sábado. 20.04.2024
panadera

Es una de esas palabras que de tanto referirlas se van convirtiendo en algo que no son. Van adornándose y cargándose de significados. Hoy un emprendedor es una especie de pionero, creativo, gestor, ciberentusiasta, ajeno al sistema, carismático, visionario, joven, exdirectivo, que construye algo a partir de una anécdota y que luego vende.

Cyborg 1: – “Voy a abrir una boutique del pan, soy un emprendedor”.

Cyborg 2: – Error. Eres un comerciante, un panadero.

Cyborg 1: – ¿Entonces tampoco soy un entrepreneur?

Cyborg 2: – Que no. No tienes una app de nombre simpático. No vendes por internet, no eres joven y no venderás la empresa. Eres un comerciante. Pero créeme, es mejor que seas consciente de que eres un comerciante.

Cyborg 1: – Pues tengo una web y un facebook… ¿soy una start-up?

Cyborg 2: – Y dale. Tampoco. Tú vendes pan, no fans. Ponerle el apellido de emprendedor no te da ningún superpoder, ni estarás avalado o respaldado por ningún business angel, ni habrá un ojeador de un fondo de capital riesgo atento a tu evolución. Abrir un negocio no es guay, ni fancy. No hay una red de seguridad para ‘emprendedores’. No es un club ni una categoría cool. Si quieres sentirte como parte de una estirpe, ser uno de esos de los que se habla en los telediarios, mejor apúntate a un reality… pero la harina, el horno, el crédito y los seguros sociales los pagarás tú, no tus fans.

Cyborg 1: – Eres un triste. Con gente como tú no saldremos de la crisis… Hay que tener ideas, iniciativa, ilusión, pensar en el futuro y no en el presente.

Cyborg 2: – Igual con gente como yo no habría crisis. Porque aprendemos del pasado, no del futuro. Ilusión viene de iluso.

Cyborg 1: – Cenizo.

Cyborg 2: - Tú sigue pensando en salir en la tele y se te quemará el pan.

ENRIQUE TELLECHEA.  Publicado en Yorokobu

Y dale con el emprendedor….