CCOO está obligado a separar las palabras del ruido, y hacer de la transparencia y la información principios básicos de su actividad
Hace unos días, CCOO hacía públicos su Balance de situación y su Cuenta de resultados, dando cumplimiento al compromiso adquirido en el 10º Congreso Confederal. Previamente presentó en el Tribunal de Cuentas la memoria económica anual, una vez auditada externamente e informada por la Comisión de Control Financiero del sindicato. El impacto fue amplio y las reacciones diversas, como corresponde en democracia, aunque no faltaron algunas extravagancias de algún periodista ultramontano, incapaz de asumir que le ha tocado vivir al lado de gente rara, sindicalistas que defienden los derechos de las trabajadoras y trabajadores y que se agrupan en organizaciones generales de clase, abiertas, fuertes y, si es posible, saneadas.
No voy a obviar que la decisión adoptada en el último congreso de CCOO se hacía en un contexto determinado, de acusado descrédito de las instituciones, de los partidos, de los sindicatos y en general, de las políticas públicas que se llevan a cabo en el país. En esta especie de barra libre contra la política, cohabitan personas y grupos de toda clase y condición, algunos de ellos escasamente educados en la cultura democrática, que no verían con malos ojos aventuras autoritarias y populistas. No hace falta decir, que estas personas no merecen el respeto necesario para que tengamos que reaccionar a sus exabruptos, pero un sindicato como CCOO está obligado a separar las palabras del ruido, y hacer de la transparencia y la información, principios básicos de su actividad.
CCOO es un sindicato que no renunciará nunca a su condición de sujeto colectivo, indisolublemente unido al ejercicio de la democracia. Nuestra razón de existencia es la política sindical y nuestra herramienta, la organización democrática de las personas que viven de su trabajo y/o que quieren trabajar. Otras gentes se pueden permitir el lujo de hacer política desde instancias económicas, industriales o financieras, a las que nadie exige credenciales de democracia. Normalmente, este tipo de empresas, corporaciones, redes del dinero o lobbys operan a través de estructuras altamente jerarquizadas, autoritarias y antidemocráticas. Dicen que lo hacen para garantizar el negocio. Y claro, para ello no dudan en marcar la agenda de instituciones y poderes que sí fueron elegidos por la ciudadanía, recurriendo, si fuera menester, a la más amplia gama de presiones, chantajes y conspiraciones.
Las cuentas en la web
CCOO tiene una responsabilidad contraída con la afiliación y la sociedad. Hace mucho tiempo que tratamos de acercar la actividad sindical a la ciudadanía. La transparencia no es en nuestro sindicato un lema publicitario. Ahí están los premios recibidos de los periodistas a lo largo de 32 años. Y si en todos los congresos hemos ofrecido amplia información económica, ahora damos un paso más y sumamos a las palabras, números, para explicar la procedencia de nuestros recursos: de las cuotas; de la prestación de servicios, de las fundaciones y empresas, de los programas subvencionados y de la propia gente del sindicato.
Algunos medios de comunicación nos han echado en cara que un volumen notable de nuestros recursos se haya destinado a “protestas, manifestaciones y huelgas”. Normalmente, estos medios son proclives a la urticaria cuando en sus empresas o ámbitos de familia y amistad, les hablan de sindicatos. No son pocos los columnistas de esos medios que piden cárcel para los dirigentes sindicales, con la misma convicción que reparten medallas a un empresario corrupto. Pues claro que buena parte de nuestros recursos tienen que ir a la acción sindical, que unas veces se concretará en la negociación colectiva y en la firma de convenios, y otras en el rechazo a las políticas económicas y laborales de los gobiernos y/o de las patronales, a través de manifestaciones, concentraciones, actos y huelgas.
Siempre me gustó un libro de Enrico Berlinguer sobre la austeridad. Decía Berlinguer que “cuando se piden sacrificios a la gente que trabaja es necesario un gran consenso, mucha credibilidad política y la capacidad de golpear los privilegios más intolerables. Sin estos elementos, la operación es imposible”. Cabría decir que cualquier parecido con la mal llamada austeridad de los gobiernos de la derecha europea (y de no pocos socialdemócratas) no sería solo pura coincidencia, sino un atentado al sentido de la ética y de la justicia social. Sí, CCOO dedica parte de sus recursos a combatir las políticas de recortes, que no de austeridad, y también esa partida queremos que aparezca diáfana y detallada en las cuentas.
Seguiremos pelando para que los sindicatos, sujetos esenciales del ordenamiento constitucional, tengan la financiación pública que reciben por ejemplo, los partidos políticos, algo que solo vendrá de una Ley. Pero mientras tanto, seremos rigurosos y transparentes con el uso de nuestros recursos. Al fin y al cabo proceden, en su gran mayoría, del más del millón de afiliadas y afiliados a CCOO.