jueves. 18.04.2024
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Fagor en un complejo empresarial más amplio que la producción de electrodomésticos, que es la sección que está en crisis

Fagor ha realizado un pre-concurso de acreedores, esto ha sido una noticia que ha llenado páginas y minutos de radio, también de TV. Fagor cierra sus puertas y unos 5.000 empleos, de los que 1.700 son socios cooperativistas. Esta diferencia entre socios y trabajadores por cuenta ajena viene dada no porque en el territorio donde se ubica Fagor exista tal desproporción entre ambas categorías sino porque los trabajadores por cuenta ajena se ubican en plantas exteriores a la zona donde Fagor nació (sobre todo en otros países, donde no se desarrolló en formato de cooperativa). La noticia está cargada de dolor para quienes lo han de soportar y para quienes defendemos el modelo cooperativo. Pero hay algunos errores en la comunicación, que bastantes medios han introducido al transmitir la noticia y conviene aclarar.

Fagor en un complejo empresarial más amplio que la producción de electrodomésticos, que es la sección que está en crisis. Si se entra en la página de Mondragón y del Grupo Fagor se verán una pluralidad de empresas que actúan bajo la marca Fagor que no están en crisis y algunas funcionan muy bien. Por tanto, no es la marca Fagor lo que está en crisis sino una de sus actividades productivas, llamada Fagor Electrodomésticos. Es cierto que es la más simbólica, por ser la primera, pero no es la única.

Se han dado excesivos mensajes en la información de esta crisis referidos al supuesto fracaso del modelo cooperativo. Como si quienes escriben esto no conocieran crisis en todo tipo de empresas o como si quisieran decir que estas crisis son significativas tan solo si se refieren a la figura cooperativa. Fagor ha entrado en crisis, como otras tantas empresas lo han hecho. Y ahí acaba la noticia, sin más significados ni connotaciones. La noticia es dolorosa, más dolorosa que la crisis de cualquier empresa, si cabe, porque entran en dificultad esfuerzos colectivos de todos sus socios y los ahorros personales, no la propiedad de unos cuantos accionistas o del empresario propietario. Aquí sí hay una diferencia sustancial.

El empeño en descalificar el modelo suena a cierta inercia sospechosa existente en el mercado para rechazar todo lo que no se ajusta a los modelos dominantes de empresa. Es cierto que las cooperativas no se ajustan al patrón de empresa tradicional. Pero en un mercado plural y liberal, usando el lenguaje de quienes defienden ese mercado, la diversidad de figuras jurídicas actuantes debería considerarse un valor. Suena extraño que se perciban rechazos derivados de un “pensamiento único” que fundamenta los modelos de empresa tradicional y cuestiona los que no se ajustan. Me decía un alto cargo de la patronal “oficial” que rechazan el cooperativismo porque no defiende la propiedad privada como la empresa tradicional lo defiende. Si es así, hay que pensar que se está hablando de otra cosa distinta cuando se informa de la crisis de una empresa cooperativa.

Es cierto, Fagor Electrodomésticos está en crisis. Y ello hace referencia a problemas de gestión, a un sector en declive y a la planificación de su crecimiento, entre otras cosas, no al cuestionamiento del modelo empresarial cooperativo. También es cierto que los socios han salido a la calle en protesta. Pero esto, de nuevo, tiene que ver con la gestión de la comunicación interna o de los mecanismos de participación. Haciendo constar, por otra parte, que en las respectivas asambleas de la cooperativa se han ido aprobando colectivamente las cuentas anuales.

Habrá que pensar en si el diseño de crecimiento fue el correcto, si la internacionalización de la empresa cooperativa produjo los resultados esperados y en el plazo programado, si crecer debe ir acompañado del ritmo del mercado o, también, de la asunción por parte del colectivo de socios de los riesgos que comporta crecer, para que se asuman... Pero todo ello se refiere a la gestión. No al cuestionamiento del modelo.

Tampoco es cierto que la matriz no haya atendido las necesidades de Fagor Electrodomésticos. Pues en mayo de este año se traspasó a esta cooperativa 70 millones de euros provenientes de aportaciones del resto de cooperativas que se integran en la Corporación Mondragón. Ésta no es un holding empresarial, entendido en el sentido tradicional, sino una alianza de cooperativas que desean realizar determinados criterios e instrumentos de gestión en común. Las cooperativas pueden entrar y salir de este grupo de forma voluntaria, pues no existen dependencias de capital ni subordinaciones internas, ni acciones de capital interempresas. Cada cooperativa es autónoma en sí misma, que se integra porque ve fuerza en la idea de que juntos se avanza más que separados. El pacto que se exige para pertenecer es un pacto que se centra en asumir criterios de gestión comunes, no pertenencias ni dependencias financieras. La llamada, por algunos medios, “matriz” no lo es en el sentido clásico de un holding empresarial tradicional, sino que representa una plataforma de coordinación de la que se esperan economías de escala derivadas de la intercooperación y de alianzas de gestión, sus recursos financieros surgen de las aportaciones de las cooperativas socias. No posee fondos de capital, pues no es su función reflotar financieramente. No se puede pensar que la llamada “matriz” podría atender los desajustes de gestión de esta cooperativa ni de ninguna, pues no es la “propietaria” del capital (que pertenece solo a los socios), tan solo es un mecanismo financiado por todos los miembros para poder abordar cuestiones comunes.

Sí se realizan, en cambio, aportaciones de todas las cooperativas derivadas de una “reconversión de resultados” por la que se pone en común una parte de los resultados obtenidos en cada cooperativa para ayudar a otras en crisis, o para financiar nuevas iniciativas empresariales, o para lanzar propuestas de I+D. En esta “reconversión” se visualiza una fuerte solidaridad intercooperativa, valores que no se ven en las formas de empresa tradicional dominante en el mercado. Ya se aportaron 70 millones este mismo año. El problema es que las ayudas tienen límites (el límite que puedan afrontar el resto de cooperativas) y no pueden cubrir deudas pendientes si se superan determinados volúmenes (como es el caso). Por cierto, desde hace ya unos cinco años Fagor Electrodomésticos está tomando decisiones importantes para sanear su amenaza (reducción de la plantilla en un 50%, de los salarios en un 20%, reconversión de planteamientos financieros, de líneas productivas…). Lo que también desmiente la idea de que no hubo reacción. Quizá no fue de la misma velocidad que la crisis que amenazaba.

Hay diferencias significativas con el modelo tradicional de empresa, además de las ya expresadas. Por ejemplo: todos los socios-trabajadores tienen toda la información; el restos de las empresas cooperativas de la Corporación se comprometen a reasumir cuantos empleos sean posibles para que el desempleo generado sea el mínimo; la pérdida salarial afecta a todos (también a los directivos); el resto de las cooperativas miembro de la Corporación acogen y aportan soluciones al problema… Elementos que nunca aparecen en una crisis tradicional de empresas y de los que poco se referencia en las noticias aparecidas en los medios.

La crisis ha sido dolorosa, es innegable, pero no cuestiona el modelo. Y quererlo ver así (o pretenderlo) refleja otros intereses distintos de narrar la información de lo que ha ocurrido, más cercanos a un concepto uni-lineal del mercado (de pensamiento único) que al concepto liberal que se dice defender en los discursos. El modelo cooperativo es incuestionable y, afortunadamente, está siempre allá donde las personas sufren amenazas de exclusión del mercado tradicional. Un modelo colectivo basado en lazos de solidaridad, tantas veces incomprendidos por un mercado que camina a la acumulación individual de riqueza y privilegios sin límite.

Fagor… ¿la quiebra de un modelo?