viernes. 19.04.2024
rse

Los que pretendemos un avance hacia la RSE, hacia la imprescindible responsabilidad social del sistema productivo, no tenemos más remedio  que actuar, mejor de forma conjunta, en los distintos frentes abiertos en los que mantenemos una cierta esperanza:

  • la compra pública responsable,
  • la inversión socialmente responsable,
  • la evaluación social de las empresas

Ya hemos manifestado desde la Confederación Sindical Internacional que existe alguna esperanza en algunos de los procesos multilaterales en marcha: por ejemplo, el foro sobre Empresas y Derechos Humanos impulsado por la ONU. También, mostramos satisfacción por las lineas básicas de RSC incorporadas en la ISO 26.000, por cierto, aprobadas en España con el voto en contra de gran parte del sector empresarial. Y, cómo no, otras manifestaciones aprobadas por consenso, tanto en el Parlamento Europeo, como en el CERSE o la evaluación social de las empresas del IBEX 35 que realiza el Observatorio de la RSC.

Nuestra opción es no abandonar esos espacios donde podemos influir incluyendo cuestiones que afectan al ámbito de las relaciones sindicatos-empresas (negociación colectiva, diálogo social…), cuestiones que normalmente han estado vetadas a la acción sindical.

Continuaremos impulsando, a pesar de los muchos obstáculos, que los fondos de pensiones de los trabajadores se rijan por criterios de RSE, a pesar de los muchos impedimentos (al voto en juntas, a tener documentos públicos con las políticas de inversión). Existe una posibilidad de que los otros inversores institucionales (además de los citados fondos de pensiones de trabajadores) como son los fondos de ayuntamientos o los de otras entidades sociales…actúen conjuntamente en las juntas de accionistas y exijan una verdadera responsabilidad social a las compañías.

Existen muchos más ejemplos, que sin ser ilusorios, nos aconsejan seguir actuando en este campo. Lo contrario sería un factor que desincentivaría la participación social. El desconocimiento es pues uno de nuestros enemigos.

Tampoco podemos abandonar el espacio que se abre sobre responsabilidad social en el mundo universitario, en la educación, que aporta nuevas oportunidades de avanzar hacia una verdadera sostenibilidad. No podemos dejar esta cuestión a la única influencia de los intereses empresariales.

RSE, democracia y grupos de interés

El proceso de articulación de los denominados “grupos de interés” se está desarrollando más allá de los limites de la RSE afectando a la influencia en leyes y regulaciones y por tanto a la calidad misma de la democracia.

En el proceso sobre empresas y Derechos Humanos observamos una peligrosa tendencia al proteccionismo nacional-corporativo: una alianza de gobiernos nacionales con sus correspondientes multinacionales que tiene por objeto “amortiguar” (léase “maquillar” o falsear) los efectos de los indicadores impulsados por Naciones Unidas para empresas y Derechos Humanos con el propósito de falsear todo el proceso e impulsar una especia de Derechos Humanos patrocinados.

Yendo a la raiz de estos problemas estamos haciendo una advertencia a gobiernos y empresas para que no se queden fuera de juego (y quizás, del “mercado”) en estas cuestiones.

Tienen que decidir si prefieren un sistema de sucesión de engaños-burbujas-escándalos o si apuestan definitivamente por lo que tanto insistimos: una competitividad responsable, basada en la idea de que ninguna empresa pueda conseguir ventajas competitivas si en su cadena productiva o de inversión se producen violaciones de derechos sociales (humanos, laborales, medioambientales, de los consumidores) o si no demuestran una auténtica “sostenibilidad” que tenga en cuenta todos los costes. Contra las salidas falsas de las crisis, insistimos: el coste del “maquillaje”, incluidos los costes de la “caída de ese maquillaje”, pueden ser mayores que los costes de hacer las cosas correctamente.

No avalamos una RSE que se ha demostrado inútil, reivindicamos otra basada en la evaluación de los impactos de las empresas en la sociedad, en la evaluación del cumplimiento de la ley y de los convenios, y que ponga de manifiesto la necesidad de una regulación efectiva.

Nuestra opción es actuar

Permitan una nota final: 2014 fue un año “orwelliano”. Muchas de las cosas que pasaron en el mundo de la RSE y la sostenibilidad, recuerdan a algunas frases de la obra clave de George Orwell, 1984. Las incluyo aquí:

“Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas.

Unos cuantos agentes de la Policía del Pensamiento circulaban entre ellos, esparciendo rumores falsos y eliminando a los pocos considerados capaces de convertirse en peligrosos.”

A pesar de todo. Nuestra opción sigue siendo actuar.

RSE: la opción es actuar