viernes. 29.03.2024

Con las cosas importantes, mejor hablar claro. Y antes de que en España se desate la mundial –como se dice ahora- sobre si la reforma pactada por los grandes partidos para fijar en la Constitución el techo máximo de gasto de las administraciones públicas es de derechas o de izquierdas o de si debe ir a referéndum o no, conviene llamar al pan, pan, y al vino, vino.

Lo primero es hacer un poco de memoria y no olvidar las operaciones planificadas de los especuladores financieros contra España durante la primera mitad del mes de agosto, cuando parecía que la prima de riesgo de la deuda no tenía límite en su subida, como tampoco la bolsa encontraba un suelo en su caída.

Eso se paró. ¿Cómo? El Banco Central Europeo (BCE) compró masivamente deuda española y, así, desbarató las operaciones especulativas. O sea, fue la UE quien salió en nuestra defensa, no es que se produjera un milagro.

Es imaginable que el BCE tomó su decisión tras fuertes discusiones de sus directivos y en medio de evidentes resistencias de algunos de sus principales accionistas, que no son otros que los estados miembros de la UE.

Es obvio que los especuladores volverán a la carga. Lo tienen planificado. Y conviene que el arma de la compra de deuda por el BCE siga cargada y a punto.

Así que, para que, llegado el momento, nadie ponga pegas a apretar el gatillo contra los especuladores, no está de más dar seguridades. Una de ellas, entre otras, puede ser fijar el techo de gasto en la Constitución.

Se argumenta que tal medida es de derechas. Pero resulta que en el único ejemplo existente, Alemania, fue acordada por conservadores y socialdemócratas y no ha impedido que ese país cuente con un envidiable estado del bienestar.

Se dice que hacerlo significa aceptar imposiciones foráneas que atentan contra nuestra soberanía nacional. Por favor, seriedad. A estas alturas de la integración europea, decir algo así es tan absurdo como que un alemán afirme que cuando el BCE compra deuda española con euros germanos se le está robando o que adoptar medidas de Europa social (un salario mínimo europeo, por ejemplo) es una injerencia inaceptable en el modelo laboral de cada país.

En fin, las circunstancias han cambiado (agosto habla por sí mismo) y la reforma constitucional en marcha será útil. Entre otras cosas, porque dará credibilidad a los argumentos en favor de demandar medidas tan importantes como la puesta en circulación de eurobonos, un Tesoro europeo y armonización fiscal, en lo que los ingleses llaman trade-off y nosotros toma y daca.

Termino: la derecha puede pensar que fijar el techo de gasto limitará la intervención de lo público en la economía, al igual que la izquierda puede estimar que eso dependerá de la estructura y orientación del gasto y de las cláusulas de flexibilidad contenidas en la reforma constitucional.

En todo caso, servirá para seguir disparando contra los especuladores con las armas de la UE. Y eso, para un europeísta, es bueno por definición.

Ah!, se me olvidaba: díganle ustedes a los tiburones que dirigen los fondos de alto riesgo que esta reforma la vamos a hacer por referéndum (dentro de varios meses) y les habrán dado una gran alegría. ¿Hace falta explicar por qué? No, claro.

Techo de gasto: armas contra los especuladores