viernes. 29.03.2024
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La novela, desde sus tempranos inicios, está trufada de lenguaje matemático, sea algebraico, geométrico, numérico, estadístico o probabilístico

Las historias de la literatura y de las matemáticas están colmadas de obras que guardan estrechas relaciones entre ambas disciplinas. No han sido pocos los matemáticos que se han aventurado a escribir obras literarias, los más en forma de novela y algunos de poesía (la mayoría con gran acierto), y muchos son los novelistas –y algunos poetas y dramaturgos- cuyas obras guardan estrecha relación con las matemáticas, bien en sus aspectos formales, bien en sus tramas o argumentos.

Entre los primeros, hay que destacar a autores como Lewis Carroll, obviamente; los argentinos Ernesto Sábato, físico y matemático y Guillermo Martínez, doctor en matemáticas por la Universidad de Buenos Aires y divulgador de esta disciplina; Malba Tahan, brasileño, también divulgador y profesor de matemáticas; el filósofo y matemático austriaco Kurt Gödel, profesor de la Universidad de Viena hasta su expulsión por los nazis y su exilio en Princeton para ocupar una cátedra en el Instituto de Estudios Avanzados; el estadounidense John Allen Paulos, profesor de matemáticas en la Universidad de Temple de Filadelfia; el catedrático de matemáticas de la Universidad de Oxford, Marcus de Sautoy; o el español José Echegaray, catedrático de física matemática en la Universidad Central de Madrid (hoy UCM), etc.

La novela, desde sus tempranos inicios, está trufada de lenguaje matemático, sea algebraico, geométrico, numérico, estadístico, probabilístico, etc. Valgan estos ejemplos:

John Updike en su novela Brasil, introduce magníficos párrafos de lenguaje geométrico: "Se acercó al ventanal y vio los cubos arquitectónicos de Brasilia brillantes en la noche aterciopelada que ya había caído. Los relucientes paralelepípedos, las autopistas señalizadas, los monumentos parabólicos a la historia nacional de disensiones y luchas…"

Cortázar, en sus Historias de cronopios y de famas hace gala de otra bella muestra de lenguaje geométrico: "Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables.

Miguel Delibes en Las ratas utiliza el lenguaje numérico en varias ocasiones: “Don Antero, el Poderoso, poseía las tres cuartas partes del término; doña Resu y la señora Clo sumaban, entre las dos, las tres cuartas partes de la cuarta parte restante y la última cuarta parte se la distribuían, mitad por mitad, el Pruden y los treinta vecinos del lugar”.

Entre otros novelistas, poetas y dramaturgos cuya obra presenta una cierta o profunda vinculación con la matemática, podemos destacar a los españoles contemporáneos Javier Cercas y su novela La velocidad de la luz o su crónica Anatomía de un instante; Bernardo Atxaga con El hijo del acordeonista; Juan José Millás: Números pares, impares e idiotas; Arturo Pérez-Reverte: El asedio; o el poeta Antonio Gamoneda con Un armario lleno de sombra.

Entre los españoles de anteriores generaciones, cabe señalar algunos cuentos de Ignacio Aldecoa, como Los hombres del amanecer, Seguir de pobres o Los bisoñés de don Ramón; Pío Baroja y El árbol de la ciencia; José Cadalso en Los eruditos a la violeta; sin olvidar las alusiones directas a cuestiones matemáticas de Cervantes en varias de sus grandes obras, desde el mismo Quijote hasta El coloquio de los perros o Los trabajos de Persiles y Segismunda; o las de Pérez Galdós en Electra o Doña Perfecta.

Escritores latinoamericanos con alusiones a las matemáticas en sus obras son, por ejemplo, el mexicano Jorge Volpi en su novela En busca de Kingsor; el colombiano Fernando Callejo con su Manualito de imposturología física; o el mismo Borges y las explicaciones del infinito en El Aleph; o Ernesto Sábato, antes mencionado, con su novela El túnel.

Entre las obras de escritores en otras lenguas podemos reseñar Las mil y una noches, de autor anónimo; Los hermanos Karamazov o El jugador, de Dostoievski; Memorias: infancia, adolescencia y juventud, de Tolstoy; La vida de Henry Brulard, de Stendhal; El escarabajo de oro, de Allan Poe; El hombre sin atributos, de Robert Musil; Samarcanda, de Amin Maalouf; La caverna, de Saramago; o Demasiada felicidad, de Alice Munro.


Javier Gimeno. Director de la Biblioteca de la Facultad de Matemáticas. Universidad Complutense

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