viernes. 29.03.2024
ENTREVISTA A PERE BENEYTO

“No hay que ignorar que en el ámbito de la ideología se dirime el conflicto social”

Pere J. Beneyto, profesor de sociología del Trabajo y de las Relaciones Laborales de la Universidad de Valencia, afirma que la reforma laboral aprobada por el Gobierno no ha sido improvisada sino que es fruto de una larga elaboración con una orientación claramente ideológica que se alimenta del neoconservadurismo al estilo Thatcher y Reagen.

Coordinador del libro “Reivindicación del sindicalismo, Peré J. Beneyto, profesor de sociología del Trabajo y de las Relaciones Laborales de la Universidad de Valencia, sostiene que tras 150 años de sindicalismo “el mundo es mejor, es más justo y más libre”. El libro, pretende aportar estudios, experiencias y propuestas sobre el sindicalismo, reivindicando sus valores y conquistas. Cuenta con artículos del secretario general de CCOO, José Ignacio Fernández Toxo y Rodolfo Benito (Secretario general de Estudios de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras y presidente de la Fundación 1º de Mayo); también cuenta con sendos estudios de los profesores Ramiro Reig yd el propio Pere J. Beneyto. Pero, el núcleo central de la obra reside en las historias de vida que relata dando voz a los sindicalistas de base, en formato de entrevistas que han contado con la colaboración de Félix Taberna y Manuel del Álamo. Para completar el libro, la periodista Carmen Rivas registró las opiniones de una veintena de representantes de la sociedad civil, quienes ponen en valor las aportaciones históricas del movimiento sindical. 

Nuevatribuna.es | En el momento actual, ¿qué es necesario reivindicar del sindicalismo de clase?, ¿cuáles son las fuentes de legitimidad en las que se alude en la obra?

Pere J. Beneyto | En el momento actual, precisamente cuando más se está poniendo en cuestión la legitimidad del sindicalismo desde posiciones de la derecha política, económica, patronal e incluso académica, creo que poner de manifiesto la triple legitimidad del sindicalismo resulta necesario. Cuando digo triple digo me refiero a una legitimidad de origen, de representatividad y de ejercicio.

Usted sostiene que conforme se ha agravado la crisis se ha desarrollado una campaña antisindical que trata de deslegitimar la acción social de los sindicatos. En una reflexión final realizada por Iñaki Gabillondo, el periodista lo califica de “verdadero linchamiento”. ¿A qué responde? ¿En qué se traduce esa campaña?

Esta campaña no es casual sino que trata de deslegitimar y desprestigiar al sindicalismo que, es hoy por hoy la organización social más amplia, con más capacidad de intervención, y sobre todo que representa el baluarte, es decir la última trinchera en el ámbito de las relaciones laborales y en la defensa del estado de bienestar. El sindicalismo está en el núcleo duro, donde se dirime la desigualdad social, que es en las empresas y el mercado de trabajo, y ahora mismo la reforma laboral que se acaba de imponer trata de reproducir en España lo que hace 30 años intentaron los gobiernos conservadores de EEUU, de Reagan y Tachert que era justamente iniciar un proceso de desmantelamiento del estado de bienestar para lo cual condición indispensable es el debilitamiento, la marginación, llegado el caso, del sindicalismo. Las medidas de ambos fueron claramente orientadas a quebrar la resistencia sindical y a reducir los ámbitos de intervención sindical. El triunfo de esas dos estrategias: es decir, desregulación del mercado de trabajo y desmantelamiento progresivo del estado de bienestar, el sindicalismo deviene como un enemigo a abatir.

En opinión de los sindicatos, la reforma laboral ha supuesto una agresión en toda regla a los derechos de los trabajadores. ¿Cree que la respuesta debería ser una huelga general?

