viernes. 29.03.2024
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Las familias tendrían que ingresar este año 7.020 millones más que en 2017 para que se cumplieran los pronósticos gubernamentales

El martes pasado, por fin, se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018, con los que el Gobierno no sólo busca congraciarse con pensionistas y funcionarios, sino que pretende ganar apoyos para esquivar el bloqueo político y lograr una mayoría suficiente en el Congreso de los Diputados a la hora de superar el trámite parlamentario.

Además de una subida del 3% de las pensiones mínimas y de viudedad, y de un incremento del 1,75% del salario de los funcionarios; las cuentas presentadas por el Gobierno incluyen una rebaja fiscal que eximirá del pago de IRPF a las rentas inferiores a los 14.000 euros y permitirá beneficiarse de una rebaja anual media de 300 euros a quienes ingresen menos de 18.000 euros al año -aunque buena parte de los pensionistas mayores de 65 años y de los trabajadores en activo casados o con hijos ya no tributan hasta los 14.000 euros, por lo que esta medida afectará principalmente a mileuristas sin cargas familiares-.

El coste de esta rebaja, en cualquier caso, es de unos 2.000 millones de euros. Y, a pesar de que el crecimiento económico será este año menor al del pasado, el Gobierno prevé un aumento de los ingresos por IRPF del 6,5% respecto a los 77.038 millones de euros que se recaudaron en 2017 por este impuesto. Una escalada realmente difícil de lograr, salvo que los salarios suban de manera vertiginosa y se empiece a crear empleo de mucha mayor calidad, lo que, por otra parte, no parece que vayamos a ver. De hecho, las familias tendrían que ingresar este año 7.020 millones más que en 2017 para que se cumplieran los pronósticos gubernamentales.

Y es que, en realidad, Montoro fía la estabilidad presupuestaria de España a una recaudación tributaria de récord. El Ministerio de Hacienda estima que los ingresos marcarán un nuevo máximo histórico de 210.015 millones de euros, es decir, un 8,3% superiores a los realmente obtenidos el año pasado. Y este optimismo, deliberado e injustificado, no responde sólo a las mejores expectativas de crecimiento económico y creación de empleo, sino a la necesidad de contentar a otros grupos políticos para validar las cuentas y a las amplias masas de votantes en el año previo a la celebración de las elecciones autonómicas y municipales.

Los técnicos de Hacienda ya advertimos de que el “agujero” en la recaudación de la Agencia Tributaria del pasado año rondaría los 6.500 millones, cuando el desvío final fue de 7.000 millones. Y ahora volvemos a avisar de que el Gobierno podría haber sobreestimado los ingresos de forma intencionada. Además, si en 2017 fue el exceso de previsión gubernamental en el IVA lo que lastró la recaudación tributaria, este año el motivo será la desmedida expectativa en el IRPF.

Las cuentas, en definitiva, no cuadran. Y lo más triste es que los encargados de presentarlas lo saben, por lo que la cita que tenemos los españoles con las urnas el año que viene podría convertirlas en papel mojado. De ahí, la urgente necesidad de articular un debate lo más amplio posible para llevar adelante una propuesta de reforma integral de los impuestos que permita disponer de recursos suficientes para atender a los gastos públicos e inversiones y, a su vez, reducir el déficit y la deuda. El martes que viene conoceremos la letra pequeña de los PGE. Habrá que sacar otra vez la lupa, no vaya a ser que nos ciegue.

gestha200

Contesta Carlos Cruzado

Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA)

¿Por qué las cuentas no cuadran?