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NUEVATRIBUNA.ES - 07.05.2010

Entre los cascotes, un contenedor de obra aloja una auténtica bomba de relojería. Es el amianto. Una sustancia muy cancerígena. Y cuyos efectos sobre la salud comienzan a despuntar. Unas 60.000 familias españolas, la punta de un “gran iceberg”, aseguran, conocen bien sus efectos. Cáncer, obstrucción pulmonar, fibrosis. Una maldición para 125 millones de personas que, todavía hoy, tienen contacto en todo el mundo con la peste del amianto.

Las fibras del amianto permanecen inadvertidas en los pulmones durante 20 ó 30 años. Luego pueden aparecer, causando incluso la muerte. De ahí la alarma suscitada hace apenas una semana, cuando, abandonados en medio de la calle, aparecieron restos de amianto en un contenedor en medio de Algeciras, en Cádiz.

Prohibida en España desde 2002, el destino de esta sustancia descubierta en plena calle, sin ningún control, tampoco es muy tranquilizador. El fibrocemento, un compuesto fabricado con amianto, irá a parar a un vertedero sin medios para eliminar el peligro, aventuran desde los sindicatos.

“Una vez más, el fibrocemento se ha manipulado sin el rigor necesario”, denuncia José Gavilán, de Comisiones Obreras. “Muchos nos tememos que se va a depositar en vertederos no apropiados, junto al resto de los escombros”, asegura este sindicato, empeñado en destapar lo que denominan como un “pacto de silencio” en torno al amianto.

El asbesto o amianto, empleado durante décadas como aislante, nos rodea. Su composición permite que el material libere unas fibras letales al ser inhaladas. Tras aspirar estas fibras, su presencia en los pulmones puede permanecer oculta hasta 20 ó 30 años. Luego, el daño que producen en el cuerpo humano provocará la muerte de un tercio de las personas que se mantuvieron en contacto con el amianto, aseguran desde la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi.

Pero no es necesario haber trabajado en contacto con el amianto para sufrir sus efectos. Amas de casa contrajeron también la enfermedad. Al lavar los monos de trabajo de sus maridos, estas mujeres aspiraron las mortales fibras, que flotan en el aire durante días, y enfermaron de asbestosis, según los casos acreditados en Ferrol, en su mayoría esposas de personal empleado en la fabricación de barcos, un sector donde se empleó con profusión este material.

Más de 60.000 familias sufren en España enfermedades ligadas al amianto. Pronto comenzarán a crecer, según asegura la secretaria de salud laboral de Comisiones Obreras en Galicia, Ascensión Esteban. Esta responsable sindical añade que los 7.000 casos detectados en la región naval sólo son “la punta de un gran iceberg”. Aventura que la plaga del amianto pronto afectará a todos los territorios españoles y sectores productivos.

UN PACTO DE SILENCIO

Por si esto fuera poco, los afectados de asbestosis tienen que recorrer un auténtico “vía crucis” para lograr su reconocimiento. Según Unai Sordo, responsable de CCOO en Euskadi, este es un hecho que “hay que poner encima de la mesa”. Su comunidad, con fuerte presencia de la industria pesada, ha sido muy golpeada por la influencia mortal del amianto.

Según Sordo, las Mutuas –entidades privadas encargadas de la salud de los trabajadores en muchas empresas-, eluden su responsabilidad y evitan dar a la asbestosis, como se conoce a la dolencia provocada por el amianto, la categoría de enfermedad profesional.

“Existe un pacto de silencio para ocultar la incidencia de las enfermedades profesionales. Sabemos que son muchas las Mutuas que derivan casos de personas afectadas por el amianto como dolencias comunes”, lamenta Xulio Abelleira, de Comisiones Obreras.

“Hay innumerables casos, entre soldadores y otros sectores, con obstrucción pulmonar, con fibrosis pulmonar. Con echarle la culpa al tabaco, estas dolencias quedan absolutamente ocultas”, añade Jesús Uzkudun, responsable de salud laboral de CCOO Euskadi.

LA AGONÍA DE DOS TRABAJADORES

Hace unos días, Comisiones Obreras comunicó que dos trabajadores han muerto por culpa del amianto. Uno de ellos, empleado en el Hospital de Cruces de Barakaldo, el otro, en la empresa Nervacero, de tratamiento de metales. El primero, fallecido a los 62 años, se mantuvo empleado como fontanero en el hospital durante 36 años. En ese tiempo, el trabajador “no recibió información alguna de los riesgos inherentes a la fibra cancerígena”, aseguran en CCOO.

Por otro lado, el servicio vasco de salud–Osakidetza- “no comunicó la sospecha de que la enfermedad que padecía su propio trabajador pudiera ser profesional”. Ni siquiera el centro de trabajo –un hospital- tomó ninguna medida preventiva “para evitar el desarrollo de la enfermedad terminal”. Según CCOO, sólo gracias a los representantes sindicales “se pudo acreditar la existencia de amianto en el hospital”.

A la dejación de responsabilidad denunciada por CCOO, se une un hecho especialmente penoso. “La agonía de ambos ha sido permanente”, aseguran en Comisiones de Euskadi. Los dos trabajadores fallecidos fueron acosados por las Mutuas y las empresas donde trabajaron con “procedimientos judiciales constantes” a fin de eludir la clasificación de enfermedad profesional ligada a la presencia de amianto.

SE ACABÓ LA PACIENCIA CON LAS MUTUAS

La muerte de dos trabajadores y la actitud de las Mutuas han terminado con la paciencia de los representantes sindicales. “La paciencia se ha acabado”, aseguró Unai Sordo. El líder del sindicato vasco advirtió incluso de que, en caso de que las empresas se nieguen a tomar medidas, los representantes legales de los trabajadores “en ningún caso” validarán los informes necesarios para que las empresas acrediten su inversión en prevención de riesgos laborales.

La acreditación sindical es necesaria en el caso de aquellas empresas que pretenden ahorrar una parte de los pagos sociales. Por un decreto aprobado por el Gobierno el pasado 30 de marzo, el Estado pretende que los empresarios que inviertan en prevención de riesgos laborales y reduzcan su tasa de accidentes en el tajo se beneficien de bonificaciones a las cuotas de la Seguridad Social .

Sin embargo, si quieren lograr este ahorro, los empresarios necesitan acreditar sus inversiones en seguridad y salud laboral. Y en este punto es donde entra la presión sindical, ya que los patrones necesitan de un informe favorable de los representantes sindicales para acreditar este esfuerzo en prevención.

En total, 125 millones de personas están expuestas actualmente en todo el mundo al contacto con el amianto. Según los datos facilitados por la Asociación de Afectados de Euskadi, el asbesto, como también se conoce a este material, es la primera causa de muerte en el trabajo. Más de 1.750 empresas lo han utilizado en España. Un tercio de los trabajadores que trabajaron en contacto directo, morirá de forma prematura.

La peste del amianto