Creo que los sindicatos están una estrategia inteligente, la de no entrar al primer trapo que se les plantee y la de tratar evitar los errores que cometió el sindicalismo ingles que entró a ese trapo con una radicalización del conflicto que facilitó los planes antisindicales de Tachert y su gobierno; por tanto creo que el sindicalismo español ha aprendido de experiencias externas y está dosificando la presión, está tomando la temperatura, pulsando la opinión de la población trabajadora. Las manifestaciones del 19F fueron significativas. Es necesario actuar con cautela para evitar las descalificaciones que se están ya utilizando: enfrentar dos legitimidades, la legitimidad electoral que tiene el Gobierno salido de las urnas y la legitimidad social y representativa que tienen los sindicatos; se trata de evitar es choque de trenes y al mismo tiempo reivindicar la capacidad de dosificar la presión con la y en ese equilibrio es donde reside la inteligencia del sindicalismo, entre la negociación y la presión. Si llegado el caso se considerase que la opinión mayoritaria de la población trabajadora requiriese la convocatoria de una huelga creo que sería importante y una decisión largamente sopesada.

La reforma también ha abierto la veda para la regulación de derechos como el derecho de huelga. Así lo han planteado desde la patronal. ¿Cree que el Gobierno estará dispuesto a revisar la legislación vigente en esta materia?

Algunas pistas sí están dando. Hay un especie de reparto de papeles, de roles. En ocasiones, el juego del poli bueno y el poli malo, en ocasiones algunos elementos de la CEOE emiten un mensaje más radical que luego el Gobierno trata de templar, desde las referencias a Laponia del otro día de Feito hasta algunas demandas de regulación restrictiva del derecho de huelga que han hecho Arturo Fernández y otros dirigentes empresariales que luego el Gobierno trata de modular. Creo la patronal y el Gobierno también están tomando la temperatura, se trata de una estrategia que. Ellos también están pulsando la opinión para ver hasta qué punto podrían encontrar resistencia con la regulación restrictiva de la huelga, que encaja claramente en esos planes.

La campaña antisindical se refuerza con las últimas acusaciones que la derecha ha hecho a los sindicatos en relación a las protestas que se están produciendo en Valencia.

Esos elementos de protesta no responden a ninguna maquiavélica confabulación judeomasónica a la que tanto parece estar acostumbrada la derecha, sino al resultado de una gestión política basada en el despilfarro y en una trayectoria que repugna no solo a la lógica económica social sino a la propia ética lo que resulta especialmente irritante. Eso explica esa eclosión de protesta que por otra parte ha sido desproporcionadamente contrarrestada por una intervención de la policía no solo en la práctica sino en el discurso del jefe superior hablando del “enemigo” al referirse a los estudiantes.

Usted también mantiene que si el mundo es ahora más justo que hace 150 años es en parte a la lucha sindical. Sin embargo, gran parte de la ciudadanía no los percibe así. ¿Qué parte de responsabilidad tienen en esto los sindicatos?

No sería correcto ni positivo ignorar las propias deficiencias y limitaciones incluso errores cuando los haya habido pero insisto en lo que hoy son derechos consolidados y que a nadie en nuestras sociedades occidentales imagina que dejen de existir. Hace 150 años, e incluso menos en nuestro país, formaban parte de las plataformas reivindicativas de los sindicalistas, muchos de los cuales sufrieron persecución, cárcel, despidos, por defender eso. Hoy, 150 años después, no solo por el sindicalismo pero también y muy especialmente por el sindicalismo, el mundo es mejor, es más justo y más libre, la cuestión es hasta qué punto, cuando los derechos se han conquistado, las siguientes generaciones, las que ya han o hemos crecido en ese escenarios, ignoramos y no valoramos de dónde proceden y en qué medida, derivadas de esas luchas obreras y sindicales. Eso es cierto, pero eso una cuestión también no solo responsabilidad del sindicalismo, el no haber contribuido a una pedagogía social y de los derechos, sino también es un déficit de la democracia, en la medida en que los derechos no son percibidos como valores a defender y a mimar.

En un artículo que recoge el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, asegura que el sindicato tiene que apostar por la independencia sin caer en la indiferencia ideológica”. ¿Qué opina sobre esto?

