jueves. 28.03.2024
CONTESTA CARLOS CRUZADO | PRESIDENTE DE GESTHA

¿Para mejorar la lucha contra el fraude es más eficaz concienciar o delatar?

Es fundamental que desde las primeras etapas del sistema educativo se enseñe que los impuestos son “el precio” de los servicios públicos y que cumplen una función redistributiva, y que “quien defrauda, defrauda a todos”.

Gestha

Tal y como venimos planteando desde hace tiempo en Gestha, es fundamental que desde las primeras etapas del sistema educativo se enseñe que los impuestos son “el precio” de los servicios públicos y que cumplen una función redistributiva, y que “quien defrauda, defrauda a todos”.

Los Técnicos de Hacienda creemos que no es una solución adecuada, ya que si el denunciante se mueve por un interés legítimo, debería hacerlo sin esperar ninguna compensación económica. Por eso, creemos que la concienciación es el mejor camino

Por este motivo, estamos a favor de -al igual que hizo la DGT con la seguridad vial- concienciar sobre la necesidad de pagar impuestos y alertar sobre los efectos del fraude, entre los que se encuentran la distorsión de la renta de los ciudadanos, la competencia desleal entre empresarios y el debilitamiento de ingresos del Estado, con su consiguiente efecto en la educación, la sanidad  y la rebaja de pensiones, subsidios y ayudas sociales.

Sin embargo, concienciar no significa crear un estado de excepción en el que imperen los delatores del fraude fiscal cometido por terceras personas, una práctica que se está extendiendo en Estados Unidos y otros países, sobre todo anglosajones, y que la Organización de inspectores pretende importar a nuestro país, potenciando las denuncias y proponiendo el pago a confidentes. Incluso el gobierno de Canarias ha estudiado dar incentivos a aquellos contribuyentes que delaten posibles fraudes fiscales, ya sea a través de algún tipo de exención o bonificación. Pero esta posibilidad, aunque hoy en día no se aplica, sí estuvo en vigor entre 1964 y 1987, a través del artículo 103 de la antigua Ley General Tributaria.

De hecho, el premio al delator oscilaba entre el 20% y 30% del importe de la sanción impuesta al denunciado. Sin embargo, esta medida desapareció a partir del 1 de enero de 1987 porque se identificaron situaciones anómalas de empresas o personas dedicadas profesionalmente a detectar fraudes y que querían intervenir en los procedimientos de la Agencia Tributaria (AEAT). Todos sabemos que la ‘picaresca’ es bien común en nuestro país.  

Por aquel entonces, la AEAT tenía poca capacidad para atender todas la denuncias, por lo que hubo contribuyentes que se dedicaron a pedir directamente dinero a los empresarios o particulares que iban a denunciar por supuesto fraude, en una especie de extorsión o chantaje con el que conseguían dinero fresco a cambio de no poner la denuncia. Y fue este uno de los motivos que llevó al Gobierno a derogar la ley.

Por tanto, aunque este tipo de medidas puede parecer a bote pronto un buen estímulo para la lucha contra el fraude, los Técnicos de Hacienda creemos que no es una solución adecuada, ya que si el denunciante se mueve por un interés legítimo, debería hacerlo sin esperar ninguna compensación económica. Por eso, creemos que la concienciación es el mejor camino.

Contesta Carlos Cruzado
Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA)

¿Para mejorar la lucha contra el fraude es más eficaz concienciar o delatar?