sábado. 20.04.2024
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¿Cómo se puede seguir defendiendo que los recortes salariales tienen efectos expansivos? 

Puede parecer una broma de mal gusto, pero aquí y ahora siguen abundando los economistas y especialistas varios que defienden que no hay nada mejor que seguir recortando los salarios para lograr reactivar la economía y generar empleo.

Con lo que ha llovido y sigue lloviendo en forma de salarios cada vez más bajos y pérdida de empleos, los economistas partidarios de seguir ajustando las rentas salariales no cejan en su afán de demostrar que el objetivo de crear empleo pasa por nuevos recortes. Ni siquiera el actual salario mínimo interprofesional (SMI) de 645,3 euros mensuales actuales (14 pagas anuales) está a salvo de las exigencias. La decisión del Gobierno del PP de congelar el salario mínimo por segunda vez en 2014 (la anterior, en 2012, fue la primera congelación nominal sufrida en los últimos 45 años) tampoco satisface los apetitos de austeridad para las clases trabajadoras y para las Administraciones Públicas que manifiestan los sectores más ultras de la derecha y sus ideólogos.

En el quinquenio 2010-2014, el incremento nominal experimentado por el SMI será de un exiguo 3,3% y dado que en el mismo periodo se estima que el Índice de precios de consumo (IPC) experimentará un aumento del 10,3% (con una previsión de crecimiento para 2014 del 1,1%), la pérdida de poder adquisitivo acumulada por los perceptores del salario mínimo durante esos cinco años se situaría en torno al 6,4%. Y, en paralelo, la economía española habría sufrido la mayor destrucción de empleo de su historia.

Con tales datos, ¿cómo se puede defender que la reducción del salario mínimo va a generar oportunidades de empleo para los jóvenes o para los trabajadores con menos nivel de formación y cualificación laboral? Lo único que garantiza el recorte nominal del SMI o la pérdida que se está produciendo en su capacidad de compra es la intensificación de los abusos en la contratación laboral, mayores niveles de desigualdad social y la extensión de la pobreza entre los trabajadores que perciben los salarios más indecentes.

¿Cómo se puede seguir defendiendo que los recortes salariales tienen efectos expansivos? ¿Cómo se puede creer que “una reducción del salario real del 7% podría aumentar el empleo hasta en un 20% y el PIB en un 11,6%”? Afirmación que aparece en un documento de noviembre de 2013 del BBVA titulado ¿Puede la moderación salarial reducir los desequilibrios económicos?, en el que sus autores, Javier Andrés y Rafael Doménech, defienden un inmoral alegato a favor de un nuevo y sustancial recorte del nivel medio de los salarios que sustentan en la discutible existencia de unas condiciones generales y unos supuestos que denominan simplificadores, cuando en realidad la mayor parte de esos supuestos y condiciones no existen.

La reducción media de los salarios en un 7%, según los autores de ese panfleto económico, “no implica que todos los salarios tengan que disminuir”. No, el recorte afectaría sobre todo, en una cuantía muy superior a ese 7%, a los salarios de los trabajadores con empleos menos productivos y de los desempleados que accedieran a los nuevos puestos de trabajo. Los salarios de los trabajadores ocupados que ya se hubiesen ajustado a su productividad “no tendrían que reducirse”. Y postulan, además, que las ayudas públicas deberían garantizar el salario mínimo de los trabajadores con una productividad inferior, cubriendo la brecha entre las rentas que perciban por su trabajo y el menor valor añadido que generan. ¡Nunca viene mal apuntarse la reivindicación de una nueva ayudita del Estado para los empleadores que no puedan afrontar el pago de un salario de 645,3 euros al mes!

En lugar de explicar por qué la devaluación salarial que se ha impuesto en los últimos tres años no está teniendo ninguno de los hipotéticos efectos expansivos que predecían y que siguen vaticinando, entretienen sus conocimientos económicos en demostrar que no hay nada mejor que un buen recorte de los salarios para generar empleos. La reducción del nivel general de los salarios en ese 7% que predican es puramente indicativa y un recurso didáctico en el que apoyar y cuantificar sus benéficos impactos. Intentan, además, darle una pátina cientificista a un planteamiento que es poco más que monserga ideológica.

La devaluación salarial real que se ha producido en los últimos tres años supera ya la media del 7% que propugnan y ha demostrado con creces que lejos de tener los efectos expansionistas sobre la actividad económica y el empleo que predicaban las autoridades que la han propiciado, ha sido y seguirá siendo mientras continúe un obstáculo para la generación de empleo neto y la reactivación económica.

Desgraciadamente, hay demasiados ejemplos de cómo se ensucia el conocimiento económico dándole la espalda a los datos que ofrece el mundo real y defendiendo una ideología al servicio de los intereses particulares de una poderosa minoría, pero el de este relativamente reciente BBVA Research del que son autores Andrés y Doménech es para enmarcar.

A vueltas con el recorte salarial y la indecencia