sábado. 20.04.2024

Llegó a su casa justo cuando la señal internacional hacía sonar el himno de la Champions; casi sin tiempo para pillar la cerveza de la nevera y la bolsa de patatas. Los niños- ¿había niños en esa casa?- ya estaban cenados y bañados y medio jugaban en las camitas mientras su mujer los distraía y les hablaba de la noche y de los sueños que vendrían si cerraban los ojos. Empezaba el partido, la tensión estaba en el ambiente y los niños apagaban la luz al tiempo que le mandaban a Papá un besito de buenas noches. Su mujer llegó a la zona de la tele para darle un beso en la mejilla, mientras que Pedro no apartaba los ojos de la pantalla en la que Messi hacía filigranas, regates y amenazaba la integridad de la otra portería. 

Espe miraba a la pantalla y luego a Pedro sin abrir la boca, con la mirada ausente y el gesto cansado de todo el día de casa y de trabajo en el colegio. Pensó si Pedro contestaría a sus preguntas y en ese momento, justo cuando ella pensaba que su compañero se interesaría en lo que ella pensaba, el Barcelona marcó y Pedro saltó del sillón para celebrarlo y abrir otra cerveza. Espe transitaba sus miradas entre la tele, Pedro y la cocina para acabar tomando una decisión heroica: ponerse un cubata, abrir dos latas y picar algo antes de conectarse a internet para seguir las noticias que había dejado el día. Picó, bebió, encendió el portátil y el mundo pasó frente a sus ojos: el asco y la náusea de todos los días se hizo presente, como siempre. 

Pedro seguía absorto en el partido y Espe decidió irse a la cama con el libro y la radio, que la tertulia siempre aportaba detalles interesantes y el día prometía. Con el camisón puesto y la cara lavada y fresca encendió la radio y se encontró con la otra cara del mundo; la odiada cara del fútbol arrasando con todo incluso hoy, el día en el que tanto seguía en el aire, con elecciones, vacunas,corrupción, juicios y el mundo sumido en el caos . 

No pudo más y saltó: los tacos inundaron la casa camino del salón donde Pedro seguía, impertérrito, el partido del Barsa. ¿Es que no hay nada más? ¿Es que todos tenemos que tragarnos esta mierda descerebrante? ¿No te importa nada más que 22 malcriados haciendo el tonto? ¿No sabes lo que ha pasado hoy mientras todas las radios sólo hablan de fútbol? ¿Es que estáis todos idiotizados?

Pedro miró a su mujer con cara de asombro y, por primera vez desde que entró en la casa, abrió la boca para decir: ¿Y??????????? ¿Es que tengo la culpa de algo? Espe lo miró con pena y comprendió que Pedro sólo tenía la culpa de ser idiota, pero que todo el sistema estaba encantado de que Pedro, y muchos otros Pedros con él, fueran cada día más y más idiotas. Recuperó su libro y en la cama seguía oyendo el sonido de fondo del partido hasta que el sueño cerró su inteligencia.

Y ???????