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NUEVATRIBUNA.ES - 06.10.2009

Los números son tozudos. Por mucho que los defensores de las SICAV -los llamados ‘fondos de los ricos’- argumenten a su favor, lo cierto es que en España, ‘vivir de las rentas’ resulta más rentable que levantarse cada mañana para ir a trabajar. Y así será, incluso en el improbable caso de que el Gobierno se vea obligado a modificar el tipo que grava a estas sociedades de inversión colectiva de capital variable, que han logrado extender sus privilegios fiscales por el mundo.

Y es que las ‘Sicav’ pagan impuestos, sí; pero mucho menos que los trabajadores e incluso los accionistas de cualquier otra empresa que opere en sectores distintos al de la ‘glamourosa’ industria financiera, un lobby que ahora pretende además preservar sus privilegios, después del desaguisado provocado a raíz de la crisis ‘subprime’, presionando a los líderes del G-20, según denunció la presidenta alemana Angela Merkel.

En España, como en buena parte del mundo, las ‘Sicav’ tributan actualmente a un tipo super-reducido de un 1 por ciento. Este porcentaje dista mucho del 20 ó 25 por ciento con que el Estado español grava con el impuesto de sociedades la actividad de pequeñas, medianas y grandes empresas de otros sectores.

Después de pasar por el fisco, todas las empresas, incluyendo las ‘Sicav’, reparten en su caso dividendos entre sus accionistas. En este momento, los accionistas tributan a un tipo único del 18 por ciento sus rendimientos del capital mobiliario. Así será hasta el año próximo, cuando estos rendimientos tributarán a un tipo del 19 por ciento- si no superan los 6.000 euros-, y a un 21 por ciento para el resto de casos, en el caso de que el Gobierno mantenga la anunciada subida de impuestos en los términos previstos, tras el paso de la Ley de Presupuestos por el Parlamento.

La anunciada subida de impuestos puede calificarse de “moderada”, según Ángel Martínez-Aldama, presidente del Observatorio Inverco, la patronal de las ‘sicav’ y otras sociedades de inversión. En su opinión, “lo más positivo es que se mantiene la estructura del impuestos que grava a las ‘sicav’ al 1 por ciento”. En caso contrario, a su entender, el Gobierno vulneraría “el principio de neutralidad” ya que “si la sociedad tributase y después volviese a hacerlo el inversor final, estaría pagando dos veces”, añade. “Esto es un principio universal”, concluye en una entrevista en El Norte de Castilla.

Martínez-Aldama, presidente del Observatorio Inverco, mantiene que “los ricos pagan impuestos en España igual que pagan los pobres” y basa su afirmación en datos del período 2003 y 2007, uno de los más boyantes para estas sociedades, en que los accionistas de las ‘sicav’ ganaron 8.000 millones en cinco años y ‘sólo’ pagaron 56 millones de impuestos.

Sin embargo, este dato –por cierto, muy inferior al 1 por ciento- oculta, en opinión de Martínez-Aldama, que “además de los 56 millones, se han pagado unos 300 millones de euros por la venta de acciones”.

Aún así, tras la lectura de esos datos –aportados por la propia patronal, insistimos- se desprende que en España resulta mucho más rentable vivir ‘de las rentas’ que del trabajo, en su relación con el fisco. Así, mientras los accionistas de las ‘sicav’ tributaron a un tipo medio del 4,45 por ciento, en España las rentas del trabajo tributaron en igual período a un tipo muy superior, cercano incluso al 45 por ciento en el caso de los salarios más altos, lo que multiplica por diez el tipo por el que tributaron las ‘sicav’.

IMPUESTO DEL PATRIMONIO

El impuesto del patrimonio -ya suprimido- permitía en cambio compensar en parte la diferencia existente entre la tributación de las rentas del trabajo y las del capital. Así, entre 2003 y 2008, los accionistas de las ‘sicav’ pagaron otros 1.200 millones en concepto de impuesto de patrimonio, según recuerda Martínez-Aldama.

Sin embargo, tras la supresión del impuesto de patrimonio por parte del Gobierno socialista en 2008, esa compensación se ha perdido y, a iguales beneficios, las ‘sicav’ tributarán a un tipo apenas superior al 4,45 por ciento, tras la subida de impuestos prevista sobre las rentas del ahorro. En todo caso, inferior al 8 por ciento, y todavía muy lejos del tipo que grava las rentas del trabajo.

Es cierto que el lapso de tiempo analizado –entre 2003 y 2008- se corresponde con un período boyante para las ‘sicav’, las sociedades que aglutinan a 600.000 selectos inversores -muchos de ellos meros “testaferros”, según señalan en fuentes del mercado-, según advierte Martínez-Aldama. “Si cada quinquenio ganasen eso sería una bendición invertir en ‘sicav’, pero del 2000 al 2003 tuvieron pérdidas del 40 por ciento”, señala.

FUGA DE CAPITALES

Tras anunciar la subida de impuestos, el Gobierno se enfrenta ahora al desgaste de tener que explicar porqué apenas puede subir la fiscalidad de las ‘sicav’. En el Parlamento, donde se debatirán el alza impositiva como parte de la Ley de Presupuestos, la izquierda parlamentaria someterá a presión al Gobierno para lograr que cambie la fiscalidad de las ‘sicav’. En estas negociaciones, los grupos de la izquierda –con la oposición de CiU y del PP- condicionarán su apoyo a las cuentas públicas a un cambio en la fiscalidad de los ‘fondos de los ricos’.

Sin embargo, el cambio de la fiscalidad de las ‘sicav’ es una patata caliente que hay que enmarcar en su contexto internacional. “Cualquier accionista”, señala Inverco, puede comprar en España ‘sicav’ españolas o de cualquier país de la UE. Así, por ejemplo, las de Luxemburgo e Irlanda tributan en el impuesto de sociedades al 0 por ciento”, indica Martínez-Aldama.

“Si subimos la fiscalidad de las ‘sicav’ españolas al 18 por ciento, ¿qué hacen (los accionistas españoles de las ‘sicav’)? Sin necesidad de moverse de España trasladan la inversión a una ‘sicav’ extranjera registrada en la Comisión Nacional del Mercado de Valores, pero sobre la que el Estado español no tiene competencias. Esos señores pagarán el 19 por ciento ó el 21 por ciento cuando vendan sus acciones y las ‘sicav’ dejarán de pagar impuestos y comisiones en España”.

Es decir, si el Gobierno decidiera aumentar el tipo impositivo a las ‘sicav’, las grandes fortunas continuarían pagando en España impuestos por concepto de renta en el momento de vender sus acciones (19 ó 21 por ciento), pero el Estado perdería los ingresos que las ‘sicav’ tributan como sociedades (1 por ciento).

En contra de esta posibilidad, Martínez-Aldama argumenta que “el 50 por ciento de los activos de las ‘sicav’ son valores domésticos, con lo que España perdería peso en la inversión mundial”, afirma, concluyendo que “el tema de las ‘sicav’ se presta a hacer demagogia”.

La patata caliente de las ‘sicav’