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NUEVATRIBUNA.ES - 07.03.2009

La patronal y los sindicatos rompieron el viernes el pacto que ha permitido a los salarios crecer de forma moderada a lo largo de los últimos siete años. El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, y el de UGT, Cándido Méndez, confirmaron que no ha sido posible alcanzar un acuerdo en la Negociación Colectiva debido, según ellos, a las peticiones "inasumibles" que realizó la CEOE.

Méndez lanzó duras críticas a la patronal quien pretende, dijo, que sólo los más “fuertes” sobrevivan, después de que los empresarios se negaran a firmar el documento que orienta las subidas salariales en línea con la previsión de inflación del Banco Central Europeo (BCE), un 2 por ciento este año.

‘Sotto voce’, sin embargo, fuentes sindicales apuntan a otras causas de origen externo que, según ellos, podrían estar distorsionando la negociación entre los representantes de patronos y obreros.

Según las mismas fuentes, el proceso interno electoral en el seno de la confederación empresarial española CEOE y el papel de su presidente Gerardo Díaz Ferrán, tiene mucho que ver con la dureza negociadora de la patronal, que ha desembocado en la ruptura del pacto sobre los convenios (ANC), y en la falta de acuerdo en la negociación tripartita del diálogo social.

Hasta que el actual presidente de la CEOE no consiga su legitimidad en las urnas el próximo dos de abril, poco puede esperarse de los procesos de negociación abiertos con la patronal, afirman los sindicatos.

Tres de los cuatro grandes actores que intervienen en la negociación social han pasado o pasarán por procesos de elección internos, como lo hizo Comisiones Obreras el pasado mes de diciembre, y lo harán próximamente el sindicato UGT y la patronal CEOE.

El presidente de la patronal de pequeñas y medianas empresas Cepyme, Jesús Bárcenas, el cuarto gran actor del pacto social, apenas disimuló recientemente lo que llamó sus “diferencias puntuales” con el líder de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, aunque decidió aparcar sus discrepancias a favor de “unidad de acción” que los empresarios demandan ante la crisis, dijo el pasado mes de febrero.

Barcenas marcaba así distancias con un cuestionado Díaz Ferrán, no sin antes constatar con “no hay otra candidatura”, después de que otro crítico, el andaluz Santiago Herrero, quedara excluido de la lucha por la presidencia en la patronal.

La recta final en el proceso de renovación de la CEOE le ofrece a Díaz Ferrán su primera oportunidad de ganar unas elecciones en el seno de la patronal. Por el camino han quedado auténticas instituciones en la patronal, como el ex vicepresidente Juan Jiménez Aguilar, que decidió ahorrar al máximo órgano de gobierno una votación desagrable sobre su destino y dimitió en septiembre, sin duda herido por la falta de “confianza” que el propio Díaz Ferrán se encargó de airear semanas antes de conseguir su cabeza.

Aparcado el histórico Jiménez Aguilar, y después de orillar a otros candidatos a la presidencia de la CEOE como el presidente de Mercedes Benz España, Carlos Espinosa de los Monteros, Díaz Ferrán afronta con relativa calma los últimos metros de la carrera por hacerse con el bastón de mando en la patronal.

Sin embargo, el presidente de Marsans, a quien los sindicatos acusan de defender posturas “inasumibles”, deberá tener cuidado en su pulso con los sindicatos.

Si bien cuenta con el apoyo más o menos explicito del equipo económico del Gobierno encabezado por Pedro Solbes en el asunto de la moderación salarial, su pretensión de abaratar el despido topó la semana pasada con un obstáculo en la cúpula del principal partido de la oposición.

El portavoz del Partido Popular, Cristóbal Montoro, calificó la principal reivindación de Díaz Ferrán de “inadecuada” y agregó que el abaratamiento de los despidos demandado por el líder empresarial tendría un efecto “catastrófico” para la economía.

Algo con lo que no contaba Gerardo Díaz Ferrán, que ahora afronta la última etapa de su particular ‘vía crucis’ por el poder en la patronal, en medio de un panorama de crisis que exige unidad, más allá de los límites de la organización empresarial.

¿Quo vadis, Díaz Ferrán?