viernes. 29.03.2024

“No ha pasado un solo día que no hayamos soñado con volver a sentir a nuestras madres”. 218.000 exiliados económicos reconoce el Injuve desde el inicio de la crisis

@jltorremocha | “En octubre de 1991 yo estaba aquí en mi bonito apartamento de la apacible Sarajevo cuando los serbios invadieron Croacia; recuerdo que el noticiario nocturno transmitió unas escenas de destrucción de Vukovar a unos 300 km de aquí y me dije: ‘¡¡Qué terrible!!’, y cambié de canal. Así que cómo puedo indignarme si alguien en Francia, Italia, o Alemania ve las matanzas que suceden aquí día tras día en sus noticiarios nocturnos y dice  ‘¡¡Qué terrible!!’, y busca otro programa. Es normal. Es humano”. 

Susan Sontag compartió este testimonio con los lectores de su ensayo Ante el Dolor de los Demás. Nos mostró con su pluma que aparentemente no existe los hombres y mujeres carecen de empatía cuando se sienten seguros cuando el horror que contemplan en televisión o les narran en radios y artículos escritos no les toca.  O mejor: quieren creerlo, porque como en el caso  de aquella bosnia en realidad cambian de canal porque lo lejano… No lo está tanto.

En España en el último año y medio iniciamos cada noche el zapping cuando de los helenos se trata. Por la cercanía de los hechos, y por hartazgo: jamás se habló tanto los griegos pese a que casi 40 años tuvimos hasta reina oriunda de dicho país. Cambiamos de emisora, hastiados de la recurrente frase expresada por quienes pueden triunfar en las elecciones generales. “España no es Grecia”. Evidentemente. No gobierna ningún partido como Syriza, que a su vez tiene una izquierda crítica en sus entrañas; y otra fuera de sus filas organizada con representación parlamentaria y fuerte presencia sindical. Tampoco la organización hermana del Partido del Régimen del 78 podrá ganar los próximos comicios griegos a diferencia de España.

Bajamos el volumen del televisor cuando conocimos el indigno Real Decreto Ley 16/2012 del gobierno que privaba del derecho a la sanidad a los migrantes en situación irregular. Ya imaginábamos sus consecuencias. Hoy se saben algunas: tres muertos y una multitud de problemas que han recordado entre otros la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP).  

Pasamos la página del diario de turno y leemos de soslayo que 3.870 personas se quitaron la vida en 2013, un 22% que en 2010. Por cada muerto en carretera, hay dos suicidas. A tenor de las cifras pronto será habitual convivir con el dolor porque un amigo o familiar se suicidó.

Cerramos la ventana de nuestro navegador cuando en el corto LA SORPRESA: Dedicado a todos los que están lejos una joven pronuncia  la siguiente frase: “No ha pasado un solo día que no hayamos soñado con volver a sentir a nuestras madres”. 218.000 exiliados económicos reconoce el Injuve desde el inicio de la crisis. Según su director general, Rubén Urosa, y la ministra Fátima Báñez ello se debe a las oportunidades que ofrece la movilidad laboral. 

Actualizamos nuestro timeline de Twitter  para no detenernos en el tuit “12 español@s mueren al día por hepatis C”. No les llega el antídoto llamado Sovaldi por la extorsión de las farmacéuticas al resignado gobierno.

Nos tapamos la nariz cuando nos recuerdan que la ONU pone a España un muy deficiente en derechos humanos. La ley de Amnistía del 77, el racismo policial, la violencia machista,  la tortura, existencia de Centros de Internamiento de Extranjeros y la Ley Mordaza exhiben nuestras miserias.

Y mientras… Simplemente: vivimos y cambiamos de canal. “Hacer la paz es olvidar. Para la reconciliación es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada”, escribió la ensayista estadounidense. En España, convertimos la imperfección cerebral en virtud. No sabemos si para aguantar este tsunami, o con el fin de combatir el que vendrá. A la paz, y la reconciliación de momento no aspiramos… aunque sabemos que llegará. 

Empatía a la española