El sindicalismo debe mantener su autonomía pero no su atonía porque el sindicalismo es un factor de transformación. Tampoco debe ignorar que, en el ámbito de la ideología, se dirime el conflicto social. La reforma laboral que acaba de aprobar el Gobierno, tiene unas claves ideológicas muy claras además de instrumentos de desregulación y de deslegitimación del sindicalismo. Se detecta detrás de la letra, en el espíritu de la misma, una orientación claramente ideológica que se alimenta del neoconservadurismo estilo Thatcher y Reagen, con elementos que les aporta el pensamiento académico neoliberal que estaría articulado entrono al think tank, próximos a la CEOE o financiados por grandes bancos o empresas, como FEDEA que ha generado las propuestas sobre las que se ha construido esta reforma laboral. Esto no es una reforma más, una más de esas 52 que se han hecho. Y no esta improvisado, sino que es fruto de una larga elaboración que ha encontrado ahora su oportunidad con esta mayoría absoluta del PP.


FOTOGRAFÍA DEL SINDICALISMO EN EUROPA Y EN ESPAÑA

Con tres millones de afiliados sindicales, el sindicalismo se ha convertido en el movimiento social más importante de nuestro país.

Beneyto resalta el hecho de que desde hace más de 150 años en toda Europa, en el mundo industrializado, el movimiento obrero y sindical empezó reclamando derechos que hoy forman parte del núcleo central de las constituciones democráticas.

Fuente de los datos: Comisión Europea

Hay 180 millones de trabajadores asalariados en el UE.

Una cuarta parte de los trabajadores europeos está afiliado, es decir, entre 45-50 millones.

Los niveles medios de cobertura de la representatividad sindical se sitúan entre el 65-70% y entre el 75 80% tienen convenios colectivos.

Los países con más altas tasas de afiliación sindical que son los escandinavos, casi el 75%-80% de la población asalariada (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia). Eso coincide con los países que acreditan unos mayores niveles de desarrollo económico, de cohesión social.

La cifra de liberados en España es cuatro veces inferior a la media europea

El dato procede de la Encuesta Europea de Empresas, señala Beneyto que también cita un reciente estudio de una universidad inglesa que analiza el coste beneficio de los sindicalistas a tiempo completo, lo que le cuesta al Estado, y “demuestra que la intervención sindical no solo tiene costes, sino que genera beneficios, no solo en términos de derecho, de cobertura social, sino también en términos de beneficios económicos o en gastos que no se realizan. Contribuye a la mejora de la formación, mejora de la siniestralidad laboral, a la mejora del clima laboral en las empresas. Demuestra que la inversión en el subvenciones a los sindicatos tiene un retorno en términos de beneficio entre de cuatro y nueve veces superior a cada libra o euro que se paga para mantenimiento de los liberados.

A pesar de los tres últimos años de crisis el balance de expansión y de consolidación del sindicalismo es importante

Fuente de los datos: Ministerio de Trabajo

En 2011, un 18,9% de afiliados (2.900.000).

Entre 2000-2010 la cifra de afiliación aumentó en 800.000, un 38,2%.

En 2011, 7.300.000 trabajadores cuentan con 320.000 delegados o comités de empresas.

El 64% de los trabajadores que pueden tener elecciones sindicales las tienen.

La tasa de participación en elecciones sindicales es del 70%.

Entre 2000-2010 el volumen de trabajadores participantes en elecciones sindicales se incrementó en un 35,2%, es decir, un 1.900.000.

12 millones de trabajadores tienen convenios negociados por los sindicatos.

Hay 150.000 delegados de salud laboral “que están contribuyendo de una manera decisiva y cotidianamente a la renovación de la cultura de la prevención de riesgos laborales que ha hecho disminuir de manera sostenida en los últimos años los índices de siniestralidad laboral”, dice Beneyto.

Con más de un millón de afiliados cada uno, CCOO y UGT se financian mayoritariamente con las cuotas de los mismos.

“No hay que ignorar que en el ámbito de la ideología se dirime el conflicto social”