jueves. 28.03.2024

La reforma de las pensiones del año 2013 supuso una vulneración en toda regla de los consensos de la Transición que mantuvo las pensiones al margen de las voluntades y vaivenes políticos

Votar es un derecho, pero también, y más ahora, se ha convertido en un ejercicio de responsabilidad. En nuestra historia más reciente, hemos estado en la calle con la denuncia permanente y la exposición de políticas insolidarias, ahora es el momento de provocar un giro en las dañinas políticas que se han orientado a dinamitar los cimientos de nuestro Estado de Bienestar.

Los millones de jubilados y pensionistas españoles hemos de asumir un papel activo y acudir a las urnas con la voluntad de expresar claramente que las políticas llevadas a cabo por los conservadores, rendidos a los privilegios, al capital y a la desigualdad, solo nos han conducido a la precariedad, al abandono y la desesperanza de ver cómo se diluían conquistas sociales y laborales que costaron mucho consolidar.

Nuestras historia sindical, la de la Unión de Jubilados y Pensionistas de UGT, nos recuerda que las grandes conquistas sociales se han logrado con partidos progresistas, capaces de impulsar el consenso –como ocurrió con los Pactos de Toledo-, la negociación colectiva, el acceso a la educación, la Ley de Dependencia, la Memoria Histórica, la sanidad universal y de calidad, el sostenimiento solidario de las pensiones públicas… una retahíla de avances que hemos visto peligrar con las durísimas políticas llevadas a cabo por el Partido Popular en los últimos cuatro años.

La reforma de las pensiones del año 2013 supuso una vulneración, en toda regla, de los consensos de la Transición que, recuerdo, mantuvo las pensiones al margen de las voluntades y vaivenes políticos. Sin ningún tipo de rubor, el PP de manera unilateral decidió someter la cuantía de las pensiones a la coyuntura económica que, como sabemos, está íntimamente relacionada con el marco internacional y el acierto o desatino de nuestros gobernantes.

Para vender y maquillar sus desastrosas cuentas públicas, el PP ha echado mano de manera sistemática del Fondo de Reserva de las Pensiones. Sin dar ningún tipo de explicación han esquilmado el fondo para hacer frente a los gastos corrientes descuadrados, no olvidemos, por la corrupción o el mantenimiento de los gastos superfluos que se llevan cada año miles de millones de euros.

Sufrimos cada día los recortes en Sanidad. Las listas de espera, los recortes de personal o el repago farmacéutico se han convertido en nuestro día a día. El PP tiene claro, y así lo intentó en Comunidades como Madrid, que los servicios sanitarios pueden ser un nuevo nicho de especulación, como lo fue en su momento el mercado inmobiliario. Como en otros muchos pilares del Estado de Bienestar su estrategia es clara: denostamos y precarizamos los servicios públicos para convencernos de las bondades de la gestión privada. Gestión, por cierto, que dejan en manos de los mismos que se han beneficiado de los grandes contratos de la administración sin más carta de presentación que ser amigo o pariente del gobernante de turno.

España paga una de las facturas eléctricas más caras de Europa. A la especulación de las grandes compañías eléctricas –algunas condenadas- se suma la inacción del PP que ha consentido que millones de familias pasen por lo que eufemísticamente llaman ‘pobreza energética’. No es otra cosa que no poder encender la calefacción o restringir al máximo el consumo de energía en las tareas domésticas.

La Ley de Dependencia, en los últimos cuatro años, ha quedado relegada a un segundo plano. Sencillamente la están dejando morir de inanición. La falta de dotación económica y el retorcimiento de los trámites burocráticos han dejado sin ningún tipo de ayuda a cientos de miles de familias y personas que confiaban en un sistema –equilibrado en origen- que ahora se desmorona.

La herencia dejada por las políticas del PP dibuja una realidad que ha convertido a España en el segundo país de Europa donde más ha crecido la desigualdad. No vemos en el programa electoral del PP una propuesta clara y decidida por erradicar la pobreza, por ayudar a ese mas del 25% de jubilados y pensionistas que vive por debajo del umbral de la pobreza, por dar una alternativa a los parados que malviven sin ningún tipo de prestación.

No vemos al PP reconociendo a jubilados y pensionistas el esfuerzo realizado por garantizar a nuestros hijos y nietos un techo y un plato de comida, evitando que los desequilibrios sociales fueran aún mayores. Sí los hemos  visto rescatando entidades financieras que se fueron a la quiebra. Tampoco hemos visto al PP reconociendo el fraude de las preferentes o pidiendo perdón por cada uno de los dramas personales y familiares que trajeron consigo.

Por todo ello, desde la Unión de Jubilados y Pensionistas de UGT consideramos que es el momento de revertir las políticas que se han llevado a cabo en los últimos cuatro años y que las opciones progresistas son la única oportunidad de recomponer el maltrecho Estado de Bienestar dejado por las políticas insolidarias y ultraliberales del PP. En este sentido, revocar la reforma de las pensiones y la reforma laboral han de ser los primeros pasos.


Anatolio-Diez

Anatolio Diez Merino

Secretario General de la UJP-UGT Estatal 

Progresismo contra la pesadilla