miércoles. 24.04.2024

Se quedó huérfana a edad muy temprana, lo que no le auguraba un gran futuro al ser hija de esclava y mujer. Sin embargo, Zenobia tenía un carácter indomable, al que le acompañaba una gran inteligencia y belleza. Un poeta del siglo XIX la describió como “la mujer de los cabellos oscuros, señora del desierto sirio”. 

Siendo muy joven, se convierte en la segunda esposa del príncipe Odenato de Palmira en el año 258, que era un rey cliente del Imperio Romano. De esta forma, pasa a ser soberana de la fabulosa ciudad. Fruto del primer matrimonio de Odenato, tenía un hijo llamado Hairan. Alrededor del año 260, Odenato y Zenobia tuvieron un hijo llamado Vabalato

Palmira está situada en un oasis en el desierto de la provincia romana de Siria, lugar este disputado entre las dos grandes potencias de la época, Roma y Persia. Dista 210 km de Damasco, a medio camino entre el mar Mediterráneo al oeste, y del río Éufrates al este. Era un territorio muy importante para el Imperio Romano. Por un lado por su situación estratégica, pero también por su gran potencia económica. Era una parada obligatoria en la ruta de caravanas que conectaba Roma con Mesopotamia y el Oriente a través de la ruta de la seda. En el aspecto militar, servía de barrera ante las veleidades guerreras persas.

El componente comercial de Palmira era evidente y así sus dos divinidades, Arsu y Azizu aparecen montados sobre un camello y un caballo respectivamente. Eran dioses, protegían las caravanas que traían las riquezas, tanto del este, como del oeste. Palmira se convierte en la ciudad más rica del mundo en el siglo III, siendo capital del reino nabateo.

Odenato, mantenía firme la frontera oriental del Imperio Romano frente al poder de los sasánidas. El ejército de Palmira destaca por dos aspectos. En primer lugar, por su cuerpo de arqueros de reconocido prestigio, incluso Zenobia era considerada una gran arquera. En segundo lugar, por los catafractos, que eran unidades militares de caballería pesada, en la que tanto el jinete como el caballo llevaban armaduras.

En el año 258, visitó Palmira el emperador Valeriano, dando grandes donativos a la ciudad y nombrando a Odenato como cónsul de Roma por su lucha contra los persas.

Odenato mantenía firme la frontera oriental del Imperio Romano, frente a los sasánidas dirigidos por el rey Sapor. Gracias a las victorias de Odenato el emperador Galiano le concedió el título de “Dux Romarorum”. El propio Odenato se nombró así mismo, rey de reyes, para hacerle la competencia al rey de los persas.

Posteriormente, el emperador Galieno proclama a Odenato “Vir Consularis”, otorgándole el título de “Corrector Totius Orientis” convirtiéndole en una especie de corregente del emperador Galieno, con un poder prácticamente independiente por su lucha contra los persas.

En el año 267, su sobrino Meonio asesina a Odenato y a su hijo heredero. Inmediatamente es nombrado emperador Vaballato, que tenía un año, por lo que Zenobia queda como regente reina de Palmira. Se captura rápidamente a Meonio que es ofrecido como un sacrificio a los dioses en memoria de Odenato.

Zenobia se ganó el respeto y el apoyo de sus súbditos, debido a que era una gran administradora además de poseer una amplia cultura. Se supo rodear de grandes consejeros, como el filósofo y retórico Casio Longino.

Zenobia fortificó y embelleció la ciudad, construyendo una avenida custodiada por grandes columnas corintias de más de 15 m de altura. La ciudad tenía entonces más de 150.000 habitantes y sus murallas tenían una longitud de más de 21 km.

El emperador Galieno muere en el año 268 y le sucede el emperador Claudio Gótico, que tiene que hacer frente a la invasión goda proveniente de las estepas rusas. Aprovechando esta situación y a las continuas disputas sucesorias que se dan en Roma, Zenobia subleva su reino nabateo de Palmira para intentar crear un amplio imperio en todo el Oriente Medio. Lo primero que consigue es el dominio de toda la península de Anatolia, llegando hasta Ancira y Calcedonia. Más tarde se adueña de Siria, Palestina y Líbano.

En el año 269 ataca Egipto conquistándola. Se proclamó reina de Egipto y acuñó moneda con su efigie. De esta forma, su imperio, alcanzaba el Asia Menor, Egipto y todo el Oriente Medio, hasta el río Éufrates.

