viernes. 29.03.2024

Ulrick Beck dice “vivimos la tragedia de estar en momentos revolucionarios, sin revolución y sin sujeto revolucionario”.

Dentro de la izquierda hay un debate sobre el euro, pues hay una duda hamletiana ¿seguir o salirnos del euro? Veamos.

Por un lado, hay un sector de la izquierda que piensa que se puede cambiar la Unión Europea con su estructura actual. Por el otro lado, otro sector de la izquierda, los que plantean la salida del euro, porque entienden que esta Europa es imposible de transformar y los neoliberales que la diseñaron lo hicieron muy bien, dejando como muy difícil cualquier cambio. 

Aunque la Comisión Europea fuera de izquierdas, ésta tendría que aplicar el Tratado de Lisboa, que es el tótem neoliberal europeo. Gran parte de la izquierda española y europea, siguen soñando con el estado del bienestar, sin darse cuenta que ya está desapareciendo y debemos ser radicales en las medidas  a tomar, para que esto no acabe sucediendo.

La izquierda ha visto a Europa como una referencia en su lucha constante para alcanzar la democracia y el bienestar social. Esto explica la persistencia de permanecer en ella aunque con unos costes increíbles en su estado del bienestar y en las instituciones democráticas. Nunca un país había sido sometido a políticas tan nefastas de austeridad de gasto público y de deterioro laboral, en contra de la opinión del pueblo. La bajada de salarios que se ha producido en España no se ha visto nunca en los tiempos modernos en un país desarrollado.

Hoy es imposible cambiar el sistema europeo actual, poco a poco y sin pausa desmonta la ya poca Europa social existente sino también el sentimiento europeísta basado en la fraternidad entre los pueblos.  

Debemos tener claro que dentro del marco del euro no es posible realizar políticas transformadoras que beneficien a las clases populares. No hay margen alguno para la política, estando secuestrado todo el marco institucional, careciendo de cualquier tipo de proyecto de construcción de una política de integración real de Europa.

Mario Draghi, actual presidente del BCE en unas declaraciones a The Wall Street Journal reconoció, que la Europa social había terminado, que no era sostenible. Esto se ha ido confirmando, pues los estados de bienestar y la calidad  de vida ha ido descendiendo sin cesar

Como vemos diariamente todas las políticas que se realizan, están encaminadas a conservar los intereses de las élites europeas y en contra del bienestar de las clases populares. En resumen el  euro es la síntesis más cruda y acabada del capitalismo neoliberal. La clase política tanto nacional como europea se han subordinado al proyecto neoliberal, restringiendo los márgenes para cualquier tipo de reforma, que no actué en su beneficio

Consecuencia de esta política neoliberal europea, la eurozona se ha consolidado como un espacio económico asimétrico de acumulación de capitales en el que las economías periféricas, como la de España se verán condenadas a largos periodos sin crecimientos posibles.

Las políticas de austeridad desarrolladas por las élites europeas demuestran la hegemonía respecto al mundo del trabajo, que ha permitido romper el pacto implícito con el que se había creado el estado del bienestar.

Como podemos comprobar un día sí y otro también, la eurozona no avanza en un proyecto político federal y se mantiene en el terreno monetario, que junto a la libertad de capitales, bienes y servicio configuran un gran mercado que permite una mayor reproducción de capitales, facilitando la dominación de unos Estados a otros, sobre la base de la aparente neutralidad, que se le atribuye a los mercados.

¿Qué habría que hacer?

Hasta que la salida del euro por parte de algún país no sea percibida como un problema real, no habrá solución para los países de la periferia, para que se recompongan sus economías. Mientras nos atenace el miedo de romper las cadenas del euro por no saber qué sucederá, no se avanzará. En otro momento histórico, después de la Gran Depresión de 1929, estábamos en una situación parecida, pues no se sabía que ocurriría cuando se rompiera con el patrón oro. Al final, se rompió y se salió hacia un futuro mejor.

Mientras esa parte de la izquierda no rompa con ese miedo de romper el euro, provocará que estemos inmersos en un largo periodo de sufrimiento social y económico para la inmensa mayoría de los españoles. Nos están llevando en estos momentos hacia la deflación con escaso crecimiento económico, y apoyando las elites al capital más parasitario.

Trabajar en la creación de un gran bloque político social en el sur de Europa a partir de los partidos de izquierda y de las organizaciones que se opongan al neoliberalismo. Con un programa muy claro, por un lado hacer que el BCE se restructure totalmente y que desempeñe el papel que hacen los bancos centrales en otros países donde no se preocupe exclusivamente de la inflación y de los beneficios de las entidades financieras, sino que tenga como base de actuación el desarrollo de los distintos Estados que conforma Europa, haciendo que luche activamente contra el paro.

Por otro lado diseñemos un nuevo proyecto de Europa totalmente diferente del actual, donde el hombre sea el motor hegemónico y no las finanzas como ahora. Esto es lo que hace imposible seguir con al actual Europa. Trabajemos por una Europa social, cultural, federal y democrática basada en los principios de libertad e igualdad,

Aquellos que desde la izquierda española se oponen a salir del euro, no nos proponen a cambio qué política desarrollar. Como vemos, con la actual arquitectura institucional de la neoliberal Europa, es imposible que se cambie, condenando a España a un desempleo y precariedad por muchísimos años. Si se oponen a salir del euro, nos deberían explicar cómo resolver políticamente el desempleo y el gran descenso de los salarios en España, no con medidas teóricas sino con medidas reales. Por lo menos, pongámonos de acuerdo en amenazar con una salida real del euro si no se producen cambios y realizarlo si no se avienen a ello. Esto es lo mínimo que la izquierda española y del sur de Europa debería hacer.

El euro y la izquierda