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NUEVATRIBUNA.ES/L.M. - 21.06.2010

Dos continentes chocan este sábado en Canadá. Bajo la atenta mirada de China, Brasil y el resto de emergentes, Estados Unidos y Europa confrontarán este fin de semana sus visiones sobre qué hay que hacer para salir de la crisis. En realidad, según señalan algunos, la joven Europa enfrenta la débil polinesia del euro al continente americano. En consecuencia, los europeos tendrán que escuchar cómo Obama les advierte sobre las consecuencias de retirar demasiado pronto los estímulos, como sucedió en la Gran Depresión, mientras éstos se limitan a recordar al americano la tormenta que se abate sobre su deuda pública, y los efectos catastróficos que la tempestad podría terminar causando sobre el euro y la economía mundial.

En la tercera cita entre los países más influyentes del mundo tras el inicio de la crisis económica, la joven Europa se enfrenta al consolidado gigante americano con un temor fundamental. El euro podría naufragar. Los ataques de los mercados sobre la deuda soberana son síntoma de que diez años de unión monetaria no han sido suficientes para consolidar la unión monetaria. Ante esta tesitura, los líderes europeos se han negado a seguir endeudándose y han cerrado el grifo de los estímulos sobre la economía. Tras la aparición de las primeras dudas sobre el futuro del euro, Europa se ha puesto a ahorrar. Una conducta que reputados economistas, como Paul Krugman, han tildado de suicida, y que, ya en España, ha sido afeada por los sindicatos y la minoría parlamentaria de izquierdas.

Pero Toronto trae escritos en su agenda otros asuntos cruciales para el futuro de la economía. En el foro nacido en respuesta a la crisis asiática de los 90, que algunos, como Krugman, ven como un preludio de la actual crisis financiera, los líderes de los 20 países representados hablarán también, por ejemplo, de los bancos. En concreto, hablarán sobre nuevos impuestos a los bancos y sobre nuevas medidas que impidan que una nueva crisis como ésta se repita.

En este asunto, las diferencias van por barrios. Y, mientras que en Alemania y Francia, el apoyo gubernamental a una nueva tasa se ha hecho ya explícito, en Estados Unidos se va incluso más allá, y ya tienen hasta presupuestados los ingresos que un nuevo impuesto del 0,15 por ciento sobre los activos bancarios repercutirán sobre las arcas públicas. Al contrario que en otros países, como en Australia, Brasil, La India y en el anfitrión Canadá, que se oponen a permitir que una nueva tasa penalice la actividad de sus bancos, que no cometieron los excesos que motivaron la presente crisis. En esta línea se expresó hoy Miguel Boyer, ex ministro socialista español de Economía, que destacó la contradicción de que los bancos de países como España, que no han necesitado apenas ayuda pública, acaben pagando el pato de la crisis. Por ello, algunos analistas auguran que la reunión de Toronto se salde con algún acuerdo en torno a los requerimientos de capital. Y nada más.

Otros asuntos de interés que los representantes de los veinte países más influyentes del mundo, donde España se sienta como invitado semi-fijo –al acudir por tercera vez, tras las reuniones de Londres y Pittsburg, en abril y septiembre de 2009, respectivamente-, discutirán son el valor del yuan y la vocación exportadora de China y Alemania. Así, algunas voces interpretan la decisión china de dejar flotar –no se sabe aún cómo- el yuan como un intento de liberarse de la presión internacional, que lleva cerca de dos años pidiéndole que adapte el valor de la moneda del pueblo, el yuan o renmimbi- a su valor real. El mundo aplaudió la decisión china, aunque, como señaló Tim Geithner, secretario del Tesoro de EEUU, falta por ver cuán rápido y cuán lejos China deja flotar su moneda. Por otro lado, el líder exportador mundial debería combinar la revolución del yuan con otras medidas, como el incentivar el consumo dentro de sus fronteras. Una medida que los líderes mundiales solicitarán también a Alemania. Ambas economías y su vocación intensamente exportadora provocan graves desequilibrios en un orden económico cuya fragilidad el G20 trata ahora de reparar.

Europa y EEUU confrontan en Toronto sus dos visiones sobre cómo salir de la crisis