jueves. 25.04.2024

El neoliberalismo empieza a identificar y precisar sus nuevos objetivos, un difícil equilibrio entre precarización y competitividad

Recordará el lector cómo el Gobierno empezó a vendernos todo aquello de los “autónomos”, los “emprendedores” como una de las posibles salidas para muchos a la crisis. También se utilizaron otras palabras mágicas como la de “flexibilidad”, a veces convertida en países más avanzados, como son los escandinavos, en la más tranquilizadora de “flexiseguridad”.

Era la manera de decirnos que debíamos olvidarnos de algo que de pronto había quedado tan obsoleto, algo tan poco excitante como el trabajo para toda la vida. ¡Qué cosa al parecer tan aburrida!

Nuevas fantasías, nuevas ideologías

Los ideólogos del neoliberalismo se han dedicado en efecto a fomentar una nueva fantasía: la existencia de todo tipo de opciones y oportunidades que sólo hay que saber aprovechar en el momento oportuno, pues si se las deja pasar, será culpa del individuo. La nueva consigna es “el cambio continuo”, la capacidad de elección, la apertura a todas las posibilidades que se nos ofrecen.

En la crisis está la salvación”, se nos dice, parafraseando al poeta alemán Hölderlin.

Una emisora de gran audiencia ha decidido dar voz a algunos de los golpeados por la crisis. Los más inventivos, audaces o simplemente afortunados, dicen haber probado suerte montando con algún familiar o amigo también en paro una pequeña empresa, casi siempre dedicada a los servicios, a las ventas por internet, al desarrollo de nuevas aplicaciones para móviles, casi nunca a producir nada.

Son en cualquier caso una minoría, pero sirve para dar ánimos. O para hacer que el que siga acudiendo a la cola del paro se sienta de pronto personalmente culpable de no ser más audaz, de no atreverse a dar el salto en el vacío en lugar de limitarse a esperar que alguna empresa le ofrezca algún trabajo, aunque sea precario y mal pagado, como esos “minijobs” inventados por los alemanes.

El futuro que viene

Es cierto que los occidentales vivimos todavía en sociedades que garantizan ciertos márgenes de seguridad, pero el neoliberalismo empieza a identificar y precisar sus nuevos objetivos, un difícil equilibrio entre precarización y competitividad.

  1. Por un lado, busca convertir a los individuos en más dóciles y maleables.
  2. Por otro, mantener ciertas salvaguardias que garanticen que puedan seguir compitiendo entre ellos en el mercado de trabajo.

“La lógica neoliberal no tiene ningún motivo para desear que se reduzcan o acaben las desigualdades porque juega con esas diferencias y gobierna sobre su base”

La precariedad es la nueva condición del trabajador bajo el neoliberalismo. Vemos cómo, con el argumento de su insostenibilidad a largo plazo, se adelgaza de modo progresivo el Estado benefactor, que debía proteger al ciudadano frente a la enfermedad, los accidentes, la pérdida de empleo y otros posibles riesgos.

La vulnerabilidad, que hasta hace poco estaba, al menos en los países ricos, limitada a los márgenes de la sociedad, se extiende cada vez más a las capas medias conforme avanza la globalización y crece la desigualdad en la distribución de la riqueza. El Estado benefactor y los grupos socio-profesionales, que garantizaba la seguridad de la inmensa mayoría, están fracturándose rápidamente.

Las zonas de inseguridad van en aumento conforme se extiende la precariedad laboral y vital, según han estudiado diversos sociólogos, entre ellos el francés Robert Castel, y la precarización se convierte en un nuevo instrumento para gobernar.

Como escribe Maurizio Lazzarato en su libro “Le gouvernement des inégalités” (‘El Gobierno de las desigualdades’) “la lógica neoliberal no tiene ningún motivo para desear que se reduzcan o acaben las desigualdades porque juega con esas diferencias y gobierna sobre su base”. Para mantener el deseable equilibrio, necesita un estado benefactor mínimo, capaz de sustituir Seguridad Social por Beneficencia.

Y necesita por encima de todo, como estamos viendo también aquí, mantener unas fuerzas de seguridad capaces de vigilar y controlar a los ciudadanos porque conforme aumente la precarización, más peligro hay de que la situación llegue un día a descontrolarse. En esas estamos.

Autónomos y emprendedores: nuevas fantasías, nuevas ideologías