viernes. 29.03.2024
industria-4.0

¿Podríamos empezar a trabajar en serio a reparar los grandes déficits que esperan algo más que comisiones de trabajo, de estudio y palabras?

En muy pocas semanas, máximo meses, encontraremos hasta en la sopa un nuevo concepto. No habrá suplemento dominical, canal de televisión o emisora de radio que no dedique un artículo o un programa especial a este concepto que se conoce como Industria 4.0. Ya hoy, en nuestro país, se están celebrando infinidad de iniciativas -seminarios, conferencias y cursos que organizan una multitud de organizaciones e instituciones públicas locales, autonómicas, estatales y sectoriales- con los enunciados de digitalización,  Industria 4.0 o la IV Revolución Industrial. 

Si desde la apretada agenda de actos presentes y futuros tuviéramos que evaluar nuestra posición y expectativas como país ante los retos que abre está nueva revolución industrial, podríamos afirmar, sin ninguna duda, que España está al día y responderá como el que más para afrontar el cambio que representa la Industria 4.0. Y que esta vez, no vamos a quedarnos en el andén, como sucedió en las anteriores, mientras parte el tren de la nueva Revolución Industrial.

Pero si miramos más allá de las hermosas presentaciones, y nos fijamos en lo realizado durante los últimos quince años en relación a la industria y el cambio del modelo productivo, el optimismo se convierte en seria preocupación, porque vemos que lo que más hemos hecho es confeccionar los mejores Planes Estratégicos,  Planes por la Competitividad y Hojas de Ruta, aunque en la primera curva se han parado. La novedad, es que ahora les llamaremos Planes por la Digitalización, Planes por la Industria 4.0 etc., por supuesto, esta vez también, habrá uno por cada CCAA, comarca, provincia sin relacionarse entre sí. Conseguiremos tener una nutrida ristra de observatorios, comisiones mixtas, comisiones multidisciplinarias, multisectoriales, parlamentarias, para el estudio, seguimiento e implementación de la Industria 4.0. Que elaborarán sus planes, en la mayoría de los casos parecidos como dos gotas de agua, todos llenos de párrafos de “copia y pega” traducidos del alemán o el inglés y donde el verbo más repetido volverá a ser “se debería”.

Podemos mirar el lustroso zapato con el que entrará en el futuro ese reducido núcleo de empresas, la mayoría multinacionales, que sin duda avanzarán aquí como en el resto de los centros que la multinacional tiene en otros países. Pero necesitamos ese otro pie, el que seguimos calzando una vieja alpargata. La que representa esos déficits estructurales que lastran nuestra competitividad y de los que apenas se habla cuando se sitúan las prioridades políticas. Tenemos en muchos sectores y empresas, realidades más propias de la II Revolución Industrial, solo cabe mirar  a una parte de nuestro viejo sistema productivo, a nuestro deplorable mercado de trabajo, al obsoleto modelo de relaciones laborales y nuestro, más que  deficiente, modelo educativo que tenemos.

Esa vieja alpargata es la que nos imposibilitará caminar por la nueva empresa Industria 4.0 y afrontar ese  cambio real en las formas de trabajar y producir. Un cambio que, además de innovación tecnológica, sensores, internet de las cosas, impresoras 3D, robots, máquinas inteligentes. Precisará de otra revolución en la forma de gestionar muchas de nuestras empresa y en la visión del sector  privado a la hora de invertir en I+D+i. Precisará de mayores esfuerzos para mejorar la coordinación entre los diferentes núcleos de investigación, entre los centros tecnológicos y las universidades. Precisará de más hechos y no sólo palabras para afrontar las necesarias y urgentes reformas del actual sistema educativo para que pueda responder a las exigencias de los nuevos empleos. Precisará también de cambios profundos en el modelo de relaciones laborales, con una mejor negociación colectiva que dote de nuevos derechos y obligaciones, que apueste por una mayor participación de los trabajadores y las trabajadoras y sus sindicatos en los centros de trabajo para garantizar una transición hacia la nueva empresa digitalizada justa y equilibrada.

Necesitamos resolver esos eternos problemas, a la vez que hablamos de la futura Industria 4.0. La pregunta es: ¿Podríamos empezar a trabajar en serio a reparar los grandes déficits que esperan algo más que comisiones de trabajo, de estudio y palabras? ¿Podemos, mientras seguimos haciendo hojas de ruta y aprobando, como el pasado mes en el Parlamento, Planes Estratégicos Integrales para la Transición Digital de España , Agendas Digitales 2020 y nuevos Consejos Nacionales, Regionales y Locales para la Transformación Digital, ponernos a trabajar, en serio para resolver  esos frentes que tenemos pendiente, para  tirar de una vez esa vieja alpargata y caminar hacia el futuro con esperanza? Esperemos que sí.

La Industria 4.0, con un zapato y una alpargata