sábado. 20.04.2024

1. Por segundo trimestre crece con fuerza el empleo (+151.000 en el trimestre y +274.000 en el periodo de un año), lo cual constituye para EFC una muy buena noticia.

Asimismo, la tasa de crecimiento interanual, que ya fue elevada en el trimestre anterior (+1,12%) se acelera hasta el 1,59%.

No obstante, para una comprensión correcta estos datos requieren, desde el punto de vista técnico, un análisis más profundo. Lo cual hace necesario destacar los siguientes aspectos:

  • El crecimiento desestacionalizado del empleo ha sido inferior al del trimestre anterior. La variación desestacionalizada ha descendido desde el 0,89% al 0,36%, lo cual supone una brusca caída que podría estar estrechamente relacionada con el debilitamiento de la economía en este trimestre que han anticipado otros indicadores y que en este momento acaba de corroborar el Banco de España.
  • Desde la perspectiva de los flujos del empleo, el crecimiento de este trimestre, como ya sucedió el anterior, se debe más a un menor ajuste del empleo (se reducen las “salidas de la ocupación” debido esencialmente a que se reduce la destrucción de puestos de trabajo) que a un mayor flujo de creación de empleo (“entradas en la ocupación”), que es en realidad inferior a la de los trimestres anteriores (la más baja en un tercer trimestre de al menos los últimos diez años). Lo cual pone en evidencia que el empleo ha iniciado su mejoría debido sobre todo a la suavización de los ajustes económicos impuestos por las políticas de austeridad.

2. Asimismo, aparecen con claridad varios desequilibrios preocupantes en la creación de empleo:

  • En primer lugar, la diferenciación en el comportamiento del empleo por sexos. En este trimestre crece con fuerza el empleo masculino, y sin embargo se destruye empleo entre las mujeres (-13.900). Y en términos interanuales las diferencias de crecimiento son ya muy considerables: en el caso de los hombres el empleo crece a tasas del 2,4% (+221.000), pero el empleo femenino crece tan solo un 0,7% (+52.900).
  • En segundo lugar, se evidencia una considerable debilidad relativa entre los grupos de ocupados de edades más jóvenes, entre los cuales se mantiene la destrucción de empleo en el trimestre, así como tasas negativas en términos interanuales. Una debilidad que, por otra parte y en relación con el punto anterior, es especialmente intensa en el caso de las mujeres jóvenes.
  • En tercer lugar, la creación de empleo se concentra, como lamentablemente era de esperar, en el empleo temporal. Con ello, la tasa de temporalidad vuelve a crecer con fuerza (hasta alcanzar el 24,64% del empleo asalariado) y ya es la más elevada desde hace casi tres años (cuarto trimestre de 2011).

3. El paro se reduce con fuerza, en 195.200 personas, lo cual resulta un alivio para la gravísima situación social que padece el país, pero solo en parte, porque en realidad solo parcialmente se debe a que los parados encuentran empleo, el resto es debido a que continúa la caída de la población activa (44.200 activos menos en el trimestre, 241.700 en el último año). Una caída de activos mayor en los hombres (146.300 menos que hace un año) que en las mujeres (-95.400).

4. El fuerte tirón de la ocupación pone de manifiesto la altísima elasticidad del empleo en relación a la producción (lo que crece el primero en relación con lo que crece la segunda): el crecimiento interanual de los ocupados es tan alto como el del PIB (1,6%), lo que, en primer término, indica que el crecimiento de la productividad es muy bajo (medida en puestos de trabajo equivalentes para descontar los efectos del empleo a tiempo parcial, solo ha crecido un 0,3% según el Banco de España). Un primer aspecto negativo de la cuestión: volvemos a la anómala situación registrada en el anterior periodo expansivo, cuando la expansión de la producción no se debía a que los nuevos empleos tuvieran mayor productividad sino lo contrario.

Esa elasticidad del empleo (que es la materialización en términos económicos de la flexibilidad de contratación y despido y por lo tanto de la fluctuación del empleo) es en España mucho más elevada que en los países de nuestro entorno. Lo cual, aunque en principio pudiera parecer positivo (porque se crea empleo más rápidamente), ello sucede a costa de dos contrapartidas o consecuencias que son inseparables de esa alta elasticidad: la inestabilidad del empleo y la precariedad laboral.

Para que el empleo tenga esa alta elasticidad (flexibilidad) ha de ser necesariamente precario y de mala calidad en su mayor parte

La primera, porque la elasticidad también funciona en sentido negativo cuando el PIB, en lugar de crecer, cae o se debilita. Entonces, el empleo también cae mucho más y mucho más rápido que en los demás países, lo que nos lleva a alcanzar tasas de paro mucho más altas e insoportables. Y a largo plazo, a no lograr niveles de empleo tan elevados como los demás países.

Y la segunda, porque para que el empleo tenga esa alta elasticidad (flexibilidad) ha de ser necesariamente precario y de mala calidad en su mayor parte. Es la estrategia que ha adoptado la reforma laboral de 2012, que ha acentuado aún más la volatilidad, inestabilidad y precariedad del empleo. Como puede comprobarse por dos datos: el crecimiento de la tasa de temporalidad (un trimestre más se crea empleo temporal y se destruye indefinido), y la diferencia entre el crecimiento de los ocupados (1,6%) y el estimado por el Banco de España del empleo equivalente a tiempo completo (1,3%).

Por eso los demás países de nuestro entorno han optado por una vía laboral mejor: crear empleo algo más despacio pero que este sea más robusto, con más productividad, más resistente a los ciclos débiles de la economía y también más digno, y de mayor calidad.

La opción elegida en España es la más neoliberal y en opinión de EFC la más equivocada, incluso desde el punto de vista económico (lo es obviamente en el plano social) a largo plazo.

EPA: El empleo crece, aunque con menos fuerza y con más sombras