viernes. 29.03.2024
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Es rentable para la sociedad en su conjunto. Y es rentable para las empresas que lo hacen bien. No es rentable para las que lo hacen mal: para las que tienen su negocio demasiado basado en una situación de competitividad irresponsable

La RSE es algo a medir en cada empresa. He oído muchas veces decir a la parte empresarial que la RSE puede ser una “distorsión” a las reglas del mercado. O que supondrá la ruptura de la “unidad de mercado”, en el caso de algunas iniciativas territoriales de RSE o compra pública responsable (sobre las que también tengo mis dudas, pero por otras causas).

¿Acaso el “mercado” no está distorsionado ya por este sistema de incentivos perversos y por la remuneración exagerada de la información privilegiada? ¿No está claro que existe un sistema de remuneración a intermediarios de todo tipo? (por qué no decirlo claramente: corrupción y sobornos de distinta intensidad). Este sistema de incentivos perversos es aún más inaceptable cuando se trata de bienes y servicios públicos. Y a diario aparecen noticias sobre obras y servicios públicos e intereses privados. Pero parece que ciertos intereses (políti- cos, mediáticos, económicos) juegan con la difusión de esta corrupción, instando al “todos contra todos”, mientras los máximos beneficiarios se mantienen impunes. Y parecen dispuestos a todo, incluso a terminar con las instituciones.

¿La RSE rentable? Sin ninguna duda: la RSE es más que rentable.

Es rentable para la sociedad en su conjunto. Y es rentable para las empresas que lo hacen bien. No es rentable para las que lo hacen mal: para las que tienen su negocio demasiado basado en una situación de competitividad irresponsable (bajos salarios, proveedores irresponsables, situación de ventaja por información privilegiada, influencia en gobiernos o reguladores). Así de simple. Puede que estas últimas, sobre todo si se asocian (puede hacerlo incluso un sector completo: el financiero o el energético, por ejemplo), no estén realmente interesadas en cambiar el estatus actual. Esto también es una explicación de la actual crisis (de la RSE y de algo más).

Todo esto tiene que ver también con algo que hemos recordado muchas veces: la degeneración del concepto de Ciencia Económica (recordemos la definición: la ciencia que trata de satisfacer ne- cesidades humanas con medios que se consideran escasos). Justo al escribir este artículo me llega la noticia de una rebelión en las aulas de las facultades de Económicas de todo el mundo. Ya era hora.

La RSE tiene que ver con la valoración de los costes reales (impactos, costes en el medio ambiente, en la sociedad). Sí, con los intangibles. Pero cuando se habla de intangibles, desde el mundo empresarial se tiende a valorar los intangibles positivos y no los negativos (por ejemplo, los costes de la “mala educación”, los costes de la publicidad engañosa; un caso más claro: los costes del tabaquismo, o de la obesidad, en el sistema de salud). Muchas, muchas veces las empresas externalizan estos costes, asumidos al final por la sociedad (de su país de origen o de otros países) o por las generaciones futuras. Es el caso de la crisis financiera en España. Los efectos del cambio climático, a nivel global o en los países empobrecidos son otro ejemplo de externalización de costes.

La RSE debe adecuarse a los problemas globales. Hay que hablar, por ejemplo, de los efectos económicos de la desigualdad. Y de nuevo, para esto, necesitamos concreción. Concretar el discurso de creación de valor compartido, el debate infinito sobre “materialidad” (qué es importante). Concretar toda la cuestión relacionada con los grupos de interés, fiscalidad, desigualdad. Pero plantear estas cuestiones sigue contemplándose como una visión radical.

Veamos el ejemplo de la fiscalidad responsable. En una reciente entrevista, Ernst Ligteringen, Director Ejecutivo de GRI (el estándar mundial de memorias de RSE más extendido) contestaba a una pregunta al respecto:

“Google paga pocos impuestos, pero hace otras cosas muy positivas para la sociedad”.

Bien. Vale. Pero para comenzar a entendernos, vamos a visualizar perfectamente y sin duda la aportación fiscal de Google (la global, más fácil, y luego, por países). Luego veremos la valoración de esas “otras cosas positivas” que hace, sin duda, por la sociedad.

¿Es “rentable” la RSC?