando reconoce que en la sociedad española hay cierto escepticismo hacia el sistema de cooperativas ya que en muchas ocasiones se modifican las previsiones iniciales de precio de la vivienda, algo que, a su juicio, se debe a la “falta de profesionalidad de los promotores. Nosotros siempre hemos mantenido el precio inicial. Desde la puesta en marcha de cada una de las promociones ya conocíamos el valor del suelo y el resto de los costes los solíamos estudiar desde la puesta en marcha de la operación”, dice. ¿Y el éxito?: muy poco margen de beneficio.

UNA CIUDAD INTEGRAL

Armando Rodríguez Vallina es un urbanista que se ha hecho a sí mismo. Él otorga una gran importancia a la concepción de las ciudades como a agentes de las transformaciones sociales, en el desarrollo de la producción y el comercio y en la propia expansión de la cultura y de la educación: ”La ciudad es una conquista de la humanidad, un progreso social al que no está dispuesta a renunciar”. En cartera tiene otros proyectos futuros pero afirma que su “gran ilusión está cumplida con Covibar”. Y la filosofía sigue siendo la misma: ”que el desarrollo de una pequeña ciudad tenga en cuenta la convivencia y el desarrollo social, con suficientes lugares de encuentro, plazas peatonales, que en cada manzana haya actividades comerciales para cubrir las primeras necesidades, un parque central que dé prioridad al desarrollo de los árboles, donde los niños jueguen y las personas mayores disfruten de la naturaleza”.

Armando está en estos momentos desarrollando un nuevo proyecto cercano a las diez mil viviendas. ¿Su propósito?: ”Que se desarrolle de manera equilibrada, donde la convivencia y el progreso social sean posibles, tanto en el ambiente social, como en el material. Junto a mi equipo, hemos ido elaborando un proyecto que contempla factores y elementos importantes para los tiempos en que vivimos y que han de influir debidamente en una buena calidad de vida, que no solamente se circunscriba en una buena vivienda, sino en su entorno, a sus calles, a sus plazas, a sus equipamientos sociales, culturales, deportivos, etc. Que permitirán a los futuros ciudadanos de este nuevo barrio vivir mejor, en libertad y respetando el medio ambiente”.

"Mi gran ilusión está cumplida con el proyecto Covibar"