viernes. 29.03.2024

La estrategia del PP ante las elecciones del 20 de noviembre pasa por una campaña sin programa ni debate. Rajoy y los suyos confían plenamente en la inercia del desgaste gubernamental para sumar una mayoría cómoda, sin necesidad de exponer y contrastar sus propuestas de gobierno. Es más, huyen como gato escaldado de cualquier controversia que pueda restar clientela propia o excitar al votante socialista.

Puede ser una estrategia eficaz. Está por ver. Pero, desde luego, se trata de un fraude en términos democráticos. Los ciudadanos merecen conocer los planes auténticos de unos y de otros para hacer frente a los graves desafíos del país, antes de decidir su voto. Quien les niega este conocimiento, defrauda al elector y contribuye al descrédito de la democracia representativa.

No obstante, resulta muy difícil mantener oculto lo obvio. Los dirigentes de la poderosa patronal madrileña sostienen una vinculación muy estrecha con el PP. Durante la última década ha existido una auténtica unidad de pensamiento y de acción. Este idilio no ha servido para que los madrileños escapen de la crisis o el desempleo, pero sí será útil para que todos los españoles conozcan el programa que Rajoy quiere ocultar. De hecho, los patronos madrileños dicen lo que Rajoy calla.

Dado que el candidato del PP considera que en España hay que gobernar “como Dios manda”, estos representantes del poder económico capitalino se han apresurado a redactarle el catecismo de cumplimiento “inmediato”, “ineludible” e “inexcusable”. Y todos los “mandamientos” de este catecismo pueden resumirse en uno: más ventajas para los que más tienen, y más recortes para los que menos tienen.

El dictado de la patronal madrileña va mucho más allá de un programa neoliberal de Gobierno. Este programa “oculto” de la derecha española constituye una enmienda a la totalidad del modelo social imperante en nuestro país desde el consenso constitucional. El abaratamiento del despido y el fin de la ultractividad de los convenios colectivos suponen la desregulación definitiva del mercado laboral. La privatización de los servicios públicos, el “copago” de las prestaciones básicas y la reducción de las cotizaciones sociales a pagar por los empresarios significa la sentencia de muerte del sistema de bienestar social. Las bajadas generalizadas de impuestos equivalen al desmantelamiento práctico del Estado.

Pocos dudan ya de la autenticidad de este programa, pero al menos cabe pedir a Rajoy y a los suyos que no se escondan tras la cobarde indefinición, y que lo defiendan con honestidad a cara descubierta. O si no, que lo desmientan.

Rubalcaba invita cada día a los numerosos electores indecisos a “pensar con detenimiento el sentido de su decisión, porque es mucho lo que está en juego”. Esta revelación de la patronal madrileña es un argumento más.

A pesar de las ocultaciones y las simulaciones, las posiciones de unos y de otros aparecen cada día más nítidas. El PSOE busca salir de la crisis, con una economía más sólida y una sociedad más justa. El PP utiliza la crisis para consolidar el beneficio de los poderosos y desmontar el Estado de Bienestar.

La patronal desvela el programa de Rajoy