Llega al poder en Roma el emperador Aureliano, que consigue estabilizar la frontera del Danubio. Así decide hacer frente a la rebeldía de la reina Zenobia y divide a sus ejércitos en dos, uno lo manda hacia Egipto y otro a la península de Anatolia, para sí confluir en forma de pinza sobre Palmira.

Zenobia además de una gran arquera, montaba muy bien a caballo, caminando junto a los soldados. Contaba con grandes generales como Zabdas y Zabbai ambos muy experimentados y que contaban con un gran ejército, como habían demostrado los años anteriores.

El emperador Aureliano conquistó Egipto. Después de esto, se dirigió hacia Siria, derrotando a Zenobia en la batalla de Emesa (actual ciudad de Homs en Siria), lo que la obligó a retirarse a la ciudad.

Palmira se había preparado para ser sitiada y tenía víveres abundantes para resistir un asedio de la ciudad. Confiaba para defenderse en sus murallas, y en sus arqueros. Los romanos consiguieron el apoyo en esta guerra de los jefes árabes del desierto, que Zenobia había rechazado. Palmira fue conquistada en el año 272.

Zenobia huyó con su hijo Vabalato con la finalidad de pedir ayuda al rey persa Chapur, pero fue detenida cuando intentaba cruzar el río Éufrates por los romanos.

Palmira fue perdonada por el emperador Aureliano, por los servicios prestados a Roma, dejando una guarnición romana en la ciudad. Sin embargo Zenobia seguía siendo admirada por los ciudadanos y meses después volvió a sublevarse, matando a toda la guarnición romana. Esto obligó a los romanos a volver a conquistarla, pero esta vez la saquearon y la destruyeron para que nunca más volviera a ser ciudad.

Sello sirio que reproduce a Zenobia

Lo que sucedió con Zenobia a partir del año 272, no se conoce con exactitud, parece ser que fue llevada a Roma, donde fue exhibida durante el desfile triunfal del año 274, desfilando con su diadema imperial y sus joyas, arrastrando unas pesada cadenas de oro y diamantes que dos esclavos le ayudaban a sostener. Si seguimos el relato del biógrafo de Zenobia, Trebelio Polión, este hecho lo relata de la siguiente forma:

Llevada Zenobia ante el emperador Aureliano, éste le pregunta ¿Por qué Zenobia se había atrevido a desafiar a los emperadores de Roma? Contesta: “A ti, que has vencido, te reconozco como emperador, a Galieno, a Aureolo y a los demás príncipes no los consideré como tales. Confiando en que la Victoria fuera semejante a mí, deseé, si la magnitud del territorio lo hubiese permitido compartir con ella el poder real”.

El emperador Aureliano la perdonó y le dio una villa campestre, donde estuvo el resto de su vida, aunque se desconoce la fecha de su fallecimiento. El perdón imperial fue más por motivos políticos que por caridad.

Zenobia seguía levantando sentimientos a su favor en todo el Oriente Medio, por lo que se dio la segunda revuelta de Palmira como hemos visto, así como en Egipto donde también contaba con amplios apoyos. Era así más fácil acabar con el mito de la reina guerrera Zenobia, convirtiéndola en una matrona romana viva, casada e instalada en una villa.

Zenobia era una reina muy culta que dominaba el árabe, el arameo, el griego y el copto. En materia religiosa fue bastante tolerante y ella adoraba al dios solar. Fomentó las artes y fue una gran administradora y hábil política.

Dentro del mundo cultural protegió a Pablo de Samosata, que era uno de los más destacados teólogos de su época, que hizo carrera como obispo protegido de la reina. Zenobia promovía una versión más judaizante del cristianismo que pudiera imponerse al cristianismo romanizado imperante en la época.

Así las doctrinas de Pablo Samosata son desarrolladas por su discípulo Arrio, que fue fundador del arrianismo, que tanto éxito tuvo con los visigodos de la península Ibérica y que fue considerado como herejía por la iglesia de Roma.

El gusto de Zenobia por las joyas era muy conocido. Le gustaban las usadas por Cleopatra. En las fiestas aparecía vestida con una túnica bordada de perlas y un casco de oro, bebiendo vino en las mismas copas incrustadas de piedras preciosas que habían rozado los labios de Cleopatra.

Zenobia fue una gran reina que destacaba como hemos visto, por sus grandes dotes culturales, administrativos y que intentó levantar un gran imperio en todo el Oriente Medio.

Zenobia de Palmira, “la reina guerrera”