viernes. 19.04.2024

El verdadero sindicalismo de clase es casi una rareza

Dada la realidad abusiva, destructiva y genocida (usando su instrumento, el imperialismo) del capitalismo, y dada la desgraciadamente real carencia de ideología de la mayoría de la población, el verdadero sindicalismo de clase es casi una rareza.

Mientras el capitalismo va de crisis en crisis, imposibilitado de superarlas al ser éstas estructurales y sistémicas, no hay una lucha suficiente para destruirlo. Falta la unidad popular y obrera frente al enemigo común.

Para conseguir esta necesaria unidad es preciso e imprescindible que se asuma, por la mayoría de la población, que existe un único enemigo para la raza humana: EL CAPITALISMO.

Dio sus frutos la gran lucha ideológica, contra el socialismo y el comunismo, en la que los capitalistas invirtieron grandes fortunas (inversiones para intentar continuar con la explotación del hombre por el hombre, con su única lógica de que “solo se invierte para ganar más que lo invertido”). Hoy lamentablemente la mayoría de los humanos no se declaran anticapitalistas.

Es más, la mayoría no asume que hay lucha de clases, tal como hace muchos años ya nos la explicaron Marx y Engels. Ni siquiera lo asumen personas que se consideran, a sí mismas, formadas políticamente, pero que incluso autocalificándose de izquierdas, no dejan de ser, como mucho, socialdemócratas.

Mientras esta realidad de que existe la lucha de clases (y que es el motor de la historia actual) no sea asumida por la mayoría de los asalariados, no habrá posibilidades de destruir al capitalismo. Y digo destruir ya que cualquier resto que quede seguirá trabajando para reaparecer y dominar al planeta. Así lo consiguieron en los ex países que querían construir el socialismo.

Esta introducción era imprescindible para explicar lo que indica el título de este texto.

¿Cuáles son pues las etapas, o pasos, para actuar como sindicato de clase?:

Primero, el sindicalista ha de tener trabajo. Cierto que también los parados y los jubilados se pueden y deben organizar, y mejor si lo hacen dentro de un sindicato de clase, pero asumiendo individualmente la existencia de la lucha de clases, y en consecuencia asumiendo la base del sindicalismo de clase, que es la lucha de los explotados (trabajadores, incluidos funcionarios y sector servicios) contra los que organizan su trabajo, los explotadores (algunos sin real poder económico directo como propietarios de medios de producción, pero al servicio de éstos).

Segundo, ha de tener conciencia de clase. Asumir que pertenece a la clase mayoritaria que es expoliada por la minoritaria. Sin trabajadores el Mundo no podría funcionar, sin empresarios-explotadores el Mundo funcionaría y mucho mejor (la riqueza, al ser bien repartida alcanzaría para suministrar, gratuitamente y con calidad, todas las necesidades humanas: agua potable, alimentación, vivienda, educación + cultura, sanidad, atenciones a jubilados y otros grupos con dependencia, transporte de cercanía, etc.).

Tercero, ha de luchar, y organizar a sus compañeras y compañeros, para hacer posible la solidaridad entre iguales, es decir entre los asalariados, frente a sus enemigos también iguales (aunque se disfracen de diferentes y enfrentados para crear confusión), los explotadores.

Cuarto, ha de tener clara la lista de reivindicaciones, desde las más inmediatas i cercanas al entorno en el que lucha (empezando por la empresa), hasta las más generales, finales y globales. Reivindicaciones que han de ser debatidas democrática, pública y colectivamente (de forma asamblearia).

Quinto, ha de ser internacionalista, para reconocer su igualdad de lucha con los explotados de cualquier país, y para enfrentarse con eficacia al enemigo que está internacionalizado. Ha de conocer a la FSM y trabajar con ella, no hay otra opción realmente internacionalista y de clase.

Parece simple y sencillo pero no lo es. Nuestro enemigo de clase influye desde nuestro nacimiento en la mentalidad de los humanos. Usa y manipula todo lo que está a su alcance: religión, TV, prensa, radio, música, drogas, deportes, …

Por ello los sindicatos que han dejado de ser sindicatos de clase, o los que no lo son aun suficientemente, tienen en la insuficiencia de su intervención en la lucha ideológica (cuando no se dedican simplemente a asumir la ideología del enemigo burgués), la base de su realidad de sindicalismo amarillo, de pacto social y de conciliación de clases.

Por ello un sindicato, como Somos, que dice no tener ideología, como seña identitaria propia desde su nacimiento y fundación, queda claro que solo puede servir para ayudar a prolongar la explotación del hombre por el hombre.


Por Quim BoixConsejo Presidencial de la FSM (Federación Sindical Mundial) | Secretario General de la UIS (Unión Internacional de Sindicatos) de PyJ (pensionistas y Jubilados)

Cinco etapas para actuar como sindicalista de clase