lunes. 07.10.2024

Curiosamente, la media de la jornada semanal habitual en 2014 de los trabajadores no empresarios en España fue de 34 horas y 59 minutos

La irrupción de Podemos en el panorama político español ha cambiado las dinámicas de los partidos hoy presentes en el parlamento español. Sin duda, los altos valores de estimación directa de voto que las diferentes encuestas le asignan han provocado que todas sus manifestaciones sean escrutadas al milímetro, en algunos casos con sobreactuaciones, a mi entender, sonrojantes.

Un ejemplo al respecto lo constituyen las críticas efectuadas ante la declaración de transitar hacia jornadas laborales de 35 horas contenida en el documento de bases para iniciar el debate sobre política económica en Podemos. En este sentido, quisiera reflexionar no tanto sobre la bondad de la propuesta en sí, como en la distancia existente entre la dura realidad de nuestro mercado laboral y los discursos de algunos partidos políticos.

El 42% de esos trabajadores no consigue trabajar una jornada a tiempo completo estándar de cuarenta horas, en muchos casos a su pesar

La reacción de los principales partidos (y de la patronal) a la propuesta de 35 horas de Podemos ha sido su descalificación generalizada, bajo el argumento de que nuestra economía no se lo podría permitir. Y con esa negación tajante han zanjado el debate de las horas de trabajo. Como ya he dicho, no es el objeto de este artículo discutir la oportunidad de modificar el total de horas de las jornadas a tiempo completo. De hecho, creo que, siendo una cuestión interesante, en el corto plazo no es una cuestión prioritaria. En cambio, sí creo urgente reflexionar sobre las horas de trabajo en nuestro país desde una perspectiva más general. Y es que al zanjar el debate de las 35 horas con un portazo y no aportar ninguna propuesta alternativa al tema de las horas de trabajo, parece deducirse que los críticos con esta propuesta creen que todos los españoles trabajan 40 horas a la semana. ¿Conocen los críticos cuál es la jornada semanal media en España? ¿No tienen nada más que aportar al debate del número de horas de trabajo?

Quizás sea interesante proceder a una ducha escocesa basada en la evidencia estadística disponible en la EPA. Primer dato: curiosamente, la media de la jornada semanal habitual en 2014 de los trabajadores no empresarios en España fue de 34 horas y 59 minutos. Segundo dato: el 42% de esos trabajadores no consigue trabajar una jornada a tiempo completo estándar de cuarenta horas, en muchos casos a su pesar. Tercer dato: en el tercer trimestre de 2014 el exceso de jornada por encima de los máximos permitidos por el Estatuto de los Trabajadores (esto es, las horas extraordinarias ilegales) equivalieron a un mínimo de 273.315 puestos de trabajo a tiempo completo.

En el tercer trimestre de 2014 el exceso de jornada por encima de los máximos permitidos por el Estatuto de los Trabajadores (esto es, las horas extraordinarias ilegales) equivalieron a un mínimo de 273.315 puestos de trabajo a tiempo completo

Por tanto, aunque se puede estar de acuerdo o no en abrir el debate sobre la reducción de la jornada laboral a tiempo completo, zanjar el tema más general de las horas de trabajo equivale a evadirse de un problema real y creciente de nuestro mercado de trabajo y al que se supone que la clase política debiera dar respuestas: el de la precariedad y la explotación laboral. Y es que los silencios son una posición política.

¿Estamos dispuestos a aceptar que un porcentaje creciente de nuestros trabajadores tenga que resignarse a tener contratos a tiempo parcial, con los que, en muchos casos, queden condenados a salarios de pobreza al poder trabajar sólo unas pocas horas? ¿Estamos dispuestos a que una parte de los contratos a tiempo parcial camuflen jornadas a tiempo completo por los que no se cotiza y el trabajador está desprotegido? En noviembre de 2014, 40 de cada 100 asalariados con contrato temporal cotizaban a tiempo parcial. En noviembre de 2007 ese porcentaje era sensiblemente inferior, el 23%. A todos esos dramas de trabajar pocas horas le añadan que el salario por hora trabajada de los nuevos contratos ha caído a niveles de principios de los años noventa del siglo pasado y ya tiene la invitación perfecta para pasar a formar parte del club de la pobreza laboral.

Del mismo modo, si antes nos referíamos a la falta de horas de trabajo, algún día habrá que empezar a hablar en este país de los excesos de jornadas. Y es que las políticas de reparto de tiempo de trabajo no se limitan a reducir la jornada a tiempo completo habitual. Con una tasa de paro del 23.6% resulta incomprensible que no se debata la oportunidad de establecer algunas limitaciones a la realización de horas extraordinarias (o facilitar el control de las ilegales) en aras a repartir el tiempo de trabajo.

Así pues, quizás no sea el momento de debatir sobre la reducción de la jornada laboral a 35 horas. Pero por extensión, deberíamos exigir la misma contundencia para exigir la potenciación del número de horas de todos esos trabajadores que de manera involuntaria tienen jornadas laborales inferiores a una jornada completa habitual. ¿No se dan cuenta algunos políticos que para una parte creciente de nuestra sociedad pasar a tener un empleo de 35 horas semanales sería un sueño, no porque implicaría una reducción de la jornada, sino todo lo contrario? Del mismo modo, ¿creen que son pocos los trabajadores que se ven forzados a realizar jornadas ilegales?

Como he dicho al principio, resulta urgente que nuestra clase política conozca cuál es la verdadera realidad de nuestro mercado laboral. Se puede criticar a Podemos, faltaría más. Pero se debe ser coherente con la crítica. Que el porcentaje de trabajadores pobres y explotados no deje de crecer, no debiera dejarnos indiferentes. Ese es el problema y el anhelo de millones de españoles.

Podemos y las 35 horas semanales