CONTESTA CARLOS CRUZADO | GESTHA

¿Cómo puede la política fiscal reducir la desigualdad?

Las personas que cobran menos de 1.000 euros al mes –y que se encuentran en el umbral de la pobreza- han aumentado en 1,4 millones durante los últimos cuatro años.

Esta misma semana, la OCDE ha alertado de la cada vez más acuciante diferencia existente entre los ingresos que reciben los pensionistas españoles. De hecho, dentro de este colectivo, la desigualdad será mayor en España que en el resto de los países desarrollados. Sin embargo, lejos de tratarse de una brecha que sólo desangra a los jubilados -mientras que el número de millonarios en nuestro país se ha incrementado un 60% desde 2008-, las personas que cobran menos de 1.000 euros al mes –y que se encuentran en el umbral de la pobreza- han aumentado en 1,4 millones durante los últimos cuatro años.

Que la recuperación de la economía española no ha llegado a todos los españoles es un hecho que refrendan datos e informes de la más diversa índole. Pese a las posibilidades de crecer de forma inclusiva, lo cierto es que continúa habiendo grupos vulnerables ante la coyuntura económica actual y el sistema fiscal confeccionado. Y es, precisamente, en la política fiscal donde se encuentran las mejores armas para luchar contra la escalofriante desigualdad social.

Tal y como reflejaba el último informe publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque cierto grado de desigualdad es inevitable en un sistema económico de mercado, cuando ésta es excesiva puede erosionar la cohesión social, conducir a la polarización política y, en última instancia, reducir el crecimiento. El FMI reconocía que en los últimos años la progresividad de los sistemas tributarios ha estado retrocediendo y que las tasas de tributación marginal aplicadas a los perceptores de los mayores ingresos tendrían que ser significativamente más altas que las actuales.

Teniendo en cuenta los tipos marginales máximos en los IRPF de los países de la UE, en cuyo ranking España ocupa el puesto 17, nuestro país tiene un amplio margen para subirlos a los beneficiarios de las mayores rentas. Lo propone el propio FMI, desde donde también revelan que los rendimientos del capital están distribuidos con más desigualdad que las rentas del trabajo y de actividades económicas.

El IRPF es prácticamente el único impuesto distributivo. No obstante, en los últimos años se viene produciendo un cambio en la estructura fiscal que da más peso a los impuestos indirectos, por lo que ha habido un aumento de la desigualdad. Asimismo, las últimas reformas impositivas han supuesto una traslación desde la imposición directa a la indirecta, y dentro de la directa, desde las rentas del capital a las rentas del trabajo. Si no se invierte la tendencia, la presión impositiva acabará siendo la misma, o muy similar, entre todos los tramos de renta.

En este sentido, Gestha ya recomendó reducir la dualidad del IRPF actual que favorece a las rentas de capital frente a las del trabajo y las actividades económicas para cumplir con los principios de equidad y progresividad proclamados en el artículo 31.1 de la Constitución, así como aumentar el  número de tramos de la tarifa del IRPF y eliminar las reducciones de la base imponible por aportaciones a planes de pensiones y otros sistemas de previsión social sustituyéndolas por una deducción de cuota.

Los españoles que piensan que la recaudación debería basarse, mayoritariamente, en los impuestos directos casi triplican a los que son de la opinión contraria, más allá de ideologías políticas. En este sentido, del último barómetro fiscal del CIS se desprende que el 87% de los ciudadanos consideran que no pagan más quienes más tienen, lo que resultaría de vital importancia a la hora de reducir la desigualdad económica y social.

Contesta Carlos Cruzado

Